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Serrat, Mujica y Sabina

Serrat, Mujica y Sabina

Sabina y Serrat se unen al homenaje al exguerrillero y expresidente uruguayo Mujica

El castrista Silvio Rodríguez es otro de los artistas que se han sumado a Una canción y unas palabras para Pepe, antiguo miembro del movimiento armado MLM

Los cantautores españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, junto al castrista Silvio Rodríguez, entre otros, van a participar en el homenaje musical al expresidente uruguayo José Mujica.

El exdirigente suramericano goza de una fama de bonhomía y humildad (por ejemplo, donaba la mayor parte de su salario público a obras sociales) que le han hecho famoso como un gobernante distinto y querido.

Pero la realidad no es ni mucho menos exactamente la que parece o la que cuenta el relato. Pepe, como se le conoce cariñosamente en su forma amable, fue durante la década de los 60 miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que obtuvo cierto apoyo popular por su pretendido aire «robinhoodesco», pero terminó rechazado por su deriva criminal.

Una organización armada de extrema izquierda que cometió secuestros y asesinatos, además de robos, asaltos, entre otras actividades delictivas. Se identificó con la Revolución cubana, cuyos líderes continúan detentando el poder en la isla después de más de medio siglo.

Mónica de León, periodista uruguaya impulsora del homenaje, Una canción y unas palabras para Pepe, dijo que este no tenía nada que ver con la política y que era «un acto de justicia por todo lo que Mujica dio a la gente».

No tiene nada que ver con la política en un blanqueamiento no precisamente sin precedentes. El caso de Mujica es otro más de esos olvidos selectivos siempre del mismo lado. Mujica fue un guerrillero que fue detenido y encarcelado por su pertenencia a banda armada.

Ya libre, se opuso a la extradición de tres etarras en 1994, movilizando a una muchedumbre en el aeropuerto para evitar el traslado, hecho que provocó la muerte de una persona. También envió una carta a ETA pidiendo la liberación de Miguel Ángel Blanco (el MLN secuestró y asesinó a Dan Mitrione, vinculado a la CIA, en 1970, lo que supuso el principio de su fin), siempre por motivaciones políticas que compartió con los terroristas españoles.

Lo que quiso Mujica como miembro del MLN era crear un Estado totalitario comunista que terminó siendo bajo su presidencia (a la que llegó a los 74 años) un Estado democrático sostenido por ideas comunistas totalitarias (apoyadas por una economía creciente hasta que la inflación y el déficit acabaron con ella) con la apariencia del buenismo y de la imagen amable del desprendido presidente que apoyó al exterrorista Petro, a quien consideró «una oportunidad» para Colombia.

Lo que ocurrió después de su encarcelamiento de más de una década en duras condiciones (el MLN nació en democracia y sus dirigentes vivieron encarcelados en la dictadura) es que Mujica se introdujo en la política «pacificado», convertido en un «hombre tranquilo» de perfil dialogante, siempre desde la perspectiva de la izquierda. El discurso comunista fue el mismo, pero con la pátina de la sencillez y de la humildad, en vez de con la de la violencia, aunque llegó a justificar públicamente el uso de las armas en su etapa como candidato.

Fue elegido presidente por esto y porque su pertenencia al MLN sus compatriotas la consideraron pagada con su larga y difícil condena. Renunció definitivamente a su pasado para vivir y gobernar en democracia, el cambio que le trae ahora, cuando está enfermo y ha decidido no tratarse a sus 89 años, un homenaje musical y cultural dudoso (al que se suman Serrat y Sabina) por ser a un exguerrillero que sigue adorando al Che, al asesino, a quien llegó a definir y homenajear en su 90º aniversario como un «personaje inolvidable que no está en la foto sino en el ejemplo».

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