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La frase de san Juan que vertebra la 'La sociedad de la nieve'
«No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos» escribe el protagonista de la película de Bayona a los supervivientes
Es una de las escenas más conmovedoras de La sociedad de la nieve. El calendario señala el 11 de diciembre de 1972: Numa Turcatti acaba de morir y Gustavo Zerbino le quita un papel de las manos. Los supervivientes se lo van pasando. Cuando llega al último, leemos el contenido del mensaje póstumo: «No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos». Es la frase que vertebra la sociedad de la nieve, el grupo de supervivientes del accidente aéreo en los Andes que decidieron vivir cuando el cuerpo pedía morir.
La frase ha triunfado entre los seguidores de la película y se ha expandido a través de las redes sociales, pero seguramente son pocos los que conocen su origen. Los supervivientes sí lo conocen, y así lo escribe «Coche» Inciarte en su libro Memorias de los Andes. «La actitud, que luego fue determinación, fue gestada en un sentimiento de enorme respeto y gran amor entre todos. ‘Si yo me muero deseo que tú tomes mi cuerpo para seguir viviendo’. Como dijo San Juan: ‘No hay amor más grande que aquel que da la vida por un amigo’. Aunque, realmente, nosotros no lo decidimos. Solo cumplimos con el deber que teníamos frente a la vida».
La frase procede del Evangelio de San Juan 15, 12-17:
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
En el libro en el que se basa la película Gustavo Zerbino cuenta que, cuando murió, Numa tenía apretado en el puño un papelito donde había escrita la referida frase, pero no se indica la autoría de san Juan.