Viena, 1939 y el primer Concierto de Año Nuevo organizado por Goebbels
El primer director al frente del concierto de cada 1 de enero fue investigado tras la Segunda Guerra Mundial por colaborar con el nazismo, aunque fue exonerado de las culpas en 1947
Cae el telón. Es 31 de diciembre de 1939. Sobre el escenario de la sala dorada del Musikverein de Viena, lleva la batuta Clemens Krauss. Ya tenía fama como alumno de Richard Strauss y por haber dirigido las últimas óperas del compositor, que nada tiene que ver con la gran saga de músicos, autores de la mayor parte de las piezas tradicionales que todavía hoy se interpretan en cada concierto de Año Nuevo. Ya conocía cada nota colocada en el pentagrama del repertorio de la familia austríaca. Una década antes, Krauss inauguró la tradición de organizar un recital anual dedicado a los reyes del vals.
Por todo ello y por su íntima amistad, el ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, le escogió para su concierto en el auditorio más bello del mundo, con el que quiso rendir homenaje a las provincias orientales del Tercer Reich. Apenas unos meses antes, Alemania había entrado en Polonia y cambiado las banderas rojiblancas por la esvástica nazi.
Aquel frío día de diciembre solo se interpretaron obras de Johann Strauss, hijo. No se escuchó ni El Danubio azul ni la Marcha Radetzky. La tradición de unir en un solo libreto para el concierto las composiciones de todos los miembros de la familia no llegaría hasta algunos años más tarde. Había más de 2.000 localidades disponibles, entre los asientos y las plazas de pie, pero no muchos vieneses pudieron hacerse con una entrada. Ni en 1939 ni ahora.
Los beneficios recaudados con la venta de las entradas iban a la Winterhilfswerk, la organización de ayuda invernal del pueblo alemán, una campaña del partido nazi para ayudar a los más desfavorecidos y que acabó convirtiéndose en un escaparate de las políticas sociales del régimen de Hitler.
El concierto de Año Nuevo se celebró cada Navidad durante la Segunda Guerra Mundial. Para Goebbels era una forma de mostrar la unidad de la Alemania nazi. 1940 fue el único año en que no se organizó, ya que del 31 de diciembre de 1939 pasó directamente al 1 de enero de 1941. La primera vez que el mundo escuchó desde el escenario de la sala dorada el vals dedicado al río que viaja desde Alemania hasta el mar Negro fue el primer día de 1944. Dos años después le tocó el turno a la Marcha Radetzky, dos piezas que casi ochenta años después siguen cerrando cada concierto de Año Nuevo con el público en pie.