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Genial tanto la persona como el personaje, hasta las frases falsas de Cela pasaron a la historia

Genial tanto la persona como el personaje, hasta las frases falsas de Cela pasaron a la historiaEuropa Press

Las frases más famosas de grandes escritores que nunca se pronunciaron

No por fuerza de repetirlo algunas de las frases más famosas atribuidas a escritores se pronunciaron de verdad

Suele ser habitual el empleo de frases o citas atribuidas a escritores, también a personalidades de diferentes ámbitos (políticos, militares, artistas…) y que, sin embargo, son apócrifas, aunque todo el mundo las de por verídicas.

Es verdad que, en determinados casos, y a fuerza de repetir la frase y su atribución, ya da igual que sean o no verdaderas. Se han extendido tanto y están tan asentadas en el imaginario colectivo de la sociedad que hasta la falsa atribución forma parte de su misteriosa magia.

Proponemos aquí algunas de las frases más famosas de escritores que, sin embargo, nunca pronunciaron ni escribieron:

El fin justifica los medios

Atribuida tradicionalmente al filósofo y diplomático florentino Nicolás Maquiavelo, lo cierto es que el autor de El príncipe, obra fundamental del pensamiento del Renacimiento, por otro lado, nunca pronunció esa frase.

Su origen es debatido –incluso se le ha llegado a atribuir a San Ignacio de Loyola, o a una nota rápida escrita por Napoleón en su ejemplar de El príncipe– y realmente se desconoce de dónde salió.

Con la Iglesia hemos topado

Una de las frases más citadas del Quijote, lo cierto es que Miguel de Cervantes nunca escribió «con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho». Lo que verdaderamente escribió, en la parte segunda de sus aventuras del ingenioso hidalgo, fue «con la iglesia hemos dado, Sancho».

Las diferencias parecen cosméticas, pero, en cambio, son trascendentales, y cambian por completo el significado. Lo primero, no habla de la «Iglesia» como institución (con mayúscula), sino de la «iglesia», con minúscula, es decir, se refiere al edificio, a la iglesia del pueblo de El Toboso.

Además, el significado de la frase es meramente geográfico, Don Quijo y Sancho han llegado a El Toboso y se han encontrado con su iglesia. No tiene más. No hay crítica alguna al clericalismo.

Elemental, querido Watson

Por muy elemental que fuera, Sherlok Holmes nunca le hizo ver la evidencia a su amigo y ayudante, el veterano de la guerra de Afganistán y afamado médico, el doctor Watson. O al menos no con esa frase.

En ninguna de las novelas ni narraciones breves protagonizadas por el detective del 221B de Baker Street de Londres y el doctor Watson el escritor Sir Arthur Conan Doyle escribió esa cita.

Alea iacta est

Atribuida a Julio César, el general, cuestor, edil, Pontifex Maximus, pretor, cónsul, dictador romano y escritor (dejó dos de las obras más importantes de la literatura romana como son los Comentarios a la Guerra de las Galias y los Comentarios a la Guerra Civil) nunca pronunció esa frase.

La alocución la tina, que se puede traducir como «se han lanzado los dados» o, en un sentido más amplio, «la suerte está echada», se atribuyó a César por primera vez en la Vida de Pompeyo de Plutarco. El historiador griego señaló que la frase la pronunció César al cruzar el Rubicón y dar inicio a la guerra civil.

Suetonio, en su Vida del divino Julio, también se la atribuye a César, aunque con una formulación algo cambiada. Hoy, sin embargo, se sabe que por mucho que a César, y a los romanos en general, le gustaran las frases rimbombantes en momentos clave, lo más seguro es que César nunca dijera la frase y que su origen se encontrara en una campaña de propagandística de la época orquestada por los partidarios del militar.

«No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo»

Una de las anécdotas más repetidas de la Transición Española hace referencia a un exabrupto soltado por el escritor, y entonces senador por designación real, Camilo José Cela, durante una sesión de las Cortes Constituyentes.

Cela, que como los grandes genios se construyó un personaje a su medida, se habría quedado traspuesto durante el debate, por lo que el presidente del Senado, Antonio Fontán, le habría reprochado su falta de interés:

«Señor Cela, se ha usted dormido», le habría dicho. «No, señor presidente, no estaba dormido, estaba durmiendo», habría contestado el Premio Nobel de Literatura, a lo que el señor presidente del Senado habría replicado: «¿No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo?», y entonces habría llegado la célebre cita: «No, señor presidente. No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, al igual que no es lo mismo estar j…dido que estar j…diendo».

El incidente, sin embargo, no figura en el diario de sesiones del Senado, por lo que es una anécdota falsa que, sin embargo, Cela no tuvo ningún interés en desmentir, ya que engrandecía su leyenda.

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