Fundado en 1910
Jorge Díaz, en la promoción de su libro 'El espía'

Jorge Díaz, en la promoción de su libro 'El espía'Javier Ocaña

Entrevista al escritor

Jorge Díaz: «Soy un cagueta, pero los canallas me apasionan»

El escritor Premio Planeta vuelve a las librerías con un thriller histórico, El Espía, que narra la vida de un espía judío que luchó con los alemanes

No podía ser de otra manera. La presentación de El Espía (Editorial Planeta), la nueva novela de Jorge Díaz, tenía que darse en un lugar distendido pero sofisticado, como es él. El laureado Omeraki, de Alberto Chicote, fue el emplazamiento escogido para, entre deliciosos aperitivos, despachar sin atragantarse sobre asesinos, crímenes y canallas, pero también sobre la bondad y los sentimientos más primarios, todos ellos protagonistas de la nueva obra de uno de los integrantes de Carmen Mola, clan con el que logró el Premio Planeta en 2021 por La Bestia.

Ahora Jorge Díaz vuelve en solitario con un thriller histórico que engancha al lector desde la primera página y le traslada a varios y distintos escenarios de la primera mitad del siglo XX. El Debate pudo compartir charla con el escritor y comprobar una vez más que Díaz no solo es un genio de la intriga, sino un rey en crear buen ambiente. Es «gracioso», como él mismo se define.

— El espía es su quinta novela en solitario; sin embargo, la idea sobre el argumento le persigue desde el instituto…

— En el instituto tuve que leer La verdad sobre el caso Savolta y me gustó mucho. Yo era un chaval y me parecía fascinante todo aquello: pistoleros, anarquistas, los cabarés, las drogas... Años después, cuando ya era escritor, volví a leerla para documentarme para otra novela, La Justicia de los Errantes, y volvió a parecerme una obra maravillosa. Una de las cosas que ahí ya me llamó la atención fue averiguar qué hay de verdad que en El Caso Savolta y me encontré con que Savolta en realidad se llamaba Josep Albert Barber. Leí un poco lo que había en internet sobre el tema y descubrí al comisario Bravo Portillo y al barón Von Rolland. A mí los canallas me apasionan. No me los quiero encontrar en la vida real, pero escribir sobre ellos me gusta. Y entonces decidí que en algún momento tenía que escribir sobre estos dos personajes. La vida fue pasando, llega Carmen Mola, publicamos siete novelas y entonces el año pasado decidimos que íbamos a dejar un año para publicar cada uno nuestras novelas y recordar que éramos personas individuales, que no siempre éramos un colectivo. Y entonces me dije, ¿y qué escribo yo ahora? Y me acordé del barón Von Rolland.

Comenzó el ejercicio de investigación. ¿Qué descubrió?

— Me dediqué a estudiar bien que había sido de él. Y me encontré con un personaje apasionante, que me vuelve loco porque es tan mala persona, pero a la vez tan simpático y que había un problema, que era que no había un final. O sea, el barón Von Rolland es el jefe de los espías alemanes en la Primera Guerra Mundial en Barcelona. Después se dedica a los negocios, después hace cosas para Canaris, que era el enlace entre Franco y Hitler en la Guerra Civil española. Y después Canaris, que es su gran amigo, le dice oye, eres judío, te va a ir muy mal, vamos a quitarte de en medio. Y lo mandan como espía del Tercer Reich a Argentina. Después de todo esto le detienen, le mandan a un campo de prisioneros a Inglaterra. Ven que es un tío que en realidad no ha hecho nada extremadamente malo y consigue la nacionalidad española pero ese mismo día desaparece por completo. No se sabe dónde está. Y entonces me dije 'me voy a inventar ese final'. Y entonces me he inventado la segunda parte de la vida del barón. No hago un spoiler muy grande si digo que lo mato en el primer capítulo. O sea, me tuve que inventar un poco de su vida y mucho de su muerte. Y entonces ahí ya conseguí lo que me gustaba, que era tener una novela que es una parte histórica y una parte thriller. Hay que investigar quién ha matado al barón Von Rolland.

No podemos desvelar cómo acaba pero el asesino tiene muchos novios porque hay muchas personas con motivos para acabar con él...

— Es que los actos que uno hace en la vida no son gratuitos... Pero hay una persona que tiene una razón muy potente para querer matarle...

Señala que todos los crímenes se producen por amor o por dinero. ¿Por qué estaría dispuesto a cometer un crimen?

— Yo soy un cagueta. No podría cometer un crimen. No me siento capaz. Es más, todo el mundo me pregunta qué tipo de espía sería. Y yo lo pienso y digo: el peor. ¡No soy capaz de callarme un secreto! Me descubrirían en el segundo día. Con lo que respondiendo a tu pregunta te digo que soy la persona más cobarde del mundo. No he cometido un delito nunca en mi vida. No he defraudado a Hacienda, no me he saltado ni un semáforo en rojo... Mis amigos me odian.

En la novela establece contrastes claros: Barcelona-Mojácar, un judío nazi, bondad-maldad...

— Me gusta mucho lo del blanco y negro y lo aplico a mis novelas siempre. El primer tercio del siglo XX, donde está ambientada El Espía, lo permite, porque el mundo antiguo todavía no ha muerto y el mundo moderno todavía no ha nacido. Está uno muriendo y el otro naciendo. Tienes personajes que responden al idealismo del XIX y personajes que responden al pragmatismo del XX porque entonces se produce un conflicto entre ellos. Barcelona es la ciudad más cosmopolita de la época. ¿Y qué le puedo poner en contra? Pues Mojácar, un lugar que es el paraíso, porque Almería para mí es el paraíso. Un lugar que hasta los años 50 era la Edad Media. O sea, no llegaban carreteras. Un sitio donde las mujeres del pueblo todavía se vestían a la manera moruna, como habían hecho siglos atrás, donde no había agua corriente y tenían que ir a la Fuente del Moro con cántaros en la cabeza. Esos contrastes me gustan. Todo es blanco y negro.

¿Qué tiene de diferente esta novela con sus otras obras?

— Todo lo que he aprendido con Carmen Mola. Cuando yo empecé a escribir no había cursos ni másteres. Con quien se aprendía era con los compañeros. Estabas con un tipo de guion y resulta que tenías a un guionista que dialogaba muy bien. Tú te fijabas en cómo dialogaba, pero había otro que estructuraba maravillosamente y te fijabas en cómo estructuraba y entonces aprendías con los compañeros. Tengo la suerte de trabajar con Antonio y con Agustín, que son dos personas de un talento descomunal y que muchas veces te aportan soluciones increíbles cuando estás trabajando. Eso y la manera de no conformarse nunca que también he aprendido con ellos. De no dar todo por válido sin darle una vuelta. Evitar esa pereza del escritor. Lo he aplicado en esta novela.

Llegaron a un pacto de no ayudarse con las novelas individuales... ¿Cómo ha sido trabajar en solitario después de siete novelas estando acompañado?

— Les he echado de menos, pero... ¡a veces sientes el alivio de no tener que convencerles de algo evidente!

Y del proyecto nuevo de Carmen Mola ¿se puede adelantar algo?

— Todavía estamos con las primeras reuniones. Va a ser un thriller actual. Queremos darle un pequeño cambio a muchas cosas... De momento estamos contentos con lo que está saliendo.

1
comentarios
tracking