La kryptonita del nuevo Superman de 'Pasapalabra'

Ya está escrito en El Debate porque llamamos al profesor Jorge Carmena el Superman de Pasapalabra. Es porque lució una camiseta del súper héroe en una de sus primeras participaciones y también por sus indudables aptitudes, esas que le mantienen invicto. Pero sabido es que todo Superman tiene su kryptonita, y la del aspirante al bote de Aranjuez, es más evidente a medida que transcurren los días.

Como es sabido, Pasapalabra consta de cinco pruebas, «Silla Azul» al margen. De todas ellas, Jorge, el nuevo amo del concurso, flojea en dos, lo que hace que habitualmente llegue con muy pocos segundos acumulados a la prueba final, donde se decide el bote, que es «El Rosco».

El «Una de Cuatro», que es el reto más fácil, y la musical «La Pista» son dominadas por este profesor de Infantil. Sus dificultades son notables con el «Sopa de Letras», pero aún mayores con la prueba que se le atraviesa, su auténtica kryptonita, sin duda la más difícil de las cuatro previas a «El Rosco»: «¿Dónde Están?».

Los invitados ayudan

En este reto, el equipo tiene que ir descubriendo dónde se esconde cada una de las nueve palabras que forman el panel. Si alguno falla, todo vuelve a comenzar, de modo que en ocasiones se entra en un bucle de errores de lo más estresante. De todas las veces que Jorge se ha enfrentado al «¿Dónde Están?» solo en una ocasión ha logrado resolverlo él; en seis ocasiones ha tenido la fortuna que lo han hecho los invitados (en una ocasión Alberto Vázquez, Carlos Latre, Arantxa del Sol y Lucía Jiménez, y en dos, Andrea Guasch).

Orestes Barbero y Pablo Díaz, por citar dos de los últimos grandes competidores de Pasapalabra, eran muy buenos en el reto ¿Dónde están? Tenían métodos memorísticos que no tuvieron problema en explicar. Pero se ve que Jorge no ha tomado nota.

Es evidente que los esfuerzos de estudio del aspirante madrileño se han centrado en la prueba final, «El Rosco». El problema es que, debido a su baja efectividad en «Sopa de letras» y «¿Dónde están?», llega muy justo de segundos a ese reto definitivo: en siete ocasiones ha contado con 140 segundos o menos, lo que incluso obliga a Roberto Leal a acelerar el ritmo de las preguntas.

En todo caso, le va bien. Lleva trece tardes en el programa y todavía no ha perdido en «El Rosco».