Resuelto el misterio de por qué las sillas de Van Gogh nunca se expusieron juntas
La cuñada de Vincent Van Gogh escondió el cuadro dedicado a Gauguin por «la rabia que le producían los ataques del artista francés a su antiguo amigo»
Poco antes de que Vincent van Gogh se cortara la oreja izquierda y sufriera una crisis nerviosa tras discutir con su colega Paul Gauguin en la ciudad francesa de Arles en 1888, pintó un par de cuadros extraordinarios. Uno de ellos, La silla de Gauguin, representa un par de libros y una vela encendida desechados sobre un adornado sillón. El otro, La silla de Van Gogh, muestra una pipa de tabaco y una bolsa sobre una silla de madera rústica y es inmediatamente reconocible como uno de los cuadros más famosos del mundo.
Ahora, el misterio de cómo se dividió el díptico de cuadros y, sobre todo, de por qué el cuadro de la silla de Gauguin se mantuvo en la colección familiar mientras el otro se vendía, se ha resuelto finalmente.
La respuesta está en la decisión de Johanna Bonger, que heredó los cuadros como viuda del hermano de Van Gogh, Theo. Bonger no quiso exponer las obras maestras juntas en las décadas posteriores a la muerte de Van Gogh en 1890 debido a «su aversión por Gauguin».
Si bien Johanna Bonger prestaba La silla de Van Gogh a diferentes museos que organizaban exposiciones y muestras con él, se guardó La silla de Gauguin, condenando la obra al olvido. No fue hasta 1928, tres años después de su muerte, cuando el cuadro fue seleccionado por primera vez para una exposición. Para entonces, La silla de Van Gogh ya era famosa y había sido vendida a la Tate Modern.
«Johanna Bonger nunca expuso La silla de Gauguin, mientras que La silla de Van Gogh se promocionó como una obra de arte realmente importante», explica Louis van Tilborgh, investigador principal del Museo Van Gogh y profesor de historia del arte en la Universidad de Ámsterdam, que acaba de publicar los resultados de su investigación en la revista de arte Simiolus.
Gauguin decía que Van Gogh estaba loco
Este investigador ha revelado que la razón por la que Bonger no quería exponer el cuadro era el odio que compartía con Van Gogh hacia Gauguin después de que el artista francés menospreciara públicamente a su antiguo amigo. «Gauguin, muy pronto, hizo correr la voz de que Van Gogh no solo estaba loco, sino que él, Gauguin, tenía que enseñarle a pintar. Creo que Bonger lo sabía y mi conclusión es que, por esa razón, no quiso poner esos dos cuadros juntos».
Exponer el cuadro podría haber dado crédito a la teoría de que Van Gogh era un discípulo de Gauguin y, por tanto, un artista inferior. «Probablemente, al no mostrar las dos obras juntas, quería evitar la discusión al respecto».
Van Gogh pintó los cuadros después de invitar a Gauguin, a quien admiraba profundamente, pero apenas conocía, a vivir con él en Arlés y a trabajar e investigar juntos. Compró 12 sillas de madera «extremadamente sencillas», pero solo un lujoso sillón ornamentado, que colocó en la habitación de Gauguin.
«En la literatura histórica del arte, siempre se han descrito como sillas vacías. Y el vacío estaba relacionado con el hecho de que, según los historiadores del arte y los psicoanalistas, Van Gogh predijo que él y Gauguin se separarían», añade Van Tilborgh. Durante casi un siglo se pensó que Van Gogh había pintado las sillas inmediatamente después de que Gauguin anunciara que sus temperamentos eran incompatibles y que estaba pensando en mudarse. Sin embargo, Van Gogh escribió una carta a su hermano sobre su trabajo en los cuadros, describiéndolos como «bastante divertidos», pero la fecha de la carta se interpretó mal.
Aunque la fecha fue corregida en 1984, los historiadores del arte han seguido sugiriendo que Van Gogh creó los cuadros en un estado de temor y ansiedad ante la idea de que Gauguin le abandonara a él y a su colaboración en el estudio, y que su asociación fracasara.
De hecho, Van Tilborgh señala que Van Gogh completó el díptico mucho antes del anuncio de Gauguin, y que las sillas no están vacías sino ocupadas por las pertenencias de sus dueños, lo que indica una familiaridad y una complicidad profunda entre ambos pintores: «Todo es cuestión de interpretación. Se puede decir que las sillas están vacías, porque no hay nadie sentado en ellas, pero no lo están: las pertenencias de ambos sugieren la presencia de sus dueños», añade el investigador, que cree que Van Gogh pintó las sillas en un estado de ánimo optimista.
Una relación que desembocó en la locura
La «ruptura» entre Van Gogh y Gauguin llevó al primero a un estado de ansiedad que desembocó en que se cortara la oreja. Después de que Gauguin se marchara y Van Gogh recibiera el alta del hospital, el artista herido añadió deliberadamente la pipa de tabaco y la bolsa a su propia silla –en aquel momento, totalmente vacía–, asegurándose de que su presencia en la sala del cuadro fuera al menos tan obvia como la de Gauguin, cuya silla ya tenía los libros y la vela sobre ella.
«Debió de pensar: 'Mi propia silla está vacía. Pero soy el único que está aquí'. Así que tuvo que añadir algo para dejarlo más claro», añade Van Tilborgh. El pintor firmó Van entonces La silla de Van Gogh, pero no La silla de Gauguin, que describió luego en una carta a su hermano como «vacía»... porque Gauguin ya no la ocupaba. Esta condición de la Silla de Gauguin como cuadro no firmado podría haber sido un factor en la decisión de Bonger de no exponerlo.
En cualquier caso, queda claro el dolor que experimentó Van Gogh tras la ruptura de su amistad con quien consideraba un maestro, y también el sufrimiento que le producía no considerarse un igual o ser percibido como un pintor inferior al francés. Algo que los rumores y las descalificaciones que Gauguin realizó sobre él tras su separación dispararon, enconando el desprecio de su cuñada y amiga, Johanna Bonger, hacia él. Y provocando la eterna separación de las famosas sillas de Van Gogh.