'Jóvenes héroes de la Unión soviética': los miedos que se heredan

Las memorias familiares de Alex Halberstadt arrancan con la descripción de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Emory (Atlanta, 2013) en el que se observó que las descendientes de unas ratas a las que se les había administrado descargas eléctricas mientras eran expuestas a un producto químico que olía a flor de cerezo también temblaban al percibir el perfume aunque ellas nunca hubieran sufrido ningún condicionamiento aversivo en su propia piel.

Este y otros estudios que también cita el autor confirmarían algo que él mismo intuye pero no sabe explicar: que su ansiedad, trastornos del sueño y miedos irracionales puedan provenir de experiencias vividas por sus padres y abuelos. Que, en definitiva, el trauma sufrido por una generación se traspase fisiológicamente a la siguiente, incluso en ausencia de contacto. Descubrir estas causas remotas, integrarlas y entenderlas es el motivo que alumbra el magnífico Jóvenes héroes de la Unión soviética, traducido al español por Jon Bilbao y publicado por el sello editorial Impedimenta.

Alex Halberstadt tenía nueve años cuando abandonó la Unión soviética con su familia materna para asentarse en Nueva York. Tras décadas esforzándose por olvidar Rusia y todo lo ruso (especialmente a su padre, un hombre ante el que de niño siempre andaba congojado y con ganas de agradar), el autor regresa a su país natal para intentar encontrar una respuesta a sus miedos y pesadillas. Su periplo –de Moscú a Ucrania, de Lituania a Nueva York– lo llevará por décadas de guerras, migraciones, torturas y secretos que marcarán el devenir de su familia y país, amén de propia vida: «eso era la historia, una aflicción que se pasa de padre a hijo, de hermana a hermano, de marido a mujer».

Este paseo por el pasado familiar le deparará más de un hallazgo turbador: su abuelo paterno, Vasili, desempeñó cargos importantes en la KGB. Hijo de un recolector de remolachas, llegó a ser guardaespaldas personal de Stalin y obedeció las órdenes del terrorífico Beria en Lubianka. Su abuela Tamara trabajó como modista para la nomenklatura del régimen y siempre estuvo bien relacionada. Después de divorciarse de Vasili, siguió disfrutando de privilegios: televisión a color, un sedán o un juego de té con la efigie de la reina de Inglaterra en la base. El autor se llega a preguntarse: «¿qué significa descender de un hombre semejante?».

Los abuelos maternos, Semion y Raísa, eran judíos. Nacidos en una Lituania inusualmente tolerante con el pueblo hebreo, vivieron la implosión de la revolución comunista, la invasión nazi y el asentamiento de la dictadura soviética. Años de deportaciones, desapariciones, ejecuciones y huidas predispondrán a Halberstadt al secretismo, el recelo y la incapacidad de hacer planes a largo plazo. El testimonio de sus abuelos, aunque lleno de omisiones indescifrables, le revelará momentos cruciales de una época de un salvajismo e irracionalidad extremos.

El autor también relatará el principio y el fin del matrimonio de sus padres, malogrado en un asfixiante piso en el Moscú de los años 70 lleno de los discos de jazz y rock que el padre vendía de forma clandestina, poesía clandestina y jeans. Finalmente llega a la narración de su propia vida: la de un niño ruso que llega a Nueva York con el miedo acumulado de tres generaciones, homosexual y con problemas para aculturizarse. Un niño que llegará a considerar esa porción del «mundo libre» su auténtico hogar, pero nunca dejará de echar de menos a su padre. Dificultades y sufrimientos que hallan su lenitivo en el amor, el humor y el perdón.

Gracias al formidable análisis retrospectivo que lleva a cabo el autor, se demuestra que algunos rasgos de la Rusia comunista son muy anteriores al estado soviético, tales como la confianza en los déspotas, las ansias de sacrificio o la inmolación del individuo. La lectura también ofrece algunas claves interpretativas para entender el gobierno de Putin, tales como su ambigüedad respecto al pasado soviético, su victimismo, su recelo a lo extranjero o sus aspiraciones imperialistas.

Jóvenes héroes de la Unión soviética, subtitulado «memorias y cuentas pendientes» fue considerado por The New York Times uno de los mejores libros de 2020. La narración de Halberstadt es divertida, emotiva y aterradora por momentos. Una mirada radiante y muy humana del Este al Oeste, y del Oeste al Este. Muy disfrutable.