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Arte, propaganda y política  2

Detalle de portada de «Arte, propaganda y política» de Paloma HernándezSekotia

Arte e ideología en la España actual: una mirada crítica

El libro ofrece una crítica abierta a la segregación ideológica que la autora considera imperante en el arte contemporáneo español. A partir de fundamentos filosóficos estas líneas cuestionan que el arte sea en la actualidad un espacio para la expresión libre y autónoma de los individuos.

Arte, propaganda y política

sekotia / 317 págs.

Arte, propaganda y política

Paloma Hernández

Desde las antiguas civilizaciones podría decirse que el arte tuvo una cierta función de «propaganda política», al servicio de la exaltación del poder, como podría advertirse en el Egipto de los faraones, o en los foros de la Roma imperial, donde los distintos emperadores quisieron dejar su impronta artística como signo de autoridad y prosperidad.

El presente libro recupera esta idea del arte en relación con la propaganda y la política con un propósito claro expuesto en la introducción: «indagar en los componentes ideológico-políticos que intervienen en la práctica artística contemporánea en España». 

Se trata de un ámbito bien conocido por su autora, Paloma Hernández, quien, tras licenciarse en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, se dedicó durante más de dos décadas a las artes plástica. Dedicada inicialmente a la pintura, se adentró posteriormente en el mundo digital, sin dejar de preguntarse por la teoría del arte y la filosofía que subyacen tras las manifestaciones contemporáneas. 

Es precisamente su recorrido personal el que le lleva a estructurar su discurso en dos grandes bloques dedicados a la política y al arte, consciente de que se trata de dos categorías distintas, hasta el punto de que Paloma Hernández decidió dejar sus pinceles cuando optó por dedicarse a analizar los fenómenos políticos de la España actual. En esta decisión tuvo un papel esencial el prologuista del libro, el filósofo Gustavo Bueno, que despertó en la autora el deseo de profundizar en los fundamentos del materialismo filosófico, por proponer un pensamiento crítico, dialéctico y desmitificador.

 

Ya en sus primeros epígrafes Paloma Hernández advierte como uno de los grandes peligros en la actualidad es la demolición de España, sin que ni siquiera se conozca en profundidad «qué significado tiene la Nación en sentido político». En su defensa de la Hispanidad, la autora manifiesta su admiración por uno de nuestros grandes literatos, Benito Pérez Galdós, que le ha llevado a titular su canal de YouTube Fortunata y Jacinta. 

La ideología disolvente afecta también a la familia y a la religión, dejando al hombre inerme ante el poder, lo que se refleja en las manifestaciones artísticas actuales, más valoradas por sus ideas subyacentes que por criterios de análisis objetivos. Técnicas y cualidades artísticas quedan, a juicio de la autora, eclipsados por la ideología dominante. Por eso, a lo largo del libro Paloma Hernández reivindica la libertad de los artistas respecto a la corrupción imperante en la Institución Arte Contemporáneo en España, que considera un instrumento al servicio del poder, lo que lleva a privilegiar determinadas subvenciones o la cesión de espacios expositivos a quienes responden a causas minoritarias de claro sesgo político.

 

¿Dónde queda la creatividad de los artistas, su libertad, o la belleza inherente a las artes? Aun habiendo tendencias dominantes, pensamos que es justo mirar la totalidad del panorama artístico de la España actual, donde también se está dando cabida a argumentos que ensalzan nuestra historia y a la renovación del arte sacro en contextos eclesiásticos. 

Sin embargo, la autora insiste en que son únicamente las oligarquías políticas las que determinan qué es arte y qué no lo es, las que aprueban determinadas composiciones y censuran otras, a veces apoyándose en lo que ella denomina la «filosofía espontánea de los artistas». Y es que denuncia cómo muchos artistas generan textos para explicar cuestiones que no se ven objetivadas en la obra de arte, siendo estos discursos preminentes respecto a cualidades propias de la creación. 

En este sentido, al contrario de lo que tradicionalmente se piensa, la autora niega la libertad de acción del artista contemporáneo en España, pues este se ve coartado por las preferencias impuestas desde el poder. Por eso, a la vez, apela a la responsabilidad del espectador en una recepción activa y crítica de las manifestaciones plásticas.

 

En este texto, acusador y aseverativo, la autora reivindica la necesidad de que la obra de arte vuelva a ser valorada por «su sustantividad» y no por su carácter servil respecto al poder o por su subordinación a la política. Escritos como el que nos ocupan deberían abrir un interesante debate cultural, un diálogo que permitiera confrontar distintas posturas en el panorama del arte contemporáneo español, pero Paloma Hernández ya plantea inicialmente como, desde el materialismo filosófico, solo cabe pensar «contra alguien o contra algo», algo que asevera en su epílogo al afirmar: «nos aseguramos de que nuestros argumentos sean incontestables para que, en todo caso, solo puedan respondernos con insultos». 

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