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Ildefonso Falcones en la entrevista con El Debate

Ildefonso Falcones en la entrevista con El DebateDaniel Vara

Ildefonso Falcones, escritor

Ildefonso Falcones: «El pueblo catalán siempre ha querido estar por encima de los demás»

El escritor barcelonés Ildefonso Falcones conversa con El Debate sobre su última novela, En el amor y en la guerra (Grijalbo), tercera entrega de la saga de La catedral del mar

El escritor Ildefonso Falcones alcanzó la categoría de superventas en 2006 con La catedral del mar, un fenómeno literario sin precedentes en España.

La historia de la Barcelona medieval y la construcción de la iglesia de Santa María del Mar consagraron a este abogado como bestseller patrio y le valieron un unánime reconocimiento de la crítica.

Tras La catedral del mar llegó Los herederos de la tierra (2016). Antes, había explorado nuevos caminos, siempre en la novela histórica, con La mano de Fátima y La reina descalza, y después continuaría con El pintor de almas o La esclava de la libertad. Sin embargo, la saga de La catedral del mar necesitaba continuar, y es ahora, con En el amor y en la guerra (Grijalbo), cuando prosigue la historia iniciada en 2006.

Cubierta de 'En el amor y en la guerra', Ildefonso Falcones

Cubierta de 'En el amor y en la guerra', Ildefonso FalconesGrijalbo

Una historia que, empleando la saga familiar de los Estanyol, sigue el devenir histórico de Barcelona, Cataluña, la Corona de Aragón y una España que abandona la Edad Media y se adentra en el Renacimiento y la expansión aragonesa por el Mediterráneo.

Falcones, un hombre tranquilo que afronta con serenidad su momento presente tras superar el cáncer y los envites de Hacienda, recibe a El Debate y a otros medios en un hotel del centro de Madrid. Más que noticias positivas sobre su enfermedad, destaca que no las hay «negativas». «Positivo es que estés limpio, pero claro, tienes que esperar cinco años. Es una carrera de fondo importante».

Un momento de la entrevista

Un momento de la entrevistaDaniel Vara

En cuanto a Hacienda –a la que ganó un juicio tras una demanda por fraude fiscal–, lamenta Falcones que «sigue apretando». «Es una tortura, una verdadera tortura. Tremendamente arbitraria e injusta».

Ya metidos en materia, en En el amor y en la guerra, Ildefonso Falcones traslada la acción al otro lado del Mediterráneo, a Nápoles, a mediados del siglo XV, donde el rey de Aragón Alfonso V despliega sus ejércitos para afianzar el control aragonés sobre el mayor reino de la península itálica.

Una conquista que no será en balde. Dante llama a los «catalanes» avaros en su Divina Comedia, y los napolitanos se refieren a los conquistadores aragoneses con el nombre genérico de «catalanes», fruto del importante peso de los ejércitos catalanes del rey aragonés en la conquista.

Los reinos que conformaron lo que se conoce como Corona de Aragón eran independientes entre sí

La pregunta es inevitable: ¿Está de acuerdo con el concepto de corona catalano-aragonesa que defienden en ambientes historiográficos y políticos nacionalistas de Cataluña?

«Lo de la corona catalano-aragonesa…, es que yo creo que los reinos que conformaron lo que se conoce como Corona de Aragón eran independientes entre sí. Yo sostengo eso. Cada reino –Aragón, los condados catalanes, Valencia e incluso Mallorca– tenía sus cortes, su moneda, sus lenguas, sus propias leyes y sus propios representantes. En fin, actuaban con una independencia absoluta», explica.

«Hubo guerras en las que Cataluña se negó a ir para apoyar a Aragón, y otras en las que Aragón decidió no mandar soldados. El rey no era rey hasta que no juraba en cada sitio. No había una capitalidad única. No es que el rey jurara en Zaragoza y ya fuera rey de todo, no. Los catalanes y los valencianos no lo reconocían como rey hasta que no juraba en Barcelona o en Valencia», añade.

Ildefonso Falcones habló de su último libro

Ildefonso Falcones habló de su último libroDaniel Vara

Asimismo, «hay muchos documentos en los que los catalanes llaman a veces extranjeros a los aragoneses, y los aragoneses y los valencianos llaman extranjeros a los catalanes. Eran como una commonwealth, una serie de reinos unidos en la figura del monarca».

«Entiendo que en el lenguaje siempre intentamos reducirlo, porque si no habría que decir la corona aragonesa, catalana, valenciana, mallorquina, siciliana, de Cerdeña…, y nos vamos hasta Jerusalén. No puede ser; entonces, la reducción es la Corona de Aragón. Pero en todos los documentos oficiales el rey nunca se limitaba a ser rey de Aragón».

«Desde el primer momento de la conquista, Alfonso V buscó que el Papa reconociese a su bastardo Ferrante como heredero de la corona de Nápoles. Cataluña y Aragón financiaron la conquista, pero, sin embargo, en un primer momento no recibieron esa corona. Eso vendría más tarde, ya con el virreinato, cuando Fernando el Católico reconquista Nápoles. Pero, en este primer momento, en esta primera conquista del Reino de Nápoles por parte de Aragón, supuso un problema. Yo creo que, incluso, llevó a los enfrentamientos bélicos de la guerra civil de 1462 en Barcelona, en Cataluña».

Ildefonso Falcones subraya también la tensión entre la Monarquía aragonesa, el rey Alfonso V y la nobleza, en particular la catalana.

Recuerda que, tras conquistar Nápoles, «jamás regresó a ninguno de sus reinos en España. Alfonso V conquistó Nápoles y se quedó allí para toda la vida. Tenía cierta aprensión hacia los derechos que habían obtenido los catalanes, con las constituciones… Todos aquellos derechos obtenidos por la nobleza en momentos determinados y que él no entendía por qué tenía que cargar con esa rémora, con algo que los catalanes habían obtenido por apoyar a un rey antiguo».

Preguntado sobre la constante histórica de las tensiones entre la nobleza catalana local y la corona, primero la aragonesa y luego la española, y las tensiones actuales y en la historia reciente entre la élite política nacionalista catalana y el poder central de la nación, Ildefonso Falcones señala que «cada pueblo es fruto de su historia, y el pueblo catalán siempre ha querido, o deseado, estar por encima de los demás».

El pueblo catalán «ha trabajado mucho para ello; comercialmente lo estuvo, ha tenido épocas doradas en las que lo estuvo (por encima de los demás) y otras en las que fue avasallado o reprimido. Todo eso lleva a los condicionantes actuales».

Eso sí, muestra sus dudas sobre si las élites catalanistas son conscientes de su propia historia y de un devenir histórico que puede explicar las relaciones entre las élites políticas catalana y central. «No sé si todas las personas que están defendiendo esas posiciones son conscientes de la historia o si solo hablan, solo actúan por un ímpetu».

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