«La risa en la antigua Roma»: un asunto muy serio
¿De qué (o de quién) se reían los romanos? ¿Cómo lo hacían? ¿Lo hacían todos por igual, y en las mismas circunstancias? ¿Qué les hacía gracia, y qué no? La académica y divulgadora británica Mary Beard, aborda estas y otras muchas cuestiones que conforman una perla de historia social de la antigüedad.
¿Es el hombre «el animal que ríe»? ¿Se producía la risa por acariciar cierta zona del diafragma, debido a la delgada piel que recubría la zona? Esto, al menos, era lo que creían muchos intelectuales de la antigüedad, como recoge Mary Beard en su obra La risa en la antigua Roma. La primera afirmación, por ejemplo, se atribuía a Aristóteles, y la segunda a Plinio el Viejo.
En la Antigüedad había todo tipo de teorías sobre la risa y el reír (unas más verosímiles y otras más fantásticas), qué motivaba la risa (tanto física como psicológicamente), cómo y cuánto se debía reír (decía Aristóteles que la clave en el reír y el hacer bromas estaba en la moderación, y que el exceso de bromas era lo propio de un bufón, mientras que la escasez lo era de un zafio), etc.
Alianza Editorial / 380 págs.
La risa en la antigua Roma
Esto es solo un pequeñísimo ejemplo de lo que puede dar de sí un ensayo sobre la risa en la antigua Roma, para lo cual pocos especialistas puede haber tan capacitados para su divulgación como es la académica británica Mary Beard, catedrática de Clásicas por la Universidad de Cambridge, miembro de la Academia Británica y la Academia Americana de Artes y Ciencias, Doctora Honoris Causa por varias universidades y unos cuantos títulos más, además de numerosos premios y reconocimientos por su magnífica labor en la divulgación del Mundo Clásico, como el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales de 2016. Beard resulta siempre una genial apuesta para que el público general se acerque a la Roma antigua sin necesidad de conformarse con novelistas baratos venidos a más, ahora tan en boga.
Dista mucho de ser una mera «historia de la risa», cuyo resultado habría sido considerablemente aburrido para el lector medio
El libro que nos presenta aquí la profesora Beard, publicado originalmente por la University of California Press en 2014 y traída por fin al castellano por Alianza, dista mucho de ser una mera «historia de la risa», cuyo resultado habría sido considerablemente aburrido para el lector medio, cabe añadir. Se trata, por el contrario, de una indagación profunda, llevada a cabo mediante la enriquecedora óptica de la historia social, del acto de reír por los antiguos romanos. Nótese que decimos «reír» y no «humor», ya que no todas las risas, como señala muy agudamente Beard en la obra, denotan humor, jovialidad o alegría. Muchas veces detrás de la risa se esconde la sorna, la burla, el escarnio o, peor aún, la crueldad.
Repetimos: nos encontramos ante un estudio muy serio (y muy divertido) de la risa, no del humor. En muchas ocasiones el humor (elemento cultural que puede cambiar en cada época y lugar, o no –les reto a que no se rían leyendo o escuchando una sátira de Juvenal–) tendrá un papel importante, como es el caso de las comedias de Terencio o Plauto así como las obras satíricas de Marcial, Persio o Juvenal.
Una indagación profunda, llevada a cabo mediante la enriquecedora óptica de la historia social, del acto de reír por los antiguos romanos
La magnífica obra del comediógrafo Terencio titulada El eunuco es utilizada por Beard para explicar tanto el humor (de qué se reían los romanos) en el año 161 a.C., año en que se representó la obra por primera vez, como la forma mediante la que los romanos representaban la risa (cómo se reían los romanos): el famoso hahahae. El eunuco, por cierto, es una obra imprescindible de la comedia antigua junto con Las nubes, del comediógrafo ateniense Aristófanes, además de una de las bases del humor occidental (de las comedias Lope, por ejemplo). Y ahora que el poder arremete con especial virulencia contra la Humanidades, el Latín y el Griego y los Clásicos, lean estas magnífica comedias ¡y revélense! (riendo).
Otra cuestión interesantísima, no crean que la cuña incendiaria era aleatoria, que aborda magistralmente Mary Beard en la obra: la risa como acto de rebelión contra el poder. Casos como reírse públicamente del tiránico emperador Cómodo en el 192 d.C. mientras este le cortaba la cabeza a un avestruz en el Coliseo, pudo haber desembocado en la muerte del autor, y senador a la sazón, Dion Casio, al que casi se le escapó una carcajada en el espectáculo y pudo conservar la testa en su sitio gracias a la rápida acción de coger unas hojas de laurel de su corona y masticarlas ávidamente.
Mucho más podría decirse de esta genial obra de la gran académica de Cambridge, como por ejemplo la relación entre el libro segundo (perdido) de la Poética de Aristóteles, la risa y la novela El nombre de la Rosa de Umberto Eco. Nada se deja Beard en el tintero, y todo lo referente al reír en la Roma antigua, tanto físico como psicológico y social, lo aborda. Un libro, en definitiva, que hará las delicias de los verdaderos amantes de la historia romana.