Arte
El presunto 'picasso' juvenil que salió a subasta por 100 euros
La sala Abalarte de Madrid adjudica por 35.000 euros una tablilla de 1896 que guarda similitudes con una del malagueño que conserva el Museo Picasso de Barcelona. La última palabra la tendrán los herederos del pintor, únicos autorizados para la autenticación
El pasado miércoles, la sala Abalarte de Madrid adjudicó por 35.000 euros un cuadro de autor desconocido cuyo precio de puja inicial fue de 500 euros. Se titula Rosas y el que lo compró está sin duda convencido de que es una obra que Pablo Ruiz Picasso realizó en su Málaga natal en junio de 1896, cuando el artista contaba con 14 años. Pero solo su convicción no convierte esa obra en un picasso. Son los herederos del artista los que tienen la última palabra, los que determinarán si ha sido o no una gran compra.
Por cierto, esta venta que nos ha llamado la atención quedó eclipsada por otras dos acontecidas en la misma subasta. El lienzo Bautismo de Cristo, atribuido a Goya y pintado hacia 1774, se vendió por su precio de salida, 2,5 millones. Además, un retrato del torero José Romero, atribuido por Abalarte al «Círculo de Goya», partió de 4.000 euros y alcanzó los 65.000, señal de que el que lo compró piensa que ese círculo es tan estrecho que el autor podría ser el mismísimo pintor aragonés.
Pero volvamos a Rosas, cuyo periplo por las casas de subastas hay que buscarlo un poco más atrás en el tiempo. El pasado mayo, Aragón Subastas anunció una puja para el 7 de junio en Zaragoza. Escondida en el catálogo, con el número de lote 78, estaba la obra titulada Rosas, una tabla de 20 x 36,5 centímetros cuyo precio de salida se fijó en unos muy módicos 100 euros. No se especificaba autoría: «Escuela Española S. XIX», informaba de este óleo sobre tabla. Pero aportaba algunos datos más, que, junto a la pintura en sí, llamaron la atención. Abajo, a la izquierda, el autor realizó una anotación: «Malaga, Junio 96». Aragón Subastas añadía que en la trasera –cuya foto no se podía ver– estaba firmada «P. Ruiz».
Expertos en arte que vieron ese catálogo enseguida pensaron que podría tratarse de un sleeper. Los cuadros mal atribuidos, o no atribuidos, que aparecen en el mercado a un precio irrisorio y en los que los expertos detectan potencial son denominados sleeper («durmiente») en el mundillo del arte. Reciente está el caso del presunto Caravaggio que la casa Ansorena iba a subastar el pasado año con un precio de partida de 1.500 euros. Más espectacular aún es lo ocurrido con el Salvador Mundi que una pequeña galería de Nueva Orleans adjudicó en abril de 2005 por 1.175 dólares (992 euros) y que Christie's subastó como un Leonardo da Vinci en 2017 y alcanzó un precio de 450,3 millones de dólares (380 millones de euros).
Los datos
¿Por qué hubo quien pensó que Rosas podría ser un sleeper? Pues porque varias razones apuntaban a una autoría muy concreta. El Museo Picasso de Barcelona (MPB) custodia un cuadro, donado por el célebre pintor andaluz en 1970, titulado Rosas. Las medidas de ambas piezas son similares (22,3 x 35,4 son las del MPB, por los 20 x 36,5 del presunto «durmiente») y la composición muy similar. Es más, las rosas del cuadro subastada parecen las mismas que las de la tabla de Picasso, pero algo más mustias.
Dos cuestiones fundamentales son la datación y la firma.
La obra del museo barcelonés está fechada como «ca. 1898»: es decir, se trata de una suposición de los expertos de la pinacoteca basada en su propia experiencia, pero no puede darse como exacta. El autor de la tabla Rosas recientemente subastada la data en Málaga en junio de 1896. En su artículo del catálogo de la exposición Picasso de Málaga, Rafael Inglada especifica que, en 1896, el creador del cubismo estuvo en su localidad natal entre el 27 de junio (fecha aproximada) y el 28 de julio, período en el que realiza Estudio para 'Montañas de Málaga', que incluye las palabras «Málaga 96» en su delantera. En 1898 –fecha atribuida al Rosas del MPB– no visitó su ciudad natal.
En cuanto a la firma, la obra del museo catalán está rubricada como «P. R. Picasso», mientras que la subastada lleva en su trasera la firma «P. Ruiz». Precisemos que «P. Ruiz» es la rúbrica que Picasso emplea fundamentalmente durante su muy productiva estancia coruñesa (entre octubre de 1891 y abril de 1895). Posteriormente usará «P. Ruiz Picasso» –así está firmado por ejemplo La primera comunión, su gran óleo barcelonés de 1896–, «P. R. P.» –muy común durante su estancia en Madrid, a partir de 1897– y «P. R. Picasso» –ya desde 1898–. En cuanto a lo de firmar «P. Ruiz» en la trasera, algún caso previo hemos hallado en el que, suponemos, indagará el nuevo propietario de la tabla.
El día anterior a la puja, el pasado 6 de junio, Aragón Subastas borró de la subasta uno solo de los cuadros que figuraban en el catálogo: Rosas. Desapareció de su web y al día siguiente no figuró en la puja más que unos breves segundos, pero fue debido a un error, pues enseguida se informó de que ya no era de la partida. A los que se dirigieron a la casa de subastas se les dijo que «el propietario ha retirado el lote sin dar más explicaciones». ¿Qué había ocurrido? Pues que se detectó un alto interés por la pieza, lo que alertó al propietario de la tabla.
Reaparición en Madrid
Unas semanas después, la obra reapareció en Madrid, en Abalarte, una casa que pertenece al mismo grupo que Aragón Subastas. Se anunció su subasta para el 6 de julio. El precio de partida siguió siendo bajo (500 euros) aunque se añadía una información inequívoca: «Una tabla muy similar de tamaño y composición fechada en 1897 se conserva en el museo Picasso de Barcelona donada por el propio artista en 1970». En realidad, la pieza conservada en Cataluña está datada como «ca. 1898», tal y como explicamos arriba.
El pasado miércoles, en unos frenéticos dos minutos y pico, la competencia entre pujadores elevó la venta a los 35.000 euros, a los que hay que añadir comisiones y gastos.
La autenticación
El nuevo propietario del cuadro tendrá ahora que afrontar un exigente reto: el proceso de autenticación de la pieza. En virtud de la ley francesa, solo Picasso Administration, la entidad que gestiona los derechos de autor del pintor malagueño y que integran sus herederos, está autorizada para autentificar la obra. De modo que es ahí a donde tiene que dirigirse el dueño de Rosas.
Antes, es de suponer que realizará todo tipo de análisis, exámenes y consultas científicas para avalar la hipótesis de que se trata de una obra del creador de Guernica. Pero, digan lo que digan los otros, por muy expertos que sean, el juicio final recae únicamente sobre Picasso Administration. Será la decisión inapelable de esta entidad la que determine si esos 35.000 euros son una magnífica inversión o dinero tirado a la basura como unas rosas mustias.