'Clics contra la humanidad': las estrategias manipuladoras de las tecnológicas
James Williams, uno de los estrategas más destacados de Google, dejó Silicon Valley tras una epifanía personal. Ahora desvela los engranajes de una industria que condiciona nuestro pensamiento
En las democracias liberales de nuestro tiempo cunde la sensación generalizada de que integramos las generaciones más libres de la historia. Atrás quedaron los rigores del autoritarismo y las pesadillas totalitarias, se goza todos los derechos fundamentales, y nuestra capacidad de autodeterminación solo presenta el límite sin límites de nuestro deseo. Las libertades que todavía no se disfrutan se reclaman, cuando no se imponen.
Los peligros de esta aporía de la libertad son diversos. Los más graves son ya una realidad: la libertad para abortar, la libertad para eutanasiar. Otros son más sutiles, como la ilusión de pensar que, en un tiempo de libertades sin fronteras, hemos logrado vencer y erradicar los mecanismos de control social sobre el pensamiento. No hay un «Partido», no hay comisarios políticos ni una policía secreta, eso es cierto, pero hay una oligarquía tecnológica, mucho más efectiva, por ser global, sí, pero sobre todo, por ser dueña de nuestras pantallas; o lo que es lo mismo, por ser dueña de nuestro tiempo y nuestra atención.
gatopardo / 192 págs.
Clics contra la humanidad
James Williams ha sido uno de los estrategas más destacados de Google; obtuvo el Founder's Award, el máximo reconocimiento de la compañía. Durante diez años, ayudó a diseñar esos sistemas inteligentes que socavan, clic a clic, de forma lenta, imperceptible, pero sin descanso nuestra voluntad. Tras una epifanía personal del impacto negativo que ocasionaba con su labor, decidió dejar Silicon Valley, y ahora desvela de primera mano los engranajes de una industria que, bajo la apariencia de ofrecer servicios digitales gratuitos, condiciona nuestro pensamiento y nuestra conducta.
Clics contra la humanidad es el testimonio de un insider con el valor de certificar y detallar aquello que sospechábamos, que detrás de toda app hay un diseño, y que todo diseño es persuasivo, cuando no coercitivo. Pero también con el valor de proponer una reflexión a mayores sobre el tipo de sociedad que hemos generado, una sociedad con superávit de información y escasez de atención, o lo que es lo mismo, una sociedad hiperexcitada, pero profundamente apática.