'Poesía completa' de Mariluz Escribano: versos desde el umbral al morir
Las reivindicaciones del feminismo han desencadenado, de cuarenta años a esta parte, un ya constante y sostenido ejercicio de escarbar entre los fondos de las bibliotecas y las editoriales por recuperar, ponderar y enaltecer los trabajos y los días de numerosas escritoras de las pasadas generaciones apenas o nunca mencionadas en antologías y panoramas literarios, a veces de fácil confusión en nombre, dado el enorme despliegue actual de voces.
Frecuente ha resultado dar con poetas iniciadas en la publicación ya muy entradas en la madurez, aun cuando contaran con obras compuestas muchos años antes. María Luz Escribano pertenece a esta categoría. Entre los títulos para impedir que su quehacer quedara arrinconado a su muerte, en 2019, se encontraba su activismo social frente al poder durante el franquismo. Igualmente, el haber sido hija de un maestro víctima en Granada de una ejecución similar a la sufrida por García Lorca pocas semanas después que este, cuando Mariluz aún no había cumplido un año de edad; también, la amistad de su madre con las primas de García Lorca que habían quedado al cuidado de la huerta de la familia del poeta durante su largo exilio. No por casualidad la edición, con un cuidado y aclarador estudio previo, compendio de aportaciones anteriores a las que se ha añadido una valoración de conjunto mucho más completa, ha estado al cargo de la profesora granadina Remedios Sánchez García, a quien se deben diversos trabajos anteriores sobre esta autora, como también numerosas investigaciones en torno a la poesía de los últimos años.
cátedra / 328 págs.
Poesía completa
Adentrándose en los logros poéticos, la profesora Sánchez parece evitar circunscribir a Escribano a ninguna de las corrientes, en boga o en declive, de los últimos cincuenta años, y prefiere juzgarla «poeta-isla», ajena a grupos, camarillas o corrientes. Por lo demás, distingue tres fases, que deben entenderse en sentido cronológico y no en cuanto a evolución estética de la poeta: los primeros libros, publicados entre 1991 y 1995, a saber, Sonetos del alba, En un mar de silencio y Canciones de la tarde, responden a un lirismo que no oculta las reminiscencias lorquianas, machadianas o juanramonianas, así como los recuerdos de infancia y otros temas tradicionalmente femeninos, lo cual la sitúa en la poesía de la posguerra. La segunda fase corresponde a Umbrales de otoño (2013), libro escrito, sin embargo, en los mismos años y con el mismo estilo que los anteriores. Con él consiguió el Premio Andalucía de la Crítica, motivo por el que despertó gran revuelo e indignación entre otros poetas locales. El corazón de la gacela (2015), en sintomática alusión lorquiana, y Geografía de la memoria (2018) suponen nuevas recreaciones biográficas y sentimentales, con préstamos de numerosos poetas. Se insertan también poemas de carácter solidario, escritos al compás de noticias que no pierden actualidad en sus características generales y entre las que no dejan de hallarse las de tipo cultural.
En esta parte se encuentran los versos más del gusto de cualquier receptor, los que más adeptos podrían hallar y los que servirían para atraer lectores perdidos para la poesía: «Los niños soldado», merced al ritmo de sus alejandrinos, insiste en la puesta en página y en palabras de unas imágenes y una realidad que conmueven pero que no ha podido extirparse, «un fusil en la mano y una tristeza oscura, / quieren matar y matan con la alegre inocencia / de los ángeles buenos que nos guardan la vida» (pág. 259)”. «Pido la paz» se sirve de un conocido título de Blas de Otero para actualizar el contenido en un ritmo de endecasílabo con mayor proyección.
Poeta «de la memoria y de la concordia civil» la llamaba desde hace muchos años la profesora Sánchez, pero también lo era de la concordia mundial que a todos compete, desde el minúsculo lugar que se ocupa, hasta toda la amplitud que arroja quien cuenta con poder o responsabilidad internacional: «Pido pan para el hambre […]. / Pido paciencia al hombre que utiliza sus brazos / […] para el mendigo pido una caricia suave. / Pido el perdón del mundo para los asesinos. […]/ Pido la paz del mundo para todos (págs. 259-260). Por eso, repite la idea en diversos poemas, “Levantaremos las banderas blancas / en el lento descenso de las calles» (pág. 290).
Mariluz Escribano encargó a Remedios Sánchez que cerrara este volumen de su poesía completa con una composición cuyo título remite a otro famoso de Juan Ramón Jiménez: «Cuando me vaya», y que concluye «Cuando me vaya / habré perdido tantas cosas / que creceré en trigal por no morirme» (pág. 304).