El Instituto Cervantes presenta la última obra perdida de los hermanos Machado
La diosa Razón recupera la última pieza escrita conjuntamente por ambos hermanos, poco antes del estallido de la Guerra Civil, y gira en torno a la trama amorosa de Teresa Cabarrús durante la revolución francesa
En el Instituto Cervantes no paran. Anoche cerró un día redondo después de acoger el legado de José Hierro por la mañana y, por la tarde, presentar junto a la Fundación Unicaja el texto recuperado y restaurado de la obra de teatro inédita La diosa razón.
Ernesto Pérez de Zúñiga, subdirector del Instituto de las letras, ha insistido en lo especial de este día: «Por el aniversario de la muerte de Antonio Machado en Colliure, y por el que aprovechamos para presentar en primer lugar El buzón de los Machado y, además, La diosa razón, la inédita obra teatral de los hermanos Machado».
El libro a partir de la correspondencia a los poetas
Pérez Zúñiga ha comenzado asegurando que El buzón de los Machado ha sido «una gran idea para conmemorar a estos dos grandísimos poetas y para demostrar que los muertos siguen vivos; porque ese buzón ha recibido un aluvión de cartas, del que ha nacido un milagro en forma de libro».
Políticos, intelectuales, escritores y estudiosos de los Machado; personas anónimas, incluso niños de seis años que escriben agradecidos a los hermanos poetas «para que ustedes y yo estemos juntos a través de sus poemas. Aunque, algunos, me han parecido muy cortos. Intenten corregir esto…».
'La diosa razón', la última obra de teatro
Rafael Muñoz Zayas, en representación de la Fundación Unicaja, ha agradecido las «alianzas con el Instituto Cervantes y los herederos de los Machado, que han confiado en la difusión del patrimonio familiar y por los que hemos recibido el legado más extenso de los Machado, para que los investigadores puedan rehacer desde estos documentos obras inéditas como La diosa razón».
Por su parte, la editora de Alianza Valeria Ciompi ha insistido en lo «que la cultura aporta al desarrollo y la felicidad de las personas», y ha ensalzado el trabajo de ambos investigadores, Rafael Alarcón Sierra y Antonio Rodríguez Almodóvar, en este «acto de justicia poética que es recuperar el legado de los hermanos Machado». Además, la responsable de la editorial Alianza ha insistido en el hecho de que esta obra «haya tenido la paciencia de esperarnos tantos años entre los documentos inéditos para aparecer en un momento no casual de nuestra historia: La diosa razón como una deliciosa obra de teatro que se encuentra con sus lectores del siglo XXI desde la mirada de la enigmática Susana Montalbán en la forma apócrifa de Teresa Cabarrús: extraño personaje de la Revolución francesa».
Teresa Cabarrús, la gran desconocida
¿Por qué Teresa Cabarrús? Aquí se aplica como un molde el tópico de persona desconocida por las personas más cultas de España; un personaje que durante la Revolución aparece como una leyenda entre «lo licencioso y lo fascinante; una belleza que iluminaba todo a su paso».
El primer borrador de la obra es de junio de 1934 como síntesis de Antonio Machado resumiendo la vida de esta mujer: una española que juega un papel fundamental en la Revolución Francesa y en la vida de muchos nobles y que se convierte, junto La prima Fernanda, La condesa de Benamejí, o La Lola se va a los puertos en otra mujer de gran relevancia en el teatro machadiano.
Los hermanos Machado
El rescate de esta pieza de los Machado «ensancha y amplía la faceta de dramaturgos» de los sevillanos, a los que quizás no se valore tanto en su condición de autores de teatro. Sin embargo, con el paso del tiempo, se constata que, mientras la figura de Antonio ha crecido hasta hacerse uno de los poetas más reconocidos de nuestra Literatura, Manuel solo ha conocido un despectivo y progresivo olvido, tal vez por su posicionamiento tras la guerra, frente al republicanismo y triste exilio de su famoso hermano.
En este sentido, Miguel D' Ors en sus Estudios sobre Manuel Machado cree que «ha podido deberse al prejuicio de la teoría literaria marxista, que valora la obra de un autor desde el punto de vista sociopolítico», relacionando la subjetividad moral con la calidad literaria, y por eso atribuyendo el estigma de poeta menor a Manuel.
Sin caer en el extremismo exagerado de Borges, para quien Antonio Machado no significaba nada como poeta, a Manuel hay que volver a reivindicarlo como un autor, quizá mayor que su hermano; que se definió así mismo como «medio gitano y medio parisién» por su vertiente simbolista, decadentista y parnasiana, por su admiración por lo francés y lo italiano, y mezclado, como su padre Demófilo, con la tradición del cante jondo andaluz. Un poeta cruzado con mil tradiciones en la síntesis de un corazón sevillano que a menudo, como tantos humanos se sentía:
«a veces triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno.
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan. Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía. Historias
que tienen casi blancos mis cabellos».