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Margot Robbie en 'Babylon'

Margot Robbie, en 'Babylon'GTRES

'Babylon', la metáfora de nuestros días «cancelada» por el Hollywood más sectario

La no nominación a los Oscar en las categorías principales y las tajantes críticas negativas mayoritarias son una sucesión de golpes de demolición de una fábula del presente

Babylon, Babilonia, es el retrato ¿exagerado? de un cambio de paradigma. El paso del cine mudo al cine sonoro lo transformó todo. La forma de trabajar, la forma de rodar, las historias o la forma de actuar. Tanto, en este último caso, que la mayoría de las estrellas de la pantalla sin voz, fueron relegadas y olvidadas como si nunca hubiesen sido nada, cuando lo habían sido todo. Es la historia de la estrella emergente interpretada por Margot Robbie y de la gran estrella interpretada por Brad Pitt.

En la actualidad asistimos a un cambio de paradigma social que tiene mucho que ver con el homenaje al cine que hace Damien Chazelle, que también es una operación quirúrgica en directo. Un bisturí que disecciona un tórax y un abdomen y por allí salen todos los entresijos que Hollywood y la sociedad solo quiere ver dentro del cuerpo. Es decir: no ver, o mejor: «No mostrar», como en los documentos clasificados.

No es Babylon una exageración gratuita, sino una exageración real. El melón que Chazelle abre para que el espectador se lo coma como Robbie acaba comiéndose (y vomitando después) los manjares de la sociedad remilgada en la que pretenden introducirla sin posibilidad alguna de que sea aceptada, ni de que ella quiera ser aceptada.

Babylon es el título de una película y un sinónimo censurado de la humanidad moderna que prohíbe como en los peores tiempos del medievo. Palabras prohibidas en las universidades, revisionismos históricos, sociales, empresariales o económicos.

La metáfora de Hollywood como ejemplo de los nuevos moldes. El Hollywood, como representación de la sociedad, que se escandaliza y actúa contra sus propias intimidades a voces, contra todo lo que lo creó, lo que le hizo ser lo que es hoy (también lo sórdido), como la misma historia del mundo que se pretende cambiar y que le hizo ser lo que es hoy a la humanidad de la que se reniega, incluso de la misma naturaleza humana.

Una naturaleza que tiene su reflejo en Babylon, en la belleza de las miserias, de la caída y de la nostalgia fatal de los protagonistas, devorados por la sociedad como la propia película, ese vehículo donde viajan las propias costumbres, las palabras, las personas en la realidad, «canceladas», ninguneadas, vetadas, olvidadas porque son el signo de otros tiempos que quienes manejan los actuales repudian para edificarse y triunfar sobre la nada.

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