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La historiadora del arte y profesora de la Universidad CEU San Pablo, María Jesús Aparicio

La historiadora del arte y profesora de la Universidad CEU San Pablo, María Jesús Aparicio

Entrevista a María Jesús Aparicio González, historiadora del arte

«Pensar que el wokismo puede destruir el talento artístico sería dotarlo de un poder que no posee»

La historiadora del arte y profesora de la Universidad CEU San Pablo, María Jesús Aparicio González, reflexiona en El Debate sobre qué es arte y los límites de la misma en un mundo donde incluso se llama arte a una pintura elaborada por una inteligencia artificial

La noticia salió hace tan solo unos días y El Debate se hizo eco de ella: una inteligencia artificial diseñada por una galería de arte en colaboración con la Universidad de Oxford, e introducida en un robot humanoide (denominado Ai-Da), elaboraba pinturas hiperrealistas.

Calificadas de obras de arte elaboradas por una inteligencia no humana y no consciente, la galería ha procedido a vender dichas supuestas obras de arte, algunas de ellas con un valor de salida superior a los 100.000 euros.

La noticia ha vuelto a desatar el debate de qué es arte y si una pintura realizada por una máquina que actúa de acuerdo a un algoritmo diseñado por un informático puede ser arte.

De todo ello habló en El Debate la historiadora del arte y profesora de la Universidad CEU San Pablo, María Jesús Aparicio González.

— ¿Puede considerarse arte una pintura elaborada por una inteligencia artificial?

— Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha sentido la necesidad de expresarse, de comunicar a otros individuos, ya sea del mundo conocido o en el desconocido, cuestiones relacionadas con las verdades eternas.

En la Edad Media, esto se hizo desde una perspectiva dogmática, mientras que en épocas posteriores se abordó desde la metafísica del conocimiento. El sentimiento agonístico de supervivencia ha impulsado siempre la vida humana, y el arte, a través de su lenguaje específico, ha permitido comunicar tanto aspectos emocionales como racionales y creativos.

Las obras, objetos y formas artísticas reflejan el paso del ser humano por el mundo, siempre desde su dualidad como ser racional y sensible. Sin embargo, este no es el caso de la inteligencia artificial.

— ¿Por qué galerías y casas de subastas admiten como arte un producto elaborado por un algoritmo?

— De ser cierta esta cuestión, habría que conocer en qué proporción esta premisa se da o no. ¿Qué galerías o instituciones? Asimismo, sería imprescindible saber de la intención de los supuestos galeristas o casas de subastas tras la adquisición de este tipo tan específico de «obra artística».

Si fuera el caso, intuimos que podría responder a una provocación, especulación o conmoción del mercado del arte, tal como ha sucedido con la venta de NFT. Ya que la producción artística de una máquina desde la perspectiva humanista-estética carece de valor. Lo único a lo que puede aspirar es a tener un precio.

Hay que saber distinguir un arte «bueno» frente de un arte «malo», sea cual sea la apariencia de la obra artística

Desde la contemporaneidad el mercado del arte se ha visto en entredicho. Movimientos artísticos complejos como el Dadaísmo, Informalismo, Happenings o Performances, Minimal Art, o el arte Conceptual…, han criticado cómo estos organismos han llevado a la deriva o han sometido al arte y a sus creadores: los artistas a participar del circo especulativo.

Es decir, no todo vale y hay que saber distinguir un arte «bueno» frente de un arte «malo», sea cual sea la apariencia de la obra artística. No podemos obviar que los galeristas o comisarios de exposiciones de arte actual, en el fondo y en la forma son comerciantes, lo que implica establecer negocio.

A mi juicio, existe un factor determinante que es la desaparición de la crítica o del crítico de arte. Una figura que tuvo una enorme relevancia en tiempos pretéritos y que hoy en día se ha visto desvanecido por dichos galeristas.

Ayer mismo, visité la Feria Estampa, una muestra con las últimas novedades artísticas, sobre todo españolas, aunque también tuvieron presencia algunos países europeos. Le pregunté a varios de ellos, cuál era el criterio que seguían para elegir las obras que estaban expuestas en sus stands, y todos ellos coincidían en que era una cuestión de gusto personal y de cotización.

En consecuencia, da igual que la obra esté realizada por un humano o por un algoritmo, siempre y cuando haya un cliente, coleccionista, o comisario que quiera adquirirlo.

— ¿Dónde se encuentran los límites del arte?

— El concepto de arte es tan amplio y variable como la vida misma. Depende de qué manifestación artística estemos tratando. Si nos referimos a las artes plásticas: pintura, escultura, grabado, fotografía…, es imprescindible que exista una recepción por parte de un público, por ende, este se convierte en juez, al admitir o no, dichas manifestaciones artísticas.

Son numerosos los ejemplos a lo largo de la historiografía del arte: vanguardias históricas o segundas vanguardias..., por las que el público sintió absoluto rechazo en un primer momento. ¿Quién nos garantiza que estas imágenes generadas por un ordenador dentro de un siglo puedan llegar a considerarse obras de arte?

— Más allá de la inteligencia artificial, hay obras de arte, realizadas por humanos, que rozan el absurdo y la tomadura de pelo. ¿Estamos en una crisis del arte?

— Desde mi punto de vista, el arte no está en crisis. En todas las épocas han existido buenos y malos artistas. La obra de los artistas de mala calidad no trascendía en el tiempo. El problema de la contemporaneidad es que la globalización, los mass media, redes sociales y el acceso directo a una infinidad de «producciones artísticas» ha complicado el discernimiento de la calidad de dichas obras.

— La ideología, en particular la ideología woke con todas sus ramificaciones (indigenismo, medio ambientalismo, descolonización, feminismo…), ha entrado en tromba en el ámbito de la creación artística. ¿Ha destruido la ideología woke el talento artístico?

— El arte moderno y contemporáneo, sirvan de ejemplo, la obra de los románticos franceses: Guericault, Delacroix, el realismo de Courbet, Daumier y Millet; los postimpresionistas: Van Gogh, Gauguin y Toulouse; y por supuesto, no podemos obviar, la pintura finisecular española y de principios y avanzado el siglo XX, han puesto su mirada en cuestiones, sociales, políticas, religiosas, espirituales y filosóficas, en favor de visibilizar problemáticas sociales muy complejas: trabajo o explotación infantil, la educación, la fe en la ciencia vs la religión, la prostitución, el consumo de sustancias artificiales…

Ni siquiera el comunismo o anarquismo ruso durante los años previos y posteriores a la Revolución Rusa fueron capaces de aniquilar la creatividad. El pensar que el wokismo puede destruir el talento artístico sería dotarlo de un poder que no posee. Prueba de ello es la aparición de propuestas artísticas que, a su vez, critican y ridiculizan dicha ideología.

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