Ian McEwan, aspirante al Nobel, dice a los jóvenes autores que no se plieguen a las «nuevas sensibilidades»
El escritor británico, que podría ganar dentro de unos minutos el galardón de la Academia sueca, anima a los nuevos narradores a que sean «valientes»
Después de estas declaraciones, es posible que uno de los habituales candidatos, cada año, al Nobel de Literatura, haya dejado de serlo. La corrección política ha sido la característica fundamental de los premiados por la Academia sueca en los últimos tiempos, más allá de la calidad de sus libros, de su éxito o de su influencia en los lectores y en la sociedad.
Más bien esa influencia ha sido menor en el caso de los últimos ganadores. Escritores «minoritarios» en comparación a los grandes favoritos y, por qué no, los mejores escritores de este tiempo. Ian McEwan es uno de ellos, sin ninguna duda, desde su debut tremendo con Jardín de Cemento. Después ha ganado el Premio Booker en 3 ocasiones con sus éxitos Expiación, Sábado y Ámsterdam.
«¡Sed valientes!»
McEwan está en contra de los «lectores de sensibilidad», una «moda» entre los editores en el mundo anglosajón, esos nuevos censores que recortan o cambian los textos que pueden resultar ofensivos para según qué colectivos o minorías. «¡Sed valientes!», clama el de Aldershot, de 75 años, dirigiéndose a los jóvenes escritores: «Está sucediendo entre gente muy joven que vive en sociedades que son relativamente libres, y parecen querer atarse los brazos y las piernas de forma simplemente trivial», ha declarado.
«Al diablo con todos ellos. Tienes que escribir lo que sientes. Debes decir la verdad», continúa. «Estas histerias masivas, pánicos morales, atraviesan a la población de vez en cuando. Y creo que esta es una de ellas». ha dicho McEwan, que sin embargo apoya a los activistas por el cambio climático, como también apoyó a unos estudiantes que derribaron la estatua de un esclavista en Bristol:
«Exigir un poco más de responsabilidad sobre nuestro pasado imperial colonial es una demanda perfectamente válida. Pero decir que no podemos leer a Nabokov o Conrad o lo que sea, me parece despreciable».