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Liam Neeson protagoniza la película Absolución, que puede verse en los cines

Liam Neeson protagoniza la película Absolución, que puede verse en los cinesYouPlanet Pictures

Crítica de cine

'Absolución': el duelo de Liam Neeson contra su propia desmemoria

El actor, de 72 años, interpreta en este thriller a un gánster que pierde la memoria y decide ordenar cuentas pendientes

Thug (Liam Neeson) es un exboxeador de Boston que lleva trabajando 30 años para el mafioso Conner (Ron Perlman). Cuando nota que se le empiezan a olvidar los nombres acude al médico que le diagnostica una encefalopatía traumática irreversible que se da en muchos boxeadores. Le confirma que la enfermedad avanza muy deprisa, y Thug decide reconciliarse con sus hijos a los que abandonó muchos años atrás. Pero ya sabemos que no es tan fácil salirse de los tentáculos del crimen organizado.

Predecible historia protagonizada por un Liam Neeson que hace de Liam Neeson. Predecible porque nos la han contado muchas veces: cuando se le diagnostica una grave enfermedad o algo parecido, un gánster decide dejar su vida delictiva y ordenar las cuentas pendientes de su vida familiar. Sin que falte la moraleja final: «A veces para hacer algo bueno hay que hacer cosas malas». Dicho esto, y quedando claro a qué tipo de película nos vamos a enfrentar, tratemos de desgranar algunos elementos de cierto interés.

En primer lugar, es curioso cómo una película de acción y gánsteres con Liam Neeson se convierte en un alegato feminista. El personaje de su hija, Daisy (Frankie Shaw) deja claro que la figura paterna es una maldita tradición familiar desde la época cavernícola. Pero Thug no solo es un varón fallido para su hija, parece serlo también para su novia (Yolanda Ross) y para la hispana Araceli que solicita su ayuda. Por ello la redención del personaje tendrá que ver con la liberación de la mujer.

En la otra cara de la moneda, encontramos a un Thug que, dado que le falló a su padre y luego a su hijo, quiere dejar un buen legado a su nieto, al menos en lo que a consejos se refiere, ya que no le lega en herencia una vida ejemplar. Más allá de estos típicos conflictos morales del que busca una última palabra de bien en su vida, y que dan una cierta profundidad al personaje, la película es el clásico thriller con alguna pelea –no muchas, pues Neeson no deja de tener 72 años– y varios tiroteos, que gira en torno a delitos de moda, como la venta de medicamentos opiáceos o, lo que es peor, el tráfico de mujeres para su explotación sexual.

Le sobran a la película los momentos oníricos en los Thug tiene pesadillas en las que se reencuentra con su padre a medida que se va hundiendo en el agua. Son escenas demasiado sofisticadas que rompen el tono y la cadencia de la narración sin que aporten más que la algo impostada nostalgia del padre. Quizá lo más interesante del filme es la propia enfermedad del protagonista, que se llega a desesperar verdaderamente cuando comprueba que se le olvida el nombre de sus hijos. Sin duda eso es lo más terrorífico de toda la película. Un filme que se ve, que entretiene sin grandes euforias, y que se olvida amablemente después de vista. Pero sin rencor.

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