Los NFT o el timo de la estampita en el arte
La pandemia y la aparición de los «Non Fungible Token» han disparado el mercado de arte digital un 280 % desde 2019
Un coleccionista de arte que adquiera una obra digital recibirá un vale digital, un NFT (Non Fungible Token), en vez de, por ejemplo, una pintura. Un NFT es el equivalente digital en coleccionismo al bitcoin en las divisas. Una obra digital puede ser copiada y reproducida hasta la saciedad, pero con los NFT se crea un registro de quien en verdad detenta su propiedad. Dichos registros, en teoría, no pueden ser falsificados, aunque tampoco se entiende muy bien el motivo de la falsificación de algo que puede circular libremente entre usuarios e interesados a pesar de su propiedad inmaterial, o precisamente por ella.
La pandemia y los NFT (la gran novedad de 2021) han disparado el mercado del arte digital un 280 % desde 2019, aunque el caso de los «tokens» todavía se trate de un negocio «muy volátil», según el Online Art Trade Report de Hiscox, una compañía aseguradora centrada en el mercado del arte, que este año cuenta con datos de 70 plataformas y casas de subasta en su informe anual.
La digitalización en todos los sectores parece un proceso imparable, incluido en el arte. Las ventas de NFT han alcanzado más de 3.000 millones de euros este año, lo que supone casi la definitiva adhesión del sector a las corrientes digitales y no sólo su uso para la promoción y la venta.
«Los dos últimos años han sido revolucionarios para el sector del arte», ha declarado a EFE Eva Peribáñez, responsable del departamento de Arte y Clientes Privados de Hiscox en España.
A pesar de la preocupación por la ciberseguridad, las perspectivas de este nuevo rumbo intangible son asombrosamente altas. Una obra digital del artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple, fue subastada por Christie’s y vendida por 69 millones de dólares.
También sorprendente fue que uno de los fundadores de Twitter, Jack Dorsey, vendiera su primer tuit por casi tres millones. La pregunta es: ¿de qué sirve poseer el primer tuit de Jack Dorsey si todo el mundo puede acceder a él?
«Criptotimadores»
Una cosa es poseer La Gioconda en las propias manos, como hizo el ladrón Vincenzo Peruggia a principios del siglo XX, y otra poseerla en NFT, que es como no poseerla. No al menos como Vincenzo Peruggia. El lector de estas palabras dispondría de La Gioconda del mismo modo que el hipotético propietario de su NFT.
Sin ir muy lejos todo esto simplemente parece absurdo (como pagar por una copia el precio real de La Gioconda) y los audaces adquirentes de dichas obras simples «clientes» estafados. Pero la realidad es que esas transacciones se han producido. Parece la versión NFT del timo de la estampita. Una estampita no fungible, y «muy volátil» para más detalle.
El propio artista Beeple admitió que el asunto era una nueva burbuja. Según David Gerard, autor del libro Attack of the 50-foot Blockchain, las personas que venden NFT son criptotimadores, o los Tony Leblanc del coleccionismo digital de cuyas víctimas (los criptotimados) dijo a la BBC Charles Allshop, antiguo subastador de Christie’s (quien consideraba la venta de NFTs como «una cosa extraña») que a pesar de parecer gente «un poco boba», les deseaba amablemente que no perdieran su dinero.