Picasso: tema de escritores y artistas

La obra de Pablo Ruiz Picasso (Málaga, España, 25 de octubre de 1881 – Mougins, Francia, 8 de abril de 1973) nunca dio lugar a la indiferencia de los artistas. Cincuenta años después de su muerte seguimos queriendo conocer más del genio, nunca confortablemente instalado en un estilo o actitud, antes creciendo en la inquietud y el cambio. El escritor, investigador y crítico José Esteban (Sigüenza, 1937) recopila en Picasso: imán de los escritores españoles una extensa antología de textos sobre Pablo Ruiz Picasso escrito por los literatos que lo conocieron o admiraron. Desde Ricardo y Pío Baroja hasta Antonio Gamoneda, pasando por Ramón Gómez de la Serna, José Bergamín, Pablo Neruda, Jorge Guillén, Rafael Alberti, César Vallejo, Vicente Aleixandre, Max Aub o Luis Buñuel. Una «antología caprichosa» que se dispone a cumplir la voluntad del historiador del arte y gran picassiano que fue Juan Antonio Gaya Nuño, quien exhortó a los investigadores del futuro a recopilar lo que los escritores dijeron del gran maestro.

«Todo el mundo quiere entender el arte. ¿Por qué no trata de entender los trinos de un pájaro? ¿Por qué se ama la noche, las flores, todo lo que nos rodea, sin tratar de entenderlo? Pero cuando se trata de una pintura la gente tiene que comprender. Ni siquiera se dan cuenta, sobre todo, de que un artista trabaja por necesidad: que él mismo no es más que un insignificante pedazo del mundo y que no debe concedérsele más importancia que a tantas otras cosas que nos gustan en el mundo, aunque no podamos explicárnoslas. Generalmente, quienes tratan de explicar los cuadros toman el rábano por las hojas». Esta fue de las pocas declaraciones que Picasso, enemigo de teorizaciones estéticas, hizo sobre el arte. Aún más raras son las reflexiones y esclarecimientos sobre su propia obra o él mismo. Fueron los demás los que dedicaron –y aún dedican– páginas y páginas a hablar del pintor malagueño. Un prodigio indiscutido que ha llevado a escritores de todo tipo, no sólo a críticos o historiadores del arte, a coger sus plumas y escribir sobre el maestro, cuya infatigable voluntad de quebrar y rehacer la realidad roturó nuevos caminos para el arte.

Entre los esfuerzos extraordinarios por diseccionar el «suceso picassiano», hallamos casi invariablemente admiración, desconcierto y perplejidad. Ahora que han arreciado las voces que defienden su cancelación –por su misoginia e inmisericordia–, José Esteban nos trae semblanzas en las que hallamos más luces que sombras. La mayoría destacan su talante indagador, que lo llevó a frecuentar las más variadas formas de expresión artística. Admirable también resultaron su fuerza –manantial creador que no cesaba– y su compromiso con la pintura, «sin propósito de dar pero entregándose a ella constantemente, dándose por completo, en un afán de perfección, con experiencia de pasado, con visión de futuro y con la maestría que va adquiriendo con el esfuerzo constante puesto a prueba a diario, en un afán sin reconocimiento de afán», como describe su íntimo amigo Jaime Sabartés. Picasso solo se impuso una privación: no copiarse a sí mismo; no repetirse. Una pasión delirante que lo hermana con Goya, otro pintor de egregia cepa.

Varios autores insisten en remarcar su carácter estoico, ajeno a los intereses mercantiles. Parece ser que no cayó en la veneración del dinero, aun cuando su obra le reportaba el equivalente a «ganar la lotería todos los días». Ramón Gaya lo presenta como el prototipo de artista desprevenido, que cumple ciegamente su misión sin cálculo egoísta. Picasso rechazaba a los clientes que le exigían desviarse de su esencia, esto es, estancarse, y vivió de espaldas a las imposiciones del mercado del arte.

Picasso: imán de los escritores españoles descubre aspectos menos conocido de la vida de Picasso, como sus años de formación coruñenses, su debut como poeta a los cincuenta años, la sorpresa con la que su comunismo fue acogido por algunos o la lágrima roja que Bergamín debía pegar en el Guernica el día de su inauguración, pero perdió antes. Estas piezas también suponen un documento inestimable –por su calidad literaria y capacidad de análisis– para entender tanto el cubismo como el limo cultural del que surgió genio tan versátil y prolífico.