Historias de película
Entre el deseo del padre y la envidia del hermano: el drama de Fredo Corleone
La palabra que mejor define a Fredo Corleone y sus actuaciones en 'El Padrino' no es ‘debilidad’, sino ‘envidia’
Estamos en 2022 y se cumple medio siglo del estreno de la primera película de la trilogía de El Padrino. En este sentido, es un buen momento para poner sobre el tapete detalles que no siempre han sido suficientemente analizados. La envidia de Fredo Corleone (interpretado estelarmente por John Cazale), hermano mayor de Michael (Al Pacino), es uno de ellos. Esta característica personal es la clave explicativa del protagonismo cinematográfico de Fredo, antes que su inutilidad o falta de carácter.
Pero ni siquiera este pecado capital es suficiente de por sí para dar razón del personaje en cuestión. Ciertamente, su rasgo más destacado era la crisis de identidad. Así pues, no es ‘debilidad’, no. La palabra que mejor define a Fredo Corleone y sus actuaciones en El Padrino no es ‘debilidad’, sino ‘envidia’. Envidia nacida de una carencia de ser, de una falta de consistencia en su identidad que le acompaña desde crío y que trata de solucionar intentando ser su padre y, al no conseguirlo de modo directo, intentando ser su hermano pequeño. En sus propias palabras, todo lo que Fredo quiso siempre fue «por una vez en la vida, parecerme a papá». El parecido con su padre lo pretende conseguir gracias a la imitación del modelo que le ofrece su hermano Michael, a quien toma como referencia y mediador de su identidad y deseo; así se lo confiesa Fredo a su hermano menor: «Mi suerte habría sido dar con una mujer como la tuya, como Kay, tener hijos, una familia». Para Fredo, ser es ser Michael.
La envidia de Fredo nace de una crisis brutal desde niño en torno a quién es, promovida en buena medida por la vergüenza de su propia madre sobre él. En El Padrino II, en la famosa escena en que pide un Banana Daiquiri, Fredo le cuenta a su hermano con un dolor enorme: «Mamá me tomaba el pelo. Decía: «Tú no eres hijo mío, unos gitanos te abandonaron en mi puerta. A veces pienso que es cierto». Michael le contesta: «Tú no eres un gitano». A lo cual, Fredo le replica con una frase que, aparentemente, está desconectada de la conversación que están teniendo: «Michael, yo te odiaba. ¿Por qué no nos hemos llevado mejor?». ¿Te odiaba? ¿Cuándo? ¿Qué tiene Fredo en la cabeza al pronunciar esa frase en tal contexto? Pues su traición a Michael, que no ha consistido estrictamente en ordenar su asesinato, pero que tampoco ha estado tan lejos de eso, pues ha vendido información a sus enemigos de la Mafia y ha facilitado gestiones que podrían haber tenido ese resultado perfectamente y estuvieron muy cerca de tenerlo.
Todo el lenguaje no verbal, muy rico, que enmarca esa frase de Fredo manifiesta en éste una mezcla de arrepentimiento, desesperación por la oportunidad perdida y principio de confesión de algo inconfesable. Pero, aunque la escena es muy emotiva y los sentimientos están a flor de piel, Fredo se detiene y no confiesa. No es tan tonto como parece; antes bien, va a persistir en su intento envidioso y traicionero de ser su padre por medio de su hermano, aunque eso pueda suponer la muerte de este último.
En efecto, Michael le pregunta a Fredo expresamente si puede hacerle una confidencia; le contesta que sí y, entonces, Michael le cuenta que sus enemigos, liderados por Hyman Roth (Lee Strasberg), lo van a matar en breve, pero que él tiene planes para impedirlo. Fredo le pregunta: «¿Qué planes?». Y Michael le contesta: «Hyman Roth no verá el nuevo año». Pues bien: los planes del jefe de los Corleone son frustrados por un pelotón de militares que surgen de la nada y auxilian a Roth justo cuando lo iban a asesinar. Es decir: Fredo ha roto nuevamente la confianza de su hermano evitando la muerte de Roth al revelar que Michael lo iba a matar. Hay que tener presente que impedir la muerte de Roth podía suponer el asesinato del propio Michael, pues éste se estaba apresurando a matar a Roth porque, a su vez, Roth ya le había intentado matar a él una vez y tenía previsto terminar lo que empezó. Y Fredo lo sabía.
Fredo era amigo de Roth a través de sus matones. Más aún: estos le prometieron en su momento que, si colaboraba con ellos para hacer que Michael cediera en sus negociaciones, estaría favoreciendo a la familia Corleone. Fredo accede a facilitarles datos, pero lo que después aconteció fue el intento de asesinato de Michael y su familia al comienzo de El Padrino II.
No es tan tonto como parece
Más tarde, Fredo le indicaría a Michael que ayudó a sus enemigos porque le aseguraron «que habría algo para mí, para mí solo», aunque decía no saber que iba a haber un ataque sobre su hermano. Pues bien: si no lo sabía la primera vez, sí lo supo después porque se lo confió Michael expresamente y, pese a ello, volvió a colaborar con los enemigos de los Corleone. Es éste un detalle que se suele pasar por alto en los análisis psicológicos del que fuera hermano mayor de Michael Corleone en El Padrino, pero es necesario subrayarlo. En efecto, no es común caer en este detalle porque queda fácilmente eclipsado por la bestialidad de que un hermano (Michael) llegue a ordenar la muerte de otro (Fredo), como ocurre en El Padrino II.
La escena de Fredo asesinado en lago Tahoe, rememorada al comienzo de El Padrino III, ha obstaculizado siempre una comprensión ajustada de este personaje; tal asesinato nos ha puesto delante la frialdad y falta de piedad de Michael frente a la ignorancia de Fredo, en lugar de exhibir el verdadero motor de las acciones de este último, que no era otro que la envidia por el poder de su hermano pequeño, al que su padre Don Vito (Marlon Brando) eligió en su lugar para sucederle al frente del imperio familiar. En efecto, tras la muerte del primogénito de los Corleone, Sonny (James Caan), en El Padrino I, Fredo debía ser el nuevo Don Vito de la familia y no su hermano menor.
El propio Fredo se lo indica a Michael en El Padrino II cuando le echa en cara que el jefe de la familia debía ser él, que era el mayor: «me os saltasteis». Michael le contesta: «era como lo quería papá». Y Fredo replica: «Pero no como lo quería yo». Así pues, como su deseo no se vio colmado y su identidad quedó frustrada por enésima vez, Fredo trataría de adquirir esas prerrogativas de otra forma. Y, naturalmente, de una manera u otra, la consecución de los privilegios de su padre, que habían recaído en Michael y no en él, no podía no afectar a este último e, incluso, gravemente. Era imposible no desplazar a Michael si quería tener su identidad, que Fredo estimaba que le correspondía legítimamente por derecho sucesorio. La maniobra de apartar a Michael podía implicar la muerte de éste y su familia. Pero ser Don Vito, aunque fuera por una vez, era lo único que deseaba Fredo. Ser su padre bien valía una vida, aunque fuera la suya.