Por qué la Biblia es un libro fundamental para un Occidente que cada vez lo desconoce más
El relativismo del que advertía Benedicto XVI, la nueva moral, el revisionismo y lo woke esconden no la religión sino la historia de su cultura a las nuevas generaciones
No es solo la palabra de Dios, sino la historia de la sociedad occidental. Su ocultación o apartamiento es el revisionismo original (el «pecado original») de la «nueva» historia de los hombres. El libro más vendido de la historia ha tenido a lo largo de los tiempos un sitio reservado, no tanto por privilegio, sino por sentido común, en las escuelas de Europa y de Estados Unidos hasta que empezaron los desacuerdos sobre su imposición.
La Biblia nos dice que hay que amar al prójimo sin diferenciaciones
En España empezó la asignatura de Ética para sustituir a la de Religión en el caso de aquellos niños «objetores», o más bien aquellos hijos de padres «objetores» a que se enseñara la historia del cristianismo, que es, más allá de la fe, la historia de su cultura. En nuestro país la Ley 24/1992 «garantiza al alumnado, a sus padres, madres o tutores que lo soliciten, el ejercicio del derecho a recibir enseñanza religiosa evangélica en los centros docentes públicos y privados concertados, siempre que, en cuanto a estos últimos, el ejercicio del derecho no entre en conflicto con el carácter propio del centro».
La Biblia ha enseñado a los hombres occidentales a vivir mostrándoles la civilización a la que pertenecen. La libertad, la razón, el respeto, la caridad, la humildad... se encuentran en el interior de unas páginas vetustas (y no todas edificantes, ni mucho menos) que nos dicen que se debe amar al prójimo sin diferenciaciones. Hay en La Biblia Historia y Literatura, la Historia y la Literatura de Occidente.
No es creer en La Biblia, sino conocerla
España es un Estado aconfesional que garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto, según el artículo 16 de la Constitución. Una libertad no del todo cierta en una suerte de refutación indirecta del libro del cristianismo (y del judaísmo) que no es solo un libro religioso sino el libro de una civilización, fuera de sus creencias. No se trata de creer en La Biblia del mismo modo que no se trata de creer en Cervantes o en Shakespeare, sino de conocer La Biblia del mismo que se conoce a Cervantes y a Don Quijote o a Shakespeare y a Hamlet. ¿Hay alguna Ley que tenga que garantizar «al alumnado, a sus padres, madres o tutores que lo soliciten, el ejercicio del derecho a recibir enseñanza 'quijotesca cervantina'»?
Se puede decir que La Biblia es digna de estudio por sus cualidades literarias e históricas
No conocer quién fue María Magdalena es como no conocer a Dulcinea o a Ofelia. En Estados Unidos, el Tribunal Supremo prohibió las lecturas obligatorias de La Biblia en 1963 por crear un «establecimiento de religión», pero en la sentencia los jueces añadieron que «Ciertamente se puede decir que La Biblia es digna de estudio por sus cualidades literarias e históricas. Nada de lo que hemos dicho aquí indica que tal estudio de La Biblia o de la religión, cuando se presenta de manera objetiva como parte de un programa de educación secular, no se puede efectuar de manera consistente con la Primera Enmienda».
Sin embargo, en la actual carrera frenética por prohibir libros, principalmente en Estados Unidos, en algunos Estados se llegaron a promover iniciativas (que tuvieron efectos) para prohibir La Biblia por «pornográfica» en algunos de sus pasajes, en «venganza» por la prohibición de libros LGTB, mientras La Torá o El Corán permanecían inmaculados. El quid está en quienes piensan de modo sectario que no se debe leer La Biblia en la escuela porque es un libro religioso, pero sí están a favor de libros que alientan el escepticismo sin conocimiento o introducen la ideología de género.
La Biblia es un libro, el más importante de la historia de la humanidad, el primero que se imprimió y donde está el origen de la cultura occidental, la poesía, sus costumbres, sus leyendas, además de los principios de la fe cristiana. No leer La Biblia y por lo tanto, desconocerla, es desconocer los pilares de nuestro mundo, que es como si el veneciano que vive sobre el agua no supiera que su ciudad se sostiene con vigas de madera clavadas en el barro que sujetan de manera milagrosa, con toda su antigüedad e imperfecciones, sus hermosos palacios.