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Mario de las Heras
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Vuelven Alaska y Los Pegamoides en vinilo, CD y en plena movida, pero no la de los 80

Este viernes vuelve a salir a la venta en los antiguos formatos el único álbum de la banda, Grandes éxitos, publicado hace 43 años

Madrid Actualizada 04:30

Alaska y Los Pegamoides

Alaska y Los Pegamoides

Se siguen editando vinilos y CD. Quizá haya quien no lo sepa. Que se sigan editando y vendiendo y que alguien los compre da una agradable sensación de permanencia en el pasado como decía el dependiente de Tiffany's en Desayuno con diamantes cuando Audrey Hepburn y George Peppard le preguntaban si podía grabarles un anillo encontrado en una caja de sorpresas.

Canut y Berlanga

Que sea el relanzado el primer álbum (y único) del fugaz, pero legendario grupo Alaska y Los Pegamoides, surgido del puramente movidesco Kaka de Luxe, le mete a uno más adentro del pasado. En 1982, cuando el Mundial de España, la adolescente Olvido Gara, Alaska, se debatía con Nacho Canut y Carlos Berlanga para ver si seguían con aquello o no, mientras componían canciones y las grababan y tenían un éxito impresionante, efímero y sin embargo eterno.

Después iba a venir Alaska en solitario. Canut y Berlanga habían formado Dinarama, y entre medias Parálisis Permanente en un laberinto de grupos interconectados, a quien finalmente Alaska se unió para llamarse Alaska y Dinarama. La interconexión era tal que en el primigenio Alaska y Los Pegamoides llegaron los hermanos Urquijo, Enrique y Álvaro, ex Tos y futuros Los Secretos.

Fue cuando Los Pegamoides se convirtieron definitivamente en Historia después de apenas tres años de existencia y un puñado de canciones con sonido propio entre el punk y el pop y unas letras realistas y al mismo tiempo disparatadas, como en La rebelión de los electrodomésticos: «La tostadora se ha vuelto asesina, el lavaplatos no me puede ver...».

El gran éxito comercial fue Bailando («Bailando, me paso el día bailando/ y los vecinos mientras tanto/no paran de molestar...»), que no ha dejado de escucharse en el casi medio siglo transcurrido desde su aparición (y del que hasta hicieron una versión en inglés), sobresaliendo de entre otros temas igual de fantásticos en todos los sentidos, y representativos de una forma de hacer música, de escribir y de un tiempo que todavía resiste, casi como entonces, lejos de las principales fuentes de difusión.

Vuelve por supuesto Horror en el hipermercado: «Mari Pili va muy mona/con su faldita de goma/ Terror en el hipermercado, horror en el ultramarinos/mi chica ha desaparecido/ y nadie sabe cómo ha sido...»). Pequeñas joyas sencillas como Odio, Otra dimensión o Bote de Colón, la conexión vocal con una suerte de «pop art» ibérico: «Quiero ser un bote de Colón y salir anunciado por la televisión...».

Diversión enorme. Canciones alegres (La tribu de las chochoni), sobre todo, sencillas y profundas («solo así seré feliz, cuando deje de sentir»), jóvenes, inmortales y también poderosas en su frescura inmarchitable, sin ideologías, ni trampas a-artísticas, con ecos antiguos y timbres modernos. Un clásico para redescubrir y (re) disfrutar como tantas veces se disfruta la música: porque recuerda a una época pasada, simplemente otra época, que no tiene porque ser mejor, aunque a veces lo parezca.

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