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El caminante sobre el mar de nubes

El caminante sobre el mar de nubes

Las paradojas del pensamiento romántico

«La contra-ilustración y el romanticismo que acaba de repescar la notable Página Indómita es uno de los mejores ejemplos de este interés por el contrario. El concepto de contra-ilustración no nació de la pluma berliniana, pero es evidente que su éxito posterior es consecuencia de sus trabajos. Estos tres ensayos nos muestran los resultados paradójicos de este debate intelectual».

Isaiah Berlin es uno de los más influyentes pensadores políticos del siglo XX. Británico nacido en Riga, había abandonado la filosofía para dedicarse en cuerpo y alma a la historia de las ideas. Contaba que tomó esta decisión en 1944. Durante un viaje en un bombardero, mientras llevaba una incómoda máscara de oxígeno, sintió que debía cambiar de especialidad académica. Parece que acertó porque su legado intelectual continúa desafiándonos. Algunos de los trabajos de Berlin se han convertido en canónicos, a pesar de que siempre transitó por el ensayo breve y fragmentario. Ahí tenemos, por ejemplo, sus reflexiones sobre las diferencias entre la libertad positiva y la negativa, que siguen siendo una lectura inexcusable para cualquiera que quiera entender la libertad en una sociedad democrática. La biografía que le dedicó Michel Ignatieff -reciente Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales- se convirtió en el hito de la revitalización de este autor en el período de entresiglos, y todavía sigue reeditándose. La mayoría de sus textos han sido traducidos al español, aunque uno tiene la sensación de que ha sido más un icono liberal usado como bandera que leído. Mario Vargas Llosa lo incluyó en su particular cartografía de pensamiento que tituló La llamada de la tribu. En aquellas páginas, el novelista nos recordaba que «el liberalismo de Isaiah Berlin consistió, sobre todo, en el ejercicio de la tolerancia, en un permanente esfuerzo de comprensión del adversario ideológico cuyas razones y argumentos procuró entender y explicar con un exceso de escrúpulo que desconcertaba a sus colegas».

La contra-ilustración y el romanticismo que acaba de repescar la notable Página Indómita es uno de los mejores ejemplos de este interés por el contrario. Este es un texto que sirve de entrada a la obra de Berlin. Aquí están muchos de sus temas y de su tono estilístico. Consideraba que había que conocer a los enemigos de la tradición liberal y poder explicarlos con detalle. Mostró en diversos lugares que le aburría leer siempre a los suyos. Así que un liberal convencido como Berlin se sintió interpelado por las críticas de sus adversarios políticos. Entendía que era la mejor manera para poder aquilatar las propuestas que sostuvo en la conversación pública. De esta manera, estudió con atención a personajes como Joseph de Maistre, Giambatista Vico, J. G. Hamann, Schiller, Byron o Herder. Su lectura de estos autores fue profunda y sugestiva. Aunque a veces cometiera excesos, como colocar a Joseph de Maistre en el origen del fascismo, algo que ya ha sido duramente discutido.

La contra-Ilustración y la voluntad romántica

Página Indómita, Barcelona, 2024, 156 pp

La contra-Ilustración y la voluntad romántica

Isaiah Berlin

El concepto de contra-ilustración no nació de la pluma berliniana, pero es evidente que su éxito posterior es consecuencia de sus trabajos. Estos tres ensayos, en el fondo, nos muestran los resultados paradójicos de este debate intelectual. Los ilustrados defendieron una mirada monista hacia a la realidad que confrontó con los contra-ilustrados. De esta forma, y sin pretenderlo, los últimos ayudaron al nacimiento del pluralismo político moderno. Porque algunas de las principales propuestas ilustradas eran eminentemente idealistas y contrarias a la diversidad. A veces, en política las consecuencias de largo recorrido son las no deseadas. Los románticos, con su defensa del irracionalismo y su rechazo de planteamientos universales, favorecieron la crítica del reino soñado de la verdad y la felicidad. Los contrailustrados sabían que no era posible llegar a una sociedad perfecta. Y se encargaron de dinamitar algunos de las principales líneas argumentativas del pensamiento emancipador ilustrado. Berlin tampoco esconde aquí los evidentes peligros de los planteamientos contra-ilustrados.

El libro concluye con un aviso a los defensores acríticos de la Ilustración: quizá este ideal haya arrastrado a millones exigiéndoles un sacrificio, a sí mismos y a otros, que ha generado mucha sangre, lágrimas y dolor. Lo reconoce uno de sus mejores valedores. Solamente por esto merece la pena hacerse con esta breve aproximación que ha creado escuela. Sin Isaiah Berlin no podríamos entender que los románticos, además de alimentar mitologías autoritarias y nacionalistas, también jugaron un papel esencial a la hora del desarrollo de concepciones sobre tolerancia, libertad y democracia. Sea la opinión que se tenga sobre este asunto, Isaiah Berlin nos desafía en este debate que sigue siendo el nuestro.

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