Entrevista con Erwan de la Villéon, presidente de Puy du Fou España
«Queremos que los héroes de nuestros hijos sean Isabel la Católica, Séneca y los reyes godos, no Pikachu y Superman»
El parque histórico reabre sus puertas el 19 de marzo con Cristóbal Colón, El Cid, Isabel la Católica o Lope de Vega como grandes protagonistas
Puy du Fou es un proyecto colosal de reivindicación de la cultura y la historia nacional. Nacido en Francia hace 40 años, aterrizó en nuestro país con un objetivo: huir de la Leyenda Negra y del revisionismo histórico y ensalzar la gloria de la Historia de España, sus raíces cristianas y sus figuras legendarias con rigor y altas dosis de emoción.
El próximo 19 de marzo, el parque más premiado del mundo en su primer año de apertura vuelve a abrir sus puertas para continuar emocionando a través de la historia y la naturaleza. En El Debate entrevistamos a Erwan de la Villéon, presidente de Puy du Fou España, para conocer los orígenes del parque ubicado en Toledo, su lucha contra la corrección política y sus proyectos de futuro.
–En Francia hay espectáculos abrumadores, como la trinchera de Verdún, de la Primera Guerra Mundial. ¿Con qué emociones cuentan en Puy du Fou?
–Hay muchos abuelos que llevan a la trinchera a sus nietos y salen llorando, porque es la historia que ellos mismos vivieron, o la historia que les han contado sus padres. Es una historia muy cercana para la generación de nuestros abuelos. En Puy du Fou jugamos con el abanico de muchas emociones distintas: la trinchera es muy realista, y hace referencia a algo que sucedió hace muy poco en Europa. Pero también hay emociones muy estéticas: en Francia están los mosqueteros, y en España el espectáculo de Lope de Vega, que es muy teatral y de una factura brillante. Otra emoción distinta la encontramos con la historia del Cid en El último cantar: es una emoción más dramatúrgica, más profunda, más grave. En Allende la mar océana compartimos las ansias por descubrir, por revivir el viaje de la mano de la tripulación de Colón. Y con la cetrería tenemos esa conexión especial con la naturaleza, es algo más especial. Así que tenemos un caleidoscopio de emociones.
–Los periodos históricos que se reflejan en los distintos espectáculos no son políticamente correctos. En Francia se cuenta la Revolución Francesa pero desde la rebelión de los católicos de La Vendée, y en España se ensalza la figura del Cid, el héroe de la Reconquista...
–Nosotros en Puy du Fou tenemos una visión muy clara, que es ofrecerle a la gente un espectáculo sobre su propio patrimonio. Mis primeros adversarios son Batman y Pokémon. Me llama muchísimo la atención que nuestro imaginario, nuestro espacio mental, afectivo incluso, está colonizado por personas y figuras que no son nuestras. Yo soy francés, pero me considero hijo adoptivo de España, y creo que lo primero que tenemos que hacer es mirar nuestra cultura. Esto tiene mucho que ver con la Fundación de Puy du Fou: cuando en 1978 se monta el primer espectáculo, se busca que sea un himno a la cultura francesa, que celebre lo bonito, lo grandioso y también lo sutil que puede ser la cultura popular de la bandera francesa.
–¿Desde el principio nació con ese sentido de reivindicación de la historia y la cultura propias?
–Absolutamente, no se trataba de algo exclusivamente lúdico. De hecho, diez años después, el ministro de Cultura Jacques Chirac le pidió a Philippe de Villiers [político y fundador de Puy du Fou] que se ocupara de la instalación de Disneyland en Francia en los años 80. Entonces él se sorprendió: «Pero ¿por qué necesitamos a Mickey Mouse para divertir a nuestros hijos cuando tenemos una historia tan fantástica, cuando tenemos tantos héroes franceses?». Accedió a hacerlo, pero a la vez se propuso crear «el antídoto», la versión inteligente de Disney. En Puy du Fou no nos ocupamos de sensaciones, de montañas rusas, de moverte la tripa, sino de conmoverte el corazón. Es muy distinto. Son emociones, no sensaciones. Y sobre todo, son emociones que tienen que ver con la sangre que corre por tus venas.
–Sin embargo, no se plantea la historia desde un punto de vista dicotómico, de buenos y malos...
–Nosotros venimos del bando antirrevolucionario en Francia. Y pensamos que cuando uno niega sus orígenes está perdido: hay que saber de dónde vienes para saber a dónde vas. Nosotros venimos claramente de esta tradición, una tradición que tiene en el centro el amor a la verdad, el querer la paz y también el haber sido perseguidos. Ahora bien, presentamos la historia desde un punto de vista que unifica a la gente, no la divide: esa es una de las grandes virtudes de Puy du Fou. Aunque muchos de los que vienen tengan supuestamente otra ideología, incluso opuesta, pero les gusta, y no solamente porque es bonito, sino porque aunque no sea de su cuerda, está realizado con mucho respeto. El ejemplo paradigmático es el tratamiento que hacemos de la Guerra Civil, con mucha delicadeza y sin inclinarnos por ningún bando. Además yo, al ser francés, tengo la suerte de que no puedo ser sospechoso de pertenecer a ningún bando de forma afectiva, porque no es mi historia. Es la suerte que me da la distancia.
–Entonces ¿cuál es el criterio para seleccionar los periodos históricos?
–Nos interesa toda la historia, todos los momentos de gloria, de gran alegría popular: las grandes victorias y las hazañas. Pero también la historia más humilde, la historia popular, la historia de la gente un poco olvidada. Cuando hablamos de historia solemos centrarnos en los reyes y en las grandes figuras y nos olvidamos del pueblo, pero hay una razón: en 200 años no se nos recordará a nosotros. Se recordará a los diez grandes de nuestro mundo, y poco importa. En Puy du Fou queremos darle al pueblo el entusiasmo, el deseo de conocer sus raíces, el anhelo de saber quiénes son. Vamos a despertarles las ganas de conocer su historia, vamos a despertar su orgullo, y que digan: «Es bonita mi historia, la tradición de mi pueblo; la sangre que corre por mis venas ha dado grandes frutos y no solamente a través de grandes hazañas, sino también de la vida sencilla de la gente». Todo esto es lo que nos alegra, nos enamora y lo que queremos restituir en Puy du Fou.
–¿Existe también una intención de reivindicar las raíces cristianas de nuestro pueblo?
–Sí, en cuanto a que no se puede entender la historia sin el cristianismo. Por ejemplo en el Sueño de Toledo, el espectáculo inicial de Puy du Fou España, contamos la aparición de la Virgen del Sagrario. Es un milagro cuya tradición se sigue celebrando y perpetuando en la Catedral de Toledo, en una capilla que se llama la Capilla de la Descensión, 1500 años después. San Ildefonso, un obispo de los tiempos visigodos, fue un gran defensor de la Virgen María en tiempos de controversias teológicas sobre su figura, y en respuesta a su defensa, llena de delicadeza, la Madre de Dios se apareció en la Catedral de Toledo y le regaló una casulla de oro. Yo soy católico, sin duda ninguna, pero ni siquiera hace falta ser católico para ver el protagonismo que tiene la fe cristiana en la historia de España. Reivindicamos el cristianismo porque se impone por sí mismo: no forzamos las cosas. Nuestra meta no es colar un cura y una monja en cada escena, sino ser fieles a la verdad y reflejar de qué forma la historia de España tiene que ver con la fe católica. Y la verdad es que gran parte de la identidad de este país se ha constituido en torno a la fe católica, ha sido su columna vertebral.
Reivindicamos el cristianismo porque se impone: no forzamos las cosas. Nuestra meta no es colar un cura y una monja en cada escena, sino ser fieles a la verdad
–Uno podría pensar que en el momento de polarización que vivimos, y de revisionismo histórico, una defensa así podría hacer que ciertos sectores se enfadaran...
–No despierta protestas precisamente porque no nos situamos ni en el revisionismo ni en la polarización. Y creo que es uno de los componentes de nuestro ADN. Nos creemos lo que hacemos, lo hacemos bien, lo mejor que podemos, con una gran visión artística. Tenemos una forma propia de contar la historia y de adaptarla a la escena, y no lo hacemos nunca enfrentándonos a un enemigo. Nuestro único enemigo es el imaginario importado, Pokémon y Superman, y no es por ir contra nada, sino por puro españolismo. Nuestro anhelo es que nuestros hijos tengan un espacio interior para héroes de su país, de su cultura. Sea el que sea: el Gran Capitán, Isabel la Católica, los reyes godos, Sisebuto, Leovigildo o Séneca…
–El parque en Francia nació primero como una asociación. ¿En qué momento se decide exportar la idea a España?
–Efectivamente, en Francia se crea con voluntarios, y sigue funcionando así. La matriz es una asociación sin ánimo de lucro cuyos dueños son los 4.000 voluntarios que forman parte de ella. Yo también soy voluntario y miembro de la asociación. Se trata desde un principio de una obra, más que una empresa, aunque necesitemos el éxito financiero para continuar. Pero la meta no es la riqueza material, es «construir una catedral». Esto es lo que enmarca nuestra estructura social. Y somos nosotros, los nietos de esta matriz, de esta asociación sin ánimo de lucro, los que la sacamos adelante. Cuando decidimos montar Puy du Fou en España no nos lo planteamos en absoluto en términos de exportar o importar, porque precisamente se trata de poner en valor y celebrar lo grande y bonita que es la cultura popular. La forma deriva del fondo.
–Pero ¿la experiencia en España es indivisible de la original francesa?
–Todo dependía de lo que nos íbamos a encontrar en España. No es una importación, aunque sí utilizamos las herramientas técnicas y artísticas que hemos desarrollado en los últimos 40 años en Francia y somos fieles a nuestra línea, que es celebrar una cultura popular en su diversidad: esta sedimentación de épocas, de riquezas, de influencias diversas que es la cultura de cada país. Creo que precisamente estamos en un mundo que está creando bandos todo el tiempo, y uno se olvida de lo sutil que es una identidad. Hoy en día hay quienes te dicen que ser español implica unos rasgos característicos fijos, escritos en piedra, y hay quienes dicen lo contrario, que ser español no quiere decir nada. Hay un espacio entre ambas posturas, y ese es el espacio que nosotros queremos celebrar, que es la riqueza, lo sutil, lo frágil que es la cultura popular. Entonces no decidimos ni importar ni exportar nada, sino crearlo en España.
–«Construir la catedral».
–Sí, efectivamente, al igual que la Catedral de Toledo fue construida por monjes franceses (francos), hoy importa poco la cuestión de la nacionalidad, porque además corren tiempos en los que hablar de la fe es un poco anacrónico. Cuando tienes una obra bonita y fecunda, tienes ganas de hacerla crecer. Somos como una familia con ganas de tener más hijos. Pero en vez de crecer en Francia –no queremos ser el Disney de turno que acoge a 10 millones de personas: con nuestros 2,5 millones estamos felices–, decidimos crecer en otros países. Todos los países del mundo tienen una cultura magnífica y creo que precisamente el gran enemigo es el olvido de esto. Todos coincidimos en que hace falta reivindicar los valores propios, en que uno de los dramas del mundo actual es que se van diluyendo las identidades y que es una de las razones por la que se suscitan, por otro lado, nacionalismos violentos. Pero ¿quién se pone manos a la obra y lo arregla? Nosotros, humildemente, porque hay miles de maneras de hacerlo. Pero es nuestra apuesta por la paz, por la identidad: para amar nuestra historia tenemos que conocerla primero.
Para amar nuestra historia tenemos que conocerla primero
–¿Qué nuevos proyectos se esperan en Puy du Fou España?
–Francia nos proporciona una hoja de ruta, por así decirlo. Aunque evidentemente no serán ni Juana de Arco, ni los mosqueteros de Richelieu, sabemos que si en Francia hay cabida para veinte espectáculos, en España caben los mismos o más. Además estamos en Toledo, a menos de una hora de Madrid, con un potencial de visitantes enorme. Queremos seguir creciendo, y en 2022 vamos a abrir varias salas para celebrar eventos privados, como comuniones y reuniones, y vamos a reforzar un espectáculo que consiste en varios cuentacuentos que explican los episodios de la historia de España: los veteranos de Lepanto, un superviviente de la Guerra de Independencia y otro de Numancia... que van contando sus hazañas y desdichas al visitante.
–¿Qué perspectivas tenéis para la nueva temporada?
–Abrimos las puertas el Día del Padre, el 19 de marzo, y esperamos a unos 700.000 visitantes en esta temporada. Vamos a empezar a preparar también algo especial para Navidad: por primera vez abriremos entre el 6 de diciembre y el día de Reyes, y vamos a contar el relato de lo que sucedió en Belén. En general estamos muy contentos, porque aunque han sido años difíciles con la pandemia y las condiciones climáticas, terminamos y abrimos a tiempo, después de cuatro años de construcción, que es lo que nos habíamos marcado.
–¿Qué cifras maneja Puy du Fou?
–El 98 % de la gente que ha ido lo recomienda, y el 92 % quiere volver. Nuestro fundador dice que a menudo el éxito se mide en proporción al número de litros de lágrimas que derrama la gente. A pesar de las restricciones de la covid, este año hemos tenido más de 615.000 visitantes, más de lo que nos esperábamos. Por eso somos optimistas respecto al futuro.