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Via dei Balconi. Ostia Antica

Via dei Balconi. Ostia AnticaRobert Consoli

'Populus': el alma de Roma

¿Se ha dicho ya todo cuanto había que decir sobre Roma? Guy de la Bédoyère publica Populus, un libro que, centrado en el pueblo (plebe) de Roma, hace una excelente descripción también de la Ciudad Eterna

Senatus Populusque Romanus: SPQR. O en otras palabras: el Senado y el Pueblo Romanos. Esas eran las siglas que representaban al cuerpo político de Roma. Aunque lo cierto es que, en muchas ocasiones, parece que el término senatus queda por encima del de populus, desmereciéndolo, o poniéndolo en un segundo plano, de tal manera que populus es un mero añadido, casi como un cognomen, de senatus. Lo cierto es que la auténtica alma (y de paso, también el corazón) de la política romana fue, tradicionalmente, el pueblo de Roma.

Populus

Pasado y Presente (2024). 488 páginas

Populus. Vivir y morir en el humo, el lujo y el estrépito de la antigua Roma

Guy de la Bédoyère

El senado, compuesto tradicionalmente por la flor y nata de la aristocracia romana, no podía llevar a cabo ciertas acciones políticas, cuya aprobación necesitaba obligatoriamente la aquiescencia del pueblo, a través concretamente de la institución llamada Concilium Plebis («asamblea del pueblo»). Esta institución, que nació de la mano de una magistratura fundamental en el mundo romano, el tribunado plebeyo, sería la encargada, por ejemplo, de tomar decisiones como el que Roma fuera a la guerra o no; o que tras una guerra, Roma firmara una paz con el bando enemigo o no –aunque eso, de facto, recayó en manos del senado y los cónsules–. En cualquier caso, si el pueblo tenía realmente prerrogativas como la de declarar o no la guerra, elemento este muy importante en el mundo romano, ¿por qué no se le da más importancia a esta asamblea? O, mejor, ¿por qué no se le da más importancia al pueblo de Roma, la gente que, en definitiva, vivía y moría en el humo, el lujo y el estrépito de la Urbs?

No puede caber ninguna duda de que para comprender Roma en profundidad no vale únicamente con conocer las grandes gestas y los grandes héroes de la tradición romana: es fundamental conocer «la vida de la gente ordinaria (populus) de la antigua Roma», como la llamara Guy de la Bédoyère en su nueva obra Populus. Vivir y morir en el humo, el lujo y el estrépito de la antigua Roma, publicado por Pasado & Presente. Pero, ¿cómo hacer esto? Pues trabajando el material disponible. En el caso que nos ocupa, De la Bédoyère afirma que su libro «depende, sobre todo de fuentes e inscripciones antiguas procedentes de los dos últimos siglos de la República romana y los dos o tres primeros siglos del Imperio». Este periodo, como el autor indica, «presenció el surgimiento de Roma como poder supremo internacional en el mundo mediterráneo». Aun así, no nos encontramos antes una historia cronológica, sin más, del pueblo romano. A lo largo de sus más de 400 páginas, sus 15 capítulos y su epílogo, Guy de la Bédoyè ofrece una variedad temática y cronológica de Roma (dentro del límites impuestos por el autor) como que el capítulo 5 se dedique al «Cursus Honorum», y el 10 a «Médicos y enfermedades». El volumen, además, se completa con cuatro apéndices muy necesarios: «Breve cronología de Roma», «La sociedad romana», «Las fuentes» y «Una visita al mundo de Populus», este último especialmente interesante por las directrices y consejos que ofrece: «Para obtener una sensación más auténtica de lo que podía ser la vida cotidiana en la antigua Roma, en lugar de ir a los principales edificios públicos como el Coliseo, lo mejor es acercarse a las ruinas del antiguo puerto de Roma en Ostia, donde se pueden visitar casas, bloques de apartamentos y otras instalaciones y otras instalaciones como baños y otras instalaciones como baños públicos en su contexto original, paseando por las calles romanas». Aun así, pocos temas faltan por tratar en el libro de De la Bédoyère: nada se deja en el tintero, sea más o menos tratado. «La intención es ofrecer variedad y un poco de la visceral intensidad de la vida en la antigua Roma, tanto en lo que nos resulta familiar como en lo que se nos antoja disparatado».

Hay que alabar la magnífica unión que se produce en el autor de buena narrativa y poderosa información sobre el populus de Roma, como por ejemplo: ¿qué hacía el pueblo en la arena limitarse a ver gladiadores? O cómo era curado, o cómo acostumbraba a tomar los presagios de los dioses. Para concluir, señalaremos que lo que nos presenta Populus es un mosaico de numerosísimas estelas de diversa forma y color, que unidas arrojan una imagen nítida de aquella masa desconocida que, en el interior de su hogar, con sus familiares, no serían meros ciudadanos, y que formaban aquellos que nosotros llamamos Roma.

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