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Imagen de Blancanieves (2024)

Imagen de Blancanieves (2024)

¿Quién fue la Blancanieves real que inspiró el cuento y el filme original para bochorno de la nueva Disney?

Además del revisionismo antiartístico, la tendencia «woke» de la compañía alcanza el ridículo completo en el caso de la princesa alemana real a la que han convertido sin motivo alguno y contra la esencia del cuento en personaje latino

En el mundo actual la reina de Inglaterra de ficción en una famosa serie de televisión sobre el siglo XIX es de raza negra. Buena parte de su nobleza también. En el mundo actual la inspiración no es artística sino revanchista, la mayor parte de las veces, como en la citada ocasión, de forma absurda.

Antaño las inspiraciones no llegaban para restituir o incluso para vengar nada, sino para, simplemente, crear. El revisionismo se ha apoderado del arte, de las ideas artísticas, hasta el punto de llegar en algunos casos a abolir la creación antaño entendida como tal. Cuando el revisionismo es la mayor aportación de una obra el arte es secundario y puede llegar a ser inexistente.

Un buen ejemplo de ello es la ceremonia de inauguración (y la de clausura) de los Juegos Olímpicos de París, donde todo el mundo habló de las ofensas al cristianismo y de la apología de lo «woke» y casi nadie del espectáculo, la mayoría, además, para mal. Blancanieves es un caso que ilustra bien esta idea.

Walt Disney se inspiró en el cuento de los hermanos Grimm, quienes a su vez se inspiraron en la princesa alemana del XVIII, María Sofía Margarita Caterina von Erthal. Las variaciones, desde luego (no tenían por qué) no fueron de raza entre la realidad y el cuento primero y después entre la realidad, el cuento primero y la película de animación de 1937.

De hecho la inspiración para el cuento y la película es una simple adaptación artística, creativa, de una historia real no demasiado tratada, sino sencillamente hecha ficción en pequeños detalles para el entretenimiento y solo para el entretenimiento. Al contrario que ahora, nadie entonces buscaba restablecer un imposible ni siquiera en la fábula, porque la fábula es para fabular y no para desagraviar el pasado, pues el desagravio solo es propio del presente.

Castillo de Lohr

Castillo de Lohr

De este modo, el revisionismo es extemporáneo y absurdo como absurda es una Blancanieves con rasgos latinos que nada tiene que ver con la princesa bávara María Sofía quien, según cuentan, sufrió mucho en su infancia. Al parecer quedó casi ciega al sufrir de viruela en su niñez. Su madre murió y su padre, el príncipe Philipp von Erthal, se volvió a casar con una condesa que apartó, en favor de sus propios hijos, a esta Blancanieves con rasgos de Cenicienta a la que todo el mundo quería, sobre todo los niños, esos enanitos, que trabajaban en unas minas cercanas en Bieber.

La historia es aún más real y menos de ficción con las averiguaciones del historiador Karl Heinz Bartels, quien en 1986 publicó un ensayo donde la relación entre la princesa y el personaje se estrecha al mostrar la existencia del mismísimo espejo que habla (uno de los mayores reclamos turísticos de Lohr, la localidad natal de la princesa), un juguete sonoro famoso en la época que producía una especie de eco cuando alguien hablaba delante de él.

De este modo no hay tanta distancia entre la verdad y el mito, apenas la sutileza de la creación artística, que en el caso de la original y la nueva Blancanieves latina es un mundo. Stefan Zweig hubiera llamado a aquella con toda su nostalgia y su tristeza El mundo de ayer.

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