Asesinato en el Hotel Paradise (XVIII)
Eres muy ingenuo, Óscar
2 de agosto, 19:00
–¿Te encuentras bien?
Floren asintió, pero su rostro lívido y asustado indicaba lo contrario. Óscar la invitó a entrar a su habitación.
En efecto, ver su frío cuarto de hotel, sin ningún recuerdo que decorara las paredes o que expresara quién era él además de una maleta azul oscura cerrada al fondo de la habitación y un neceser en el baño, se le hizo embarazoso. Floren se dejó caer en el extremo de la cama mientras Óscar le acercaba una botella de agua del minibar.
–Bebe algo si te apetece.
Tomó un par de sorbos.
–¿Qué ha pasado, Floren? ¿Es por Manzanares? Te juro que si ese imbécil te ha hecho daño…
–No, Óscar. No me ha hecho daño, no es eso –cortó ella agarrándole del brazo. Sus manos estaban heladas. Óscar se sentó a su lado –. Es que… se ha pasado con el vino… me estaba enseñando unas fotos en su móvil y he averiguado algo horroroso.
–¿Habéis bebido mucho? No te veo muy perjudicada.
Floren se permitió una media sonrisa mientras se apoyaba con los brazos hacia atrás.
–Tengo raíces rusas y un buen aguante. Cosa que Fernando no. La cuestión es que empezó a alardear sobre sus negocios y sobre una vida perfecta, pero cuanto más bebía más se le escapaban algunas inquietudes sobre Calisto.
Óscar se incomodó y frunció el ceño.
–Tenían un negocio muy turbio en Los Ángeles, Óscar. Algo sobre escorts de lujo.
Según él, acordó con Calisto continuar el negocio aquí, pero al parecer algo se truncó con Ludwig, que le dejó sin fondos a su hermano. Esto hizo que modificaran el acuerdo y Calisto arriesgó el 57 % del hotel, que quedaría en manos de Manzanares en caso de no pagarle lo que tenían pensado adquirir de beneficios con el negocio. El problema es que Fernando le pasó el acuerdo firmado a Calisto horas antes de la inauguración y Éste prometió devolvérselo después del acto, pero claro…
–Lo asesinaron.
–Exacto. Su asesinato impide la devolución de la deuda en muchos efectos por lo que Fernando se convertiría en el dueño del hotel, pero no tiene el documento. Ni siquiera sabe si está firmado.
Óscar quedó atónito. Trató de asimilar toda la información. Desde que uno de sus mejores amigos de joven estaba metido en una trama de escorts hasta que el dueño del hotel permanecía siendo un misterio hasta ese momento.
–¿Cómo ha podido ser tan incauto como para contarte todo eso?
Floren elevó sus comisuras mirando al suelo.
–Bueno… como te he dicho ha bebido bastante y soy bastante persuasiva cuando quiero obtener una información.
–No me cabe la menor duda –contestó Óscar. Ambos se miraron a los ojos, pero estos brillaban de forma diferente. Su estómago empezaba a cosquillear.
Se apartó unos centímetros para pensar con claridad, pero Floren seguía mirándole, casi con una pizca de curiosidad.
–Sabes que he cenado con Fernando para sonsacarle información, ¿verdad?
–¿Qué?
Esta se rio sin apartar la mirada.
–Eres muy ingenuo, Óscar… Sabía que conocía a Ludwig y esperaba poder sonsacarle algo de él. Así que empecé a retarle con la bebida, aunque confieso que no imaginé que averiguaría sus secretos…
De alguna manera mientras ella hablaba se acercaba cada vez más a él.
–Ah.
–¿Eso es todo?
–No soy mucho de hablar, la verdad… –musitó él casi sin voz.
Y al ver cómo Óscar elevaba la comisura de los labios, Floren aprovechó el momento para juntarlos con los suyos.