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Ludwig van Beethoven

Ludwig van Beethoven

El ADN de Beethoven desvela la causa real de su muerte (pero no la de su sordera)

El estudio de los genes del compositor muestra que tuvo hepatitis, una posible cirrosis y que hubo una paternidad extramatrimonial en su árbol genealógico

Tras enterrar a Ludwig van Beethoven, el 27 de marzo de 1827, dos de sus amigos y asociados encontraron una carta en un escondite de su escritorio cuando ordenaban sus papeles. Escrita años antes, en 1802, cuando tenía 32 años, iba dirigida a sus hermanos Karl y Johann y era todo un testamento vital: en ella confesaba su tremenda angustia por el avance de la sordera, llegando a confesar que de no ser por la virtud y su música, se habría suicidado.

De hecho, en 1802 Beethoven le había pedido a su médico, J.A. Schmidt, que tras su muerte describiera públicamente su progresiva pérdida de audición y sus problemas de gastrointestinales para encontrar algo de piedad entre el público: «Quiero que en la medida de lo posible, al menos el mundo se reconcilie conmigo». Algo que también relata en el llamado Testamento de Heiligenstadt, donde sin embargo no se especifican las causas de su muerte, que han sido un misterio... hasta ahora.

Casi 200 años después de su muerte, un amplio grupo de científicos han podido cumplirlo al analizar varios mechones de su cabello. Sin embargo, aunque el ADN que ha podido extraerse de la fibra capilar sí da algunas pistas sobre la posible causa de su muerte, no especifica por qué pudo quedarse sordo.

Hepatitis... y cirrosis

Los cinco mechones analizados no aportan pruebas concluyentes sobre sus sus problemas gastrointestinales, pero sí que arrojan una clave de lectura de su salud: tenía predisposición genética a las enfermedades hepáticas y, probablemente, hepatitis.

Los detalles de la investigación, realizada por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), el Beethoven Center San Jose y la American Beethoven Society de California (Estados Unidos), La Universidad KU Leuven (Bélgica), la Universidad de Bonn, la Beethoven-Haus de Bonn y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), se han publicado este miércoles en la revista Current Biology.

«Nuestro objetivo era arrojar luz sobre los problemas de salud de Beethoven, entre los que se encuentra la pérdida progresiva de audición, que comenzó a mediados o finales de sus 20 años y le llevó a la sordera funcional en 1818», explica Johannes Krause, del Instituto Max Planck. Sin embargo, más allá de su mala salud generalizada, no han podido determinar qué llevó al genio musical a perder el oído de forma repentina con 26 años. Lo que empezó con episodios de tinnitus y pérdida de las frecuencias más altas, fue agravándose hasta dejarlo sordo y sumido en la desesperación.

Predisposición genética (y alcohol)

Además, el equipo también buscó el posible origen genético de las dolencias gatrointestinales crónicas de Beethoven y de la grave enfermedad hepática (posiblemente cirrosis) que culminó con su muerte en 1827, a los 56 años. La secuenciación del genoma sí que desvela factores genéticos de enfermedad hepática y pruebas de que había sufrido una infección por el virus de la hepatitis B en los meses previos a su muerte que se vieron agravados por alcohol.

«Podemos deducir de los 'libros de conversación' de Beethoven, que utilizó durante la última década de su vida, que su consumo de alcohol era muy regular, aunque es difícil estimar los volúmenes consumidos», explica Tristan Begg, autor principal del estudio e investigador en Cambridge. Y aunque la mayoría de fuentes apuntan a que su consumo era moderado para los estándares vieneses de principios del siglo XIX, es probable que alcanzara cantidades de alcohol que hoy en día se sabe que son perjudiciales para el hígado.

Ya tras la autopsia y las dos exhumaciones posteriores de su cuerpo, se señaló a la cirrosis como causa final de la muerte de Beethoven. El vino que tanto agradaba al compositor acabó provocándole problemas

Los autores tampoco hallaron una explicación genética a los problemas gastrointestinales de Beethoven, pero señalan que la celiaquía y la intolerancia a la lactosa «son muy poco probables». «Teniendo en cuenta el historial médico conocido, es muy probable que se tratara de alguna combinación de estos tres factores, incluido su consumo de alcohol, actuando de forma concertada, pero futuras investigaciones tendrán que aclarar hasta qué punto estuvo implicado cada factor», añade Begg.

Además, el ADN de Beethoven guardaba otra sorpresa: su cromosoma Y no coincide con el de ninguno de los cinco parientes actuales que llevan su apellido y comparten, según los registros genealógicos, un antepasado común paterno. Es decir, en algún momento de las generaciones por parte del padre de Beethoven hubo un «acontecimiento» extramatrimonial, concluye el estudio.

«Este hallazgo sugiere un acontecimiento de paternidad extraparental en su línea paterna entre la concepción de Hendrik van Beethoven en Kampenhout (Bélgica) hacia 1572 y la concepción de Ludwig van Beethoven siete generaciones más tarde, en 1770, en Bonn (Alemania)», concluye Begg.

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