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19 de septiembre de 2024

Escena de 'Fat Ham'

Escena de 'Fat Ham'

DERIVA 'WOKE'

La obra de teatro a la que han concedido el Pulitzer por burlarse de Shakespeare

El último galardón en la modalidad de drama concedido por la Universidad de Columbia fue para Fat Ham, una historia que «reinventa» Hamlet de modo grotesco

Los dramaturgos que triunfan en el XXI ya no crean sino que «reinventan» en un eufemismo demasiado amable. La perífrasis creada por ellos (esto sí: apenas lo único de ingenio propio en sus producciones) para justificar una forma de actuar (de actuar y de «crear»), que parece estar homologada por el mundillo (antes podía decirse que era un mundo) de los grandes premios.

Entre ellos están los Premios Pulitzer. Administrados por la Universidad de Columbia, constituyen uno de los galardones más importantes y prestigiosos del planeta desde que el editor Joseph Pulitzer los estableció en 1917. Más de un siglo y buena parte de los grandes autores de ese período aparecen entre sus ganadores en 22 categorías.

Hamlet convertido en «queer»

Nombres como los de Saul Bellow, Ernest Hemingway, William Faulkner, Arthur Miller o Tennessee Williams, entre muchos otros, a buen seguro se removerían en sus tumbas, como se suele decir, al ver como, por ejemplo, un relato como El Viejo y el Mar se equipara a un relato como el del último ganador en la categoría de drama, el dramaturgo James Ijames: Fat Ham, la obra donde, por supuesto, dicen que se «reinventa» en este caso el Hamlet de William Shakespeare.

Entre los requisitos de los Premios Pulitzer se especifica que las obras deben ser «preferiblemente» originales. Algo que no es Fat Ham, pero que los responsables del galardón han decidido obviar apoyándose en el extremo del significado de «preferiblemente». Pero esto no es lo peor, ni lo mejor, ni mucho menos. A James Ijames, el autor, le presentan con la manida frase de «el aclamado director»... que no es autor de ninguna obra, sino que «reinventa» la obra maestra de Shakespeare.

Dicha «reinvención» narra la historia de Juicy, un estudiante universitario sureño queer (palabra que describe una identidad de género y sexual diferente a la heterosexual y cisgénero), que se plantea su identidad y al que se le aparece el fantasma de su padre en el patio trasero de su casa exigiéndole que vengue su asesinato. Según el propio IJames, «Juicy es un joven negro sensible y consciente de sí mismo que intenta romper los ciclos de trauma y violencia al servicio de su propia liberación. De una estruendosa barbacoa familiar surge un examen convincente de amor y pérdida, dolor y alegría».

Una «deliciosa tragedia cómica» en una especie de jardín de las delicias que desde luego no es el de El Bosco. Quizá el más reconocido drama del más reconocido autor teatral de la historia usado como cebo ideológico sin sentido y sin el respeto que tampoco parecen tener los responsables del Pulitzer por la creación original. ¿Por qué Hamlet (como Ana Karenina y tantos otros personajes clásicos) ha de ser convertido en un "joven negro sensible y queer? ¿Por qué los dramaturgos no crean sus propias historias originales basadas en el presente y en su propia realidad?

¿«Reinventaron» Shakespeare, Lope de Vega o Calderón, cumbres dramatúrgicas, las obras de otros? ¿Hubieran sido reconocidos, serían hoy quienes son si hubieran «reinventado»(y no creado con su propio genio) otras obras? La crítica efusiva del New York Times no solo reconoce que Fat Ham copia a Hamlet, sino que se «burla de su teatralidad» original ambientándola en el sur estadounidense y poniéndole el Creep de Radiohead, como si fuera una genialidad adornar un árbol de Navidad con motivos peregrinos.

El periódico neoyorquino, plataforma difusora de lo woke, utiliza este delirante párrafo para describir la «reinvención» de IJames: «Muchos dramaturgos y directores intentan encontrar los espacios en los textos de Shakespeare en los que puedan meterse, fortaleciendo sus sensibilidades personales y políticas contemporáneas en algunos de los discursos y escenas más conocidos de Shakespeare. James hace lo contrario en Fat Ham; roba los huesos del original y se deshace del exceso como los trozos de grasa en un trozo de carne. Él elabora su propia historia y luego, dentro de ella, vuelve a hacer espacio para Shakespeare».

Fat Ham «roba» y se «deshace del exceso». El New York Times compara los versos de Shakespeare con «los trozos de grasa de un trozo de carne» y también admite arrobado que la cuestión universal «Ser o no ser» mejora con otras cuestiones como: «¿Se puede ser queer?» porque han convertido al príncipe de Dinamarca en un negro homosexual de Carolina del Norte.

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