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María Lo tiene 32 años y nació en Chiclana de la Frontera

María Lo tiene 32 años y nació en Chiclana de la FronteraLa 1

MasterChef 10

María Lo, la gaditana de la eterna sonrisa que nació para cocinar

La ganadora del talent culinario de La 1, que tiene dos ofertas laborales, sueña con abrir un restaurante propio para el que ya tiene nombre: Salitre

Sabido es que Jordi Cruz no regala los elogios, por lo que la exaltación que hizo de la gaditana María Lo al inicio de la duodécima y antepenúltima gala sonó a que ya estaba todo el pescado vendido en MasterChef 10, es decir, a que los jueces ya tenían decidido quién ganaría el programa: «Cuesta creer que seas aspirante y no profesional. Te mueves de una forma elegante, rápida, segura. Has nacido para esto. Y a esto debes dedicarte», le dijo antes de ofrecerle trabajo en su restaurante. La andaluza flipó con los elogios. Usamos ese verbo con intención puesto, que «flipar» y «macho» son las palabras que más repite la ganadora del talent culinario, que superó en la final a la publicista salmantina Verónica.

María Lo (Chiclana de la Frontera, 32 años) llegó a las cocinas de MasterChef entre risas. Y sonriendo se marchó. Por algo el chef catalán la apodó «la gaditana de la eterna sonrisa». Lo cierto que es que la situación que se generó en ese programa inicial fue llamativa. Entró a la prueba que decidía si entraba o no en el programa de la mano de una mujer a la que ella había enseñado a cocinar, la rentista Teresa (Madrid, 33 años), su ex pareja. Para añadir pil-pil al asunto, las hicieron cocinar juntas y, antes de comunicarles la decisión final, pasaron a sus actuales parejas a los fogones. Superaron ambas la criba, como era de esperar, puesto que si algo le gusta a la productora de MasterChef es la salsa rosa. Pero al final no fue este el dúo que dio más juego: ni chocaron ni se reenamoraron. Se trataron como amigas residentes –temporalmente– en el mismo programa.

Andalucía, Galicia y Cataluña

Ese primer día supimos que su nueva pareja se llamaba Patricia –durante el rodaje cumplieron dos años de noviazgo– y que había confesado su orientación sexual a su padre, un chino octogenario, justo antes de entrar en MasterChef. Con el tiempo hemos sabido más cosas de su vida. Que se fue de Cádiz a Galicia hace once años. Iba, así lo dijo, buscando su camino. En las tierras del norte estudió dirección hotelera durante cinco años. Después se marchó a Barcelona, donde lleva residiendo seis. En los últimos tiempos, sin ocupación: en el rótulo de presentación del programa, debajo de su nombre ponía «desempleada».

Ya desde un primer momento se vio que ella y Verónica eran las dos favoritas. Ferran Adrià, que algo de ojo tiene, le dijo a su mujer en el segundo programa que la gaditana y la publicista salmantina serían las protagonistas del duelo final. Acertó.

Gala a gala

Entró pisando fuerte. En el primer reto de MasterChef 10, María Lo fue elegida la mejor de la prueba con un «Bizcochito Marrano» que Jordi Cruz calificó como «una delicia». En la cuarta gala ganó un pin de la inmunidad y sorteó por primera vez la eliminación en el reto final. En la quinta, cocinó a dúo con su expareja y Teresa hizo un arroz «cuatro veces mejor», según el jurado.

En el sexto programa llegó su primer mal momento: en la clásica prueba de relevos, se atascó con un suflé de queso emmental. Tuvo que hacerlo seis veces, tarea en la que empleó nada menos que hora y media. En el reto final entregó el pin de la inmunidad.

En la séptima gala fue elegida la mejor en la prueba de exteriores. En el siguiente programa, ella y Verónica se llevaron una bronca de los chefs por no haberse entregado del todo en el reto celebrado al aire libre, y en la prueba final la gaditana se supo sobreponer a una quemadura en la mano derecha, que se bañó accidentalmente en agua hirviendo.

En la novena gala volvió a ser elegida la mejor en la prueba inicial. En la décima, se jugó el adiós en un mano a mano final con Jokin. En el siguiente programa, ella y Verónica se convirtieron en las primeras semifinalistas. En la duodécima, la semana pasada, fue la mejor en la primera prueba y en la de equipos (donde ejerció como capitana) y logró así el billete para la final, donde superó a Verónica en un duelo muy igualado. Su padre no asistió porque se encontraba delicado de salud; el pasado mayo falleció.

El futuro

¿Qué hará María Lo a partir de ahora? En la penúltima gala, logró –al vencer en un reto– un contrato de un año en las cocinas del resort Catalonia Grand Costa Mujeres, en Cancún. Pero ya ha dicho que esto de cruzar el charco lo deja por ahora aparcado. Ese el segundo trabajo que le salía en unos minutos, pues antes del inicio de la prueba Jordi Cruz le habría ofrecido un puesto en su restaurante ABaC. Este plan sí le hace tilín. Además, desea hacer el máster en el Basque Culinary Center que le corresponde como ganadora del programa. Es decir, trabajo relacionado con la cocina no le va a faltar. Ya a más largo plazo su objetivo sería contar con restaurante propio. El nombre ya lo tiene: Salitre.

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