Fundado en 1910
El autor, Alessandro Rivali

El autor, Alessandro RivaliAres Edizioni

Revolución, toros y guapas milicianas que asaltan tiendas: recuerdos de un pequeño italiano nacido catalán

De la Barcelona de julio de 1936 a la Italia del Norte, tomada por partisanos comunistas y tropas alemanas: Mi nombre en el viento es la historia de una familia, a través del niño de seis años que va creciendo hasta la adolescencia

Alessandro Rivali (Génova, 1977) dirige Edizioni Ares –editorial milanesa de inspiración católica radicada en Milán y fundada en 1956– y ha publicado tres poemarios, uno de los cuales tiene el significativo título La caída de Bizancio (2010). Tras estudiar un bachillerato de orientación humanística, se matriculó en Literatura en la Universidad de Milán y concluyó su licenciatura con un trabajo sobre la Primera Guerra Mundial y la Belle Époque. Con estos mimbres, y con el influjo de varios autores, como Ezra Pound, es fácil entender cuál es la sensibilidad de Rivali. El año pasado publicó en la prestigiosa editorial italiana Mondadori esta novela –que ahora Rialp presenta al público español– en la que relata una parte de la historia de su familia, tomando la voz de su padre, Augusto (1930–2023), nacido en Barcelona. La trama arranca con el inicio de la Guerra Civil española y concluye con el desenlace de la II Guerra Mundial.

Portada de Mi nombre en el viento

Rialp (2024). 160 Páginas

Mi nombre en el viento

Alessandro Rivali

La familia de Augusto (al que se reconoce con el hipocorístico Gutin en este libro) se apellida a lo largo de estas páginas Moncalvi, y está radicada en Barcelona, donde posee una tienda de alimentación –destacan las latas de olivas, el jamón, la pasta elaborada de manera artesanal– que aún hoy sigue abierta. En los primeros capítulos de la novela, Gutin narra la vida en la capital catalana –y sus agradables recuerdos de infancia, Reyes Magos incluidos–, sus problemas de otitis y el estallido de la guerra. A pesar de que, al cabo de una semana, el gobierno de Mussolini dirige a Barcelona un buque para evacuar a los italianos y otros extranjeros, y los Moncalvi logran embarcar y exiliarse en Génova, el testimonio del terror y saqueo frentepopulista estremece. Son días que al lector se le antojan semanas o meses de asesinatos, detenciones arbitrarias, tribunales populares, milicianos criminales, quema de iglesias y asaltos que destruyen vidas, cultura y felicidad.

En Génova su vida da paso a una etapa compleja: por un lado, los Moncalvi retornan a la tierra de origen, donde los reciben sus parientes. Pero, en cierto modo, son turistas que empiezan a conocer Italia de manera directa y con fascinación, si bien a veces añoran la existencia que habían labrado como familia. Una existencia con la que se sentían identificados, aunque con una querencia por el mestizaje mediterráneo de lo que parece próximo y, en realidad, se halla repleto de ambigüedades, matices y diferencias. De Génova se trasladarán a Villa Moncalvi, un entorno rústico con nuevos sabores, con experiencias que abarcan la pesca en el río con las propias manos, la muerte de quien los acoge y el primer amor del protagonista, que salió de Barcelona con seis años y que ya es un adolescente casi quinceañero cuando la II Guerra Mundial atisba su final. Una guerra que no se esperaban y que sume a Italia en una hecatombe de bombardeos, violencia indiscriminada de partisanos, represiones y una amarga dominación del ejército alemán.

Esta novela mantiene el tono vívido de la memoria y, sobre todo, de la perspectiva de la edad del protagonista, que se va intercambiando con las voces, cartas, apuntes de dietarios de otros miembros de la familia. Además, hay un acicate constante de devoción por la cultura, en especial por la clásica y por un modo muy italiano de asumirla, y que concede gran relevancia al pasado romano, e incluso a los ligures. Una historia italiana donde los autores de la época de la unificación destacan con un peso notable; además, uno de los parientes de los Moncalvi conoció a Salgari. Estos ingredientes, junto con un estilo directo, de pulido que parece que no se nota, donde la comida y el aderezo a veces son sutiles y a veces son de sabor intenso, donde los adjetivos son los precisos y donde se evita el efectismo y lo barroco, ofrecen una lectura agradable, entretenida, de buen gusto y de emociones honestas. Se revive la España de los años 30, con sus toros, sus mujeres temperamentales y de belleza morena y cenital, y una Italia atiborrada de anécdotas, de aromas y de acentos locales.

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