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«Volver a casa». París y Estambul a paso lento

El debut literario de Ayşegül Savaş, un relato poético de sobre el descubrimiento de la ciudad, sobre la importancia de los objetos que dan sentido al pasado y construyen el presente

Ayşegül Savaş

tusquets / 232 págs.

Volver a casa

Ayşegül Savaş

Enrique Vila-Matas titulaba que París no se acaba nunca y, ciertamente, hay pocas ciudades cuyo conocimiento sea tan hacia adentro, pues no depende de las calles, plazas o puentes que se hayan recorrido, sino de cada adoquín que se pise, cada esquina que se gire, cada persona con la que uno se cruce. Es tal la individualidad de la ciudad, que incluso tiene su propia especie humana: el flâneur que desde Baudelaire hasta aquí tanta tinta ha hecho correr. Ese deambulante curioso se siente especialmente cómodo en París, porque la ciudad te ofrece miles de imágenes que almacenar y, como decimos, no se acaba nunca. El flâneur no es más que un cazador/recolector de piezas espirituales.

Dice mucho que flâneur no disponga de un femenino hasta hace pocos años, pero en este libro de Savaş vamos a tener un magnífico ejemplo de que la recolección urbana no entiende de género. La protagonista de esta histórica básicamente camina: por las calles de París en busca de objetos curiosos y en su memoria a la caza de recuerdos.

Ayşegül Savaş nació en Estambul, creció en Londres y vive actualmente en París. La protagonista de esta su primera novela, Nunu, comparte origen y evolución vital, pero ahí terminan las casualidades, en principio. Vive en la capital francesa sin mayor objetivo que pasear con M, su admirado escritor que tan bien describió Estambul en sus novelas. Entre los dos harán acopio de imágenes del presente parisino y del pasado de Nana en Turquía. El título del libro sugerirá al lector que ella está construyendo su presente, su nueva identidad occidental, con los materiales de un pasado empapado de orientalismo. Nada más alejado de la realidad del libro.

El título original se traduciría como «caminando sobre el techo», pero se refiere al del interior de la habitación (existe la palabra cielorraso para referirse a ese techo, pero su uso no está extendido en España), lo que implica caminar boca abajo. Hacia el final de la novela habla de esa afición infantil, realizada gracias a un espejo. Lo menciono no por rigorismo, sino porque creo que el libro se escapa con bastante soltura de esa imagen algo paternalista de Occidente hacia la mujer oriental que descubre la Europa del progreso. La protagonista de esta novela ni huye ni reconstruye su identidad, simplemente camina sobre el techo.

Ayşegül Savaş ha debutado con una novela que gustará a quienes disfruten con la composición de la frase, el punteo lírico y los relatos de la cotidianidad y el recuerdo.

Volver a casa es una novela poética y melancólica, pero estos adjetivos pueden llevar a engaño. Nada de lo que narra es triste, ni siquiera las muertes de los padres, sucedidas en situaciones temporales y personales muy distantes, se cuentan con dramatismo. El tono triste, no obstante, impregna todas sus páginas. De un modo similar, la novela tiene un ritmo poético que fuerza una lectura meditada, casi lentamente masticada, por miedo a perder algo. Pero no es por la explosión en las emociones, ni por el lirismo de los escenarios, sino más bien por la desnudez con la que cuenta todo. Cada frase, cada escena, parecen haber sido esencializadas hasta el punto de dejar solo el tuétano, o ni siquiera eso.

Byung-Chul Han ha publicado recientemente No-cosas en su constante crítica del mundo en que vivimos. El tema del ensayo es la pérdida de materialidad de nuestra realidad moderna. Ya no tenemos objetos, sino no-cosas (la información, las redes, el mundo digital) y cree que tanta intangibilidad nos aliena. La novela de Savaş sería una cura a esta idea, pues en sus páginas encontramos toda una poética del objeto físico como realidad memorable. Tanto Nana como M, perfectos flâneurs, caminan por París cazando y recolectando realidades que van asociando a los recuerdos o creando memorias con ellos. Su vida se toca con los dedos y se ve con los ojos.

Ayşegül Savaş ha debutado con una novela que gustará a quienes disfruten con la composición de la frase, el punteo lírico y los relatos de la cotidianidad y el recuerdo.

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