'Klara y el sol': una novela enigma sobre la fe del robot y la apatía de la humanidad
Kazuo Ishiguro vuelve a la ciencia ficción en su primera novela tras ganar el Premio Nobel de Literatura
todo un Premio Nobel de Literatura como Kazuo Ishiguro, que ya exploró la ciencia ficción en Nunca me abandones (2005), se reafirma en ella con su primera novela tras el galardón, Klara y el Sol.
Klara es un robot, una Amiga Artificial (AA) en un mundo futurista, relativamente futurista, porque humanos mejorados y robots humanoides ya los hay en este, y las actitudes cientificistas y utilitaristas de sus personajes no nos son ajenas. Ishiguro nos ofrece pocos, muy pocos detalles de este mañana que es hoy, y esta ausencia de worldbuilding es una de las cuestiones estilísticas más destacadas de la novela, pues suministra la dosis enigma necesaria para mantener la tensión narrativa al tiempo que permite al lector «rellenar» los huecos e imaginar por sí mismo. Con Ishiguro leer sigue siendo un acto creativo.
anagrama / 384 págs.
Klara y el sol
El papel de Klara como observadora y participante de las relaciones humanas da para mucho en esta sugerente novela. Quizá lo más reseñable sea la exposición y crítica de las actitudes y los supuestos filosóficos deshumanizantes derivados de la «analogía del ordenador», según la cual es posible reducir la mente, y por ende la persona, a un programa informático.
Frente al materialismo mecanicista y el pesimismo en los que se encierra la humanidad, Ishiguro despliega la discreta bondad y la inagotable esperanza de una Klara robot que también tiene la capacidad de creer y confiar en Dios, aquí representado por un Sol evidente y constante que, sin embargo, nadie parece querer notar.