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En el centenario de «Ulises»

Este mes de febrero se cumplen cien años de una de las novelas más complejas y también más importantes del siglo XX. Una obra sin la cual no entenderíamos mucho de lo escrito hasta hoy.

Ulises de James Joyce

cátedra / 1104 págs.

Ulises

James Joyce

Este mes de febrero está vibrando con uno de los aniversarios más esperados de los últimos años: la publicación de Ulises de James Joyce. Ese libro del que todo el mundo habla, que pocos han leído y que parece a casi nadie gusta. Ese libro que se ha convertido en el sinónimo de obra oscura, compleja, elitista: un dolor de muelas para cualquier persona que se considere culta, pues se ve obligada a leerlo (o a simular su lectura) a fuerza de sufrimiento, aburrimiento e incomprensión. Un libro que casi ha pasado a nivel arquetípico y por eso se le suele llamar «El Ulises de Joyce» como si fuera todo un título. Curiosamente, no decimos «El Rayuela de Cortázar», ni «El Señora Dalloway de Virginia Wolf». Creo que no hay más Ulises que el de Joyce, por lo que sobrarían el artículo y el nombre del autor, pero no importa porque no es un libro, es un concepto.

Tal vez no hayamos leído las páginas de Ulises, pero seguro que lo hemos leído a través de otros muchos libros

Dicho todo esto. ¿Por qué se celebra con tanta algarabía? El autor, además, fue conocido por su temperamento complejo y distante (de él se dice, entre otras lindezas, que lamentó el inicio de la primera guerra mundial porque iba a complicar la venta de su primer libro, Dublineses). Desde el punto de vista ideológico, fue aún más controvertido: irlandés católico de familia numerosa, y sin embargo nunca se identificó con la independencia de Irlanda (que por las fechas de Ulises estaba en plena guerra), ignoró la fe de sus padres y con ellos tuvo un trato distante y tal vez egoísta.

Un dolor de muelas para cualquier persona que se considere culta, pues se ve obligada a leerlo (o a simular su lectura) a fuerza de sufrimiento, aburrimiento e incomprensión

Y aún así celebramos su publicación, lo intentamos leer y hablamos de él, bien o mal. Y está bien celebrado, aunque se le critique. Ulises no es un libro para todos los públicos, exige educación lectora y madurez mental, entre otras cosas porque tiene unas cuantas procacidades, pero es un libro que merece ser leído. Recomiendo alguna de las ediciones anotadas y con introducción, como la de Francisco García Tortosa en Cátedra. Porque Joyce rompió con todas las barreras narrativas que había hasta ese momento. Desoló un campo que hasta ese momento estaba lleno de puertas, y tal vez esa imagen baldía de la destrucción es en lo que nos quedamos, sin entender que gracias a su labor la literatura universal cambió de rumbo. Ahora podemos encontrar su huella no solo en los grandes autores, sino incluso en la literatura más comercial. Tal vez no hayamos leído las páginas de Ulises, pero seguro que lo hemos leído a través de otros muchos libros.

Se le podría criticar el afán de innovar por innovar. Ser un transgresor sin contenido, un experimentalista vacuo. Sin embargo, creo que una de las fortalezas del irlandés radica en su necesidad expresiva. De hecho, casi todos sus libros tratan los mismos temas de una manera casi obsesiva. Y curiosamente esos temas están relacionados con los tres grandes asuntos que parece distanciarse en vida: Irlanda, la religión y su familia.

No es un libro para todos los públicos, exige educación lectora y madurez mental, entre otras cosas porque tiene unas cuantas procacidades, pero es un libro que merece ser leído

A pesar de su exilio autoimpuesto, abandonó joven su país y apenas lo volvió a pisar el resto de su vida, todas sus obras están localizadas en Irlanda y más concretamente en su Dublín natal. Renegaba de su tierra, pero no hay autor que haya escrito más de la isla esmeralda. Sobre su familia puede decirse algo parecido. A pesar de su distanciamiento, la muerte de sus padres le produjeron crisis vitales y una escena recurrente en su obra es la de la madre en el lecho de muerte, pues se negó a arrodillarse cuando ella se lo pidió para que rezara por él.

Y hablando de religión. Su primer traductor al español, el catedrático José María Valverde, dijo que Ulises era la gran aportación de la Compañía de Jesús a la literatura contemporánea. No sé si mantener esa boutade, pero estoy de acuerdo en que es un libro profundamente católico. Tal vez sorprenda esta idea en un autor conocido por su anticlericalismo, pero muchas veces se muestran las ideas por su reacción. Ulises no se entendería sin la formación religiosa de Joyce y la imagen vital del mundo que transmite son profundamente católicas. Virginia Wolf tildó el libro como de baja estofaunderbred»), sin darse cuenta de que caía en los prejuicios de una inglesa anglicana de clase alta ante un irlandés católico. En cambio, al futuro converso T. S. Eliot le fascinó.

Y es que a Joyce se le perdonan muchas cosas. Era consciente de su genialidad y sabía, como tantos privilegiados, que lo sublime solo se alcanza con trabajo y sufrimiento. No solamente su escritura fue ardua, sino también su publicación. En aquella época vivía en París y Ulises se publicó gracias a la librera de Shakespeare and Company, Sylvia Beach. No se sabe si por superstición o por estética, el irlandés tenía cierta obsesión por las fechas y forzó que fuera el dos de febrero, cuando cumplía cuarenta años, el día en que saliera de imprenta. Del mismo modo, la otra gran fecha ulisiana, el dieciséis de junio cuando sucede la novela, coincide con el día en que conoció a su mujer Nora Barnacle. Esas fechas son las que celebramos ahora.

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