El cambio de un genio creativo por una responsable con traumas infantiles: ¿el origen de la Disney «woke»?

Jennifer Lee, la directora de la división de animación de Disney, ha concedido una entrevista a El Mundo coincidente con los 100 años de su creación. Lee sustituyó en 2018 a John Lassetter, el genio creador de los estudios Pixar, a los que adquirió Disney y gracias a ello alcanzó unas alturas de calidad y éxito que han ido cayendo inexorablemente en los últimos cinco años, después de que Lassetter fuera apartado por diversas acusaciones de acoso, que el mismo director reconoció.

Entonces llegó Lee (responsable del enorme éxito de Frozen), quien dice haber sufrido bullying en la escuela y que reconoce que se refugió en Cenicienta para superar aquello. La misma historia de Lee parece curiosamente una historia de Disney, de quien cualquiera podría decir que está utilizando su puesto de trabajo para resolver sus traumas infantiles, unos traumas que no todos los niños, ni siquiera un porcentaje notable (por suerte para la gran mayoría y por desgracia para Lee), no han sufrido.

Pero da lo mismo, como ella sí, y es la directora creativa del mayor estudio de películas para niños, ha decidido volcar su experiencia personal ideologizada para introducir la inclusividad como norma. La última película, de la última lista ya conocida, es Wish, el poder de los deseos, cuyo argumento, grosso modo, es el de una adolescente, negra y pobre, que se enfrenta a un hombre blanco, poderoso y rico. Dice Lee que insiste en la inclusividad porque su deseo es «hacer ver que es más lo que tenemos en común que lo que nos divide. La gente se ve representada en nuestros personajes y reconoce un mundo al que pertenece».

Pero la realidad es que la gente está dando de lado a esta Disney, a la Disney de Lee y la inclusividad. Cada vez menos padres quieren que sus hijos vean sus películas por su carga doctrinaria, absolutamente impropia de filmes para niños. Los buenos valores que históricamente Disney ha mostrado, los valores sencillos, universales, como el amor, la amistad, la superación, la fantasía o la simple diversión han sido sustituidos por nuevos «valores» que dan vueltas alrededor de la inclusividad y otros objetivos «woke» que dan de lado a los anteriores, incluso tachándolos de «inapropiados».

Dice Lee que la época «horrible» de su bullying la motiva en la actualidad. ¿Es lo más adecuado que la motivación de una persona adulta, responsable del contenido de películas que van a ver millones de niños, sean sus experiencias negativas de infancia? Para esto quizá sería mejor que fuera a ayudar de forma concreta a los pobres niños que sufren acoso, en vez de difundir su experiencia, de forma parcial, por medio del gran poder que alguien, más responsable que ella de las consecuencias, ha puesto en las manos de una «Cenicienta» traumatizada, en lugar de feliz.