Historias de película
El motivo del enfado de Humphrey Bogart en el rodaje de 'Casablanca': «Siempre estaba quejándose»
La tercera mejor película de todos los tiempos según el American Film Institute fue el fruto de un rodaje desastroso y un guion que se iba escribiendo día a día
Si existe una película que se convirtió en un clásico casi en el momento de su estreno, ésa fue Casablanca. Realizada en plena Segunda Guerra Mundial por la Warner Brothers, este drama romántico ambientado en la ciudad africana constituye el compendio de todas las bondades del sistema de estudios, pues supuso el verdadero triunfo de la colectividad que empezó por la unión de dos productores en estado de gracia, Jack Warner y Hal Wallis, pasó por la dirección de uno de aquellos artesanos de la Warner siempre impecable y eficaz como era Michael Curtiz, se construyó sobre el guion de los gemelos Julius y Philip Epstein y Howard Koch, continuó por la conjunción de dos actores de éxito reciente como Ingrid Bergman y Humphrey Bogart, se extendió sobre unos secundarios impecables como Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Dooley Wilson y Peter Lorre y culminó con ocho nominaciones a los Oscar de los que se llevó tres, mejor película, director y guion. Si siempre se ha dicho que el Ciudadano Kane de Orson Welles es la Capilla Sixtina del cine, Casablanca es su Notre Dame.
La película adapta la obra de Murray Burnett y Joan Alison Everybody comes to Rick, y está ambientada, de manera casi teatral, en el café americano que regenta Rick Blaine en Casablanca, ciudad a la que llega el líder de la Resistencia europea en su camino hacia Estados Unidos previo paso por Lisboa. Ese deseo es el que albergan todas las gentes de Casablanca, ciudad de la Francia no ocupada donde el capitán Renault hace la vista gorda con el tráfico de refugiados y conduce la ciudad entre corruptelas y pleitesía a los alemanes. Una noche, al café de Rick llegará el mundialmente conocido Victor Laszlo acompañado de una mujer. Una mujer a la que Rick había conocido en París.
A partir de ahí, la leyenda.
La película fue un éxito rotundo de crítica, de público y de premios. Estuvo años en cartel, se pasó a las tropas durante la guerra recaudando casi siete millones de dólares en todo el mundo, un hito en la época. Pero lo cierto es el rodaje fue complicado y que ni Ingrid Bergman, ni Humphrey Bogart, ni el director, ni los propios guionistas sabían cómo iba a terminar.
La propia actriz lo contaría en televisión en 1978 en el show de Dick Cavett: «Michael Curtiz me decía 'no le des demasiado a ninguno de los dos porque aún no han decidido con cuál te quedarás'. Suena increíble, pero íbamos a rodar dos finales: uno en el que me iba con mi marido y otro en el que me quedaba con Humphrey en Casablanca. Y es que nunca sabíamos lo que íbamos a hacer de un día para otro». Todo ello afectó al ambiente del rodaje, pues, contaba la actriz, Humphrey Bogart no llevaba nada bien esa forma de trabajar: «Estaba de muy mal humor porque no sabía qué iba a pasar después. No solía hablar con nadie a excepción del productor y el director. Siempre estaba quejándose. Estaba enfadado todo el rato por el terrible desastre en que estábamos metidos. Apenas hablaba conmigo, pero qué podía hacer yo para ayudarle», añadió con una sonrisa. Y concluyó: «Resulta muy extraño que, de entre todas las películas que están mejor organizadas o escritas, ésta, con toda su confusión y con un guion que iba escribiéndose día a día, se convirtiera en un clásico».
Y es que todo en ella es memorable. Cada frase, cada escena, cada plano, cada compás de la música, cada interpretación y cada personaje. Hoy parece imposible que uno de los analistas de guion de la Warner anotara al leer el de Casablanca: «Tontería sofisticada», porque lo cierto es que es una película que no solo constituye el triunfo de la colectividad, sino que la promueve. Y ahí está la clave de su grandeza, en ese final en el que Rick Blaine, en plena guerra, es capaz de renunciar a la mujer que ama para permitir que Laszlo pueda continuar su labor al frente de la Resistencia teniéndola a su lado. El sacrificio de Rick y ese nuevo futuro nada complaciente que se abre ante él es, en realidad, un final lleno de esperanza.