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Portada Nací sobre una rotativa

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`Nací sobre una rotativa´: el Ortega más involucrado con su tiempo

Un trabajo completo y muy bien documentado que ilumina una de las facetas menos trabajadas de uno de los grandes intelectuales españoles.

Reducir el pensamiento de un filósofo una única frase tiene tantos riesgos que utilizarla casi produce rubor, y sin embargo la frase más repetida de Ortega, «yo soy yo y mis circunstancias» parece muy apropiada para comenzar esta reseña, pues este libro habla del Ortega más vinculado con su tiempo. Como no puede ser de otra manera, mucho se ha escrito sobre el filósofo madrileño, tanto biografías y obras generales sobre su pensamiento como textos más limitados a algún aspecto concreto, tanto biográfico como intelectual. Y sin embargo no había ninguna «biografía de costado», centrada en una de sus facetas.

Portada Nací sobre una rotativa

Tecnos. 2023. 312 pp.

Nací sobre una rotativa. Las empresas culturales de José Ortega y Gasset

Ignacio Blanco Alfonso

Gracias al trabajo de Ignacio Blanco ya tenemos ese libro, y centrado además en una de las facetas más importantes, y a veces desconocidas, del filósofo: su relación con la prensa periódica. La cita que titula el libro tiene mucho de cierto al estar vinculado familiarmente con El Imparcial, uno de los periódicos más importantes de aquel periodo. Su abuelo Eduardo Gasset lo fundó y su padre, José Ortega Munilla fue su director durante muchos años. Ortega nació con tinta de imprenta en las venas y esa vocación familiar no le abandonó el resto de su vida.

Leyendo el libro de Blanco uno se percata de la inquietud de Ortega por transformar esa España que le tocó vivir y la energía que dedicó a esos proyectos culturales que demuestran una voluntad altruista ejemplar. Muchas veces es conocido por sus ensayos y sin embargo me atrevería a decir que su labor como agitador cultural fue tan importante en su momento como su pensamiento escrito.

El libro comienza casi desde sus orígenes vitales, pues el joven Ortega comenzó a escribir muy pronto en el familiar El Imparcial. A esos primeros pasos siguieron otros menos cómodos, como sus primeros tanteos editoriales (Faro, Europa, España) mientras colaboraba con otros medios tanto españoles como americanos. Mención especial conlleva la creación de una revista unipersonal, El Espectador, un auténtico ejercicio de voluntad que, como bien indica Blanco, sigue la tradición de otros proyectos extranjeros y demuestra su afán de modernizar el país.

Si este fuera un texto narrativo, que en parte lo es, destacaría la figura secundaria pero esencial del empresario y editor Nicolás María de Urgoiti, verdadero alter ego de Ortega como promotor cultural. Juntos montan el gran proyecto de El Sol, diario que sobrevivió hasta los movidos años de la República y al que le siguieron Crisol y Luz, en un intento desesperado de encauzar la exacerbada política española. Eran los tiempos de su famoso «¡No es esto, no es esto!» que apareció precisamente en uno de ellos. Un apartado especial merece el proyecto, más cultural que político, que más ha perdurado: la fundación y dirección de la Revista de Occidente en 1923.

Este simple sumario del contenido del libro nos parece una muestra fiable de lo difícil que es desligar al filósofo del periodista. Y nos parece que ha quedado claro que el ensayo de Ignacio Blanco toma el término periodista en su sentido más amplio, pues trata tanto de sus colaboraciones en prensa como de sus trabajos de gestión editorial, un oficio que deja menos huella pero no es por eso menos importante. Este ensayo también podría considerarse, en este sentido, como una historia parcial de las empresas periodísticas del primer tercio del siglo XX, pues nos describe con detalle los movimientos de capital, las luchas del accionariado, así como los conflictos ideológicos y políticos que van detrás de cada cabecera. La edición viene además enriquecida con un buen número de imágenes documentales pertenecientes al archivo de la Fundación Ortega-Marañón que ilustran su aventura intelectual.

Para lograr todo esto, Ignacio Blanco ha manejado, además de una completa bibliografía, una cantidad ingente de material inédito, tanto del propio Ortega y como de sus personas más cercanas. El autor demuestra, lo que es muy de agradecer, que el rigor y a la seriedad académica no está reñido con la escritura sencilla y directa. Es un libro que evita, tal vez emulando al propio Ortega, el fárrago y las oscuridades idiomáticas y provoca una lectura entretenida y muy iluminadora.

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