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Pablo Gómez-Pando (Don Juan) y Julia Piera (Doña Leonor) son los protagonistas de 'Valor, agravio y mujer'

Pablo Gómez-Pando (Don Juan) y Julia Piera (Doña Leonor) son los protagonistas de 'Valor, agravio y mujer'Jorge Ruiz

Pablo Gómez Pando y Julia Piera

Don Juan y Doña Leonor: «El texto de Ana Caro de Mallén está a la altura de sus contemporáneos, de Lope o Calderón»

Los protagonistas de uno de los mejores montajes de la temporada, Valor, agravio y mujer, de la dramaturga española Ana Caro de Mallén, conversan con El Debate sobre la evolución del mito de Don Juan y sobre la importancia de programar esta obra «olvidada» en la Compañía Nacional de Teatro Clásico

«La venganza se transforma en perdón porque el amor es lo que mueve el mundo». Así de claro lo tienen Pablo Gómez Pando y Julia Piera, Don Juan y Doña Leonor respectivamente en el montaje de una de las dramaturgas más importantes de nuestro teatro áureo, Ana Caro de Mallén, olvidada quizá por la historia pero reconocida en su momento por sus coetáneos, como Lope de Vega o Pedro Calderón de la Barca.

Doña Leonor, la protagonista de este montaje de Valor, agravio y mujer que finaliza el 4 de junio en el Teatro de la Comedia, sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, no solo se disfraza de hombre para irse a Bruselas en busca de Don Juan, su voluble amante, sino que se convierte en un consumado espadachín para darle muerte. Es ella quien decide romper convenciones de la época (las mismas que rompió su creadora) para acudir a restaurar su virtud, su valor, su honor y su dignidad.

–¿Cuál era vuestra relación previa con la obra y la figura de Ana Caro de Mallén?

–Gómez Pando: Yo no la conocía, ni sabía que existía. Había oído hablar de María de Zayas como dramaturga del Siglo de Oro, y también de Sor Juana Inés de la Cruz, pero de Caro de Mallén absolutamente nada.

–Piera: En el Festival de Almagro hace años vi de pasada que montaban Valor, agravio y mujer y El conde Partinuplés, pero eran versiones cortadas. Hasta este año, cuando Beatriz Argüello me propuso hacer el montaje, no había descubierto quién era: gracias a Juana Escabias, que es una apasionada, nos hemos empapado.

–¿Cómo ha cambiado vuestra relación con esta dramaturga a lo largo de la representación? ¿Qué aristas y grietas psicológicas habéis descubierto en su escritura?

–Piera: No sólo psicológicas, también metateatrales. Desde que leí la obra me ha encantado el personaje de Ribete, el criado que acompaña a Leonor, porque es un personaje muy crítico e interesado en el teatro de la época. Es «el anticriado». De hecho, Leonor le dice: «No te he elegido por criado, sino por amigo». Es una persona muy culta, y en una escena con el otro criado, Tomillo, hacen comentarios sobre el teatro y sobre la novedad de que haya dramaturgas y poetas mujeres. Es un guiño claro de Ana Caro de Mallén a sus contemporáneos.

–Realmente ¿no era tan extraño que una mujer escribiera en su época¿

–Gómez Pando: De hecho, yo no sabía que había mujeres que escribían entonces. Ni en el instituto ni en la Escuela de Arte Dramático me lo contaron. He descubierto todo gracias a Juana Escabias, que nos ha ilustrado sobre mujeres no solo escritoras, sino también dramaturgas, empresarias, directoras. Ha sido una revelación.

–Piera: Y se ganaban la vida con ello y eran reconocidas por sus coetáneos. El texto de Ana Caro de Mallén está a la altura de sus contemporáneos, de Lope o Calderón; los literatos de la época la trataban como a una igual.

–¿De ahí la importancia de rescatar su figura y de que se represente por primera vez a una dramaturga mujer en la Compañía Nacional de Teatro Clásico?

–Piera: Que se traiga a la sala principal Valor, agravio y mujer me parece imprescindible. No entiendo por qué no se ha hecho antes: me parece que este es su lugar. Ella dibuja unos personajes que no son para nada arquetípicos ni planos, sino todo lo contrario: les da matices, aristas, grietas. En mitad de una escena dices: «¡Este verso es una locura!». Porque cambia el personaje, cambia de motivo psicológico, y ella construye escenas bellísimas con ello. Estructuralmente es una obra compleja.

Don Juan y Doña Leonor en el montaje de 'Valor, agravio y mujer' del Teatro de la Comedia

Don Juan y Doña Leonor en el montaje de 'Valor, agravio y mujer' del Teatro de la Comedia

–Dices que, de hecho, te cuesta seguir la rapidez de pensamiento de Doña Leonor, la profundidad de su inteligencia...

–Piera: Sí, porque Ana Caro de Mallén la dibuja como una propia dramaturga dentro de la función. Leonor viene con un cometido, que es vengarse de Don Juan, que la ha agraviado, pero de repente empieza a introducir al resto de personajes en su venganza. Ella misma va trazando la dramaturgia de la obra y yo, alucinada, veo esto, porque el personaje va más rápido que yo.

–Es muy destacada la manera en la que fluye el verso, nada ortopédica. ¿Creéis que todavía se olvida el cuerpo cuando se trabaja tanto el verso? ¿Sigue habiendo división entre teatro gestual y textual?

–Gómez Pando: Yo creo que se han tratado la palabra y el cuerpo de la misma manera. Ha habido un asesor de verso, Ernesto Arias; un asesor de movimiento, Pablo Aran, y un maestro de esgrima, Jesús Esperanza. Recuerdo en los ensayos que siempre hablábamos del verso y lo equiparábamos a lo que sucedía con el cuerpo, y al revés: lo que sirve para el cuerpo hay que aplicarlo a la palabra. Hemos trabajado para unificar el cuerpo, la palabra y el pensamiento.

Hemos trabajado para unificar el cuerpo, la palabra y el pensamiento

–¿Es especialmente complicada esta unidad con el teatro en verso?

–Piera: Yo pienso que el trabajo tiene que ir por ahí. El espectador puede entender el texto, pero ¿cómo le llega? Necesita el movimiento adecuado, unido a la emoción. Beatriz Argüello nos pide todo: el texto, el movimiento y las emociones al servicio de la escena. Eso es lo que le llega al público. Lo de separar el teatro gestual del textual es algo que no termino de entender, porque cuando algo me emociona como espectadora es porque veo que está todo unido y al servicio de la acción.

– Respecto al tema, ¿cómo hace Ana Caro de Mallén para invertir los roles, para que sea la mujer la que recupere su propia virtud?

–Gómez Pando: Me sorprendió mucho cuando leí la obra ver el cambio del punto de vista. Es una mujer la que escribe sobre el mito de Don Juan, y pone como protagonista de la obra a una mujer burlada. La pone como protagonista y como la unión entre el espectador y el mito, y eso facilita una actitud crítica hacia el mito. Fue muy moderno para la época pero también es súper moderno hoy.

El texto, el movimiento y las emociones tienen que estar al servicio de la escena

–Hay una reflexión sobre qué significa la virtud, que aparece siempre ligada al cuerpo del mujer.

–Piera: Sí, está en el texto y también Beatriz Argüello ha querido profundizar en ello: este honor que se ha perdido o esta virtud que estaba en juego se equipara a hoy en día a la dignidad. En el Siglo de Oro la dignidad la restauraba el padre, un hermano o el rey, pero en el caso de Leonor, es ella quien va a buscarse la vida. Y resulta que quien puede devolverle su dignidad o quien puede restaurar ese honor es ella misma. Es muy moderno.

–Va en busca de venganza, con la idea de matar o morir, y acaba perdonando. No es tan moderno...

–Piera: ¿Por qué no? Ella salió a matarlo, pero en un momento dado cambia. El amor parece algo como cursi, pusilánime. Pero la venganza se transforma en perdón porque el amor es lo que mueve el mundo. Caro de Mallén apuesta por el amor una vez que se ha recuperado la dignidad y todos han aprendido por el camino.

–Gómez Pando: A mí me emociona mucho siempre que lo escucho el verso de Leonor que dice: «Os perdono el mal concepto que habéis hecho de mi amor». Para mí es ese verso es resume la obra y el viaje de todos los personajes. Hay evolución, no se enrosca en una figura masculina que enarbola la falta de compromiso, el miedo, el huir, el echar la vista para otro lado, el manipular y manejar a su gusto a quien tenga delante como si fuese un objeto. El camino es justo el que indica Leonor.

El verso que resume la obra es: «Os perdono el mal concepto que habéis hecho de mi amor»

–La obra es contemporánea al nacimiento del mito de Don Juan. ¿Cuál es el arco de transformación del protagonista masculino?

–Gómez Pando: Yo creo que hay un arrepentimiento y una transformación, o por lo menos el inicio de una transformación. Don Juan se pasa toda la obra enrocado en su postura, pero Leonor le abre los ojos: es el inicio de algo nuevo.

–Más que una reivindicación feminista, la obra reconoce una realidad femenina, pero sin grandes aspavientos, ¿no es así?

–Piera: Creo que lo feminista de la obra es que los personajes femeninos tienen una carga dentro de la propia trama muy importante, y que son mujeres libres. Libres en su destino, libres de decidir. Pero por otro lado, y yo me peleo cada tarde con esto y me parece muy interesante desde el punto de vista de la actriz, Leonor también hace con Estela lo que le hicieron a ella. Al hacerse pasar por Leonardo, conquista a Estela, la engatusa y después la abandona. Eso me genera un conflicto, porque no es en absoluto feminista, pero la realidad es que hacemos esas cosas también muchas veces. Por eso los personajes son humanos, con sus pros y sus contras, y todos aprenden, incluso Leonor.

–Gómez Pando: el mito de Don Juan no es solo el personaje de Don Juan, es también todo lo que crea a nivel cultural y a nivel social. Y Leonor no deja de ser una víctima del mito, porque ella misma se transforma en Don Juan y usa a Estela porque es algo que atraviesa la cultura, pero de repente Leonor se da cuenta de lo que está haciendo. Ella misma también es víctima del propio mito, pero aprende también que las mujeres pueden ser libres.

El mito de Don Juan no es solo el personaje de Don Juan, es también todo lo que crea a nivel cultural y a nivel social

–¿Qué os habéis llevado a nivel personal de estos meses de interpretación?

–Gómez Pando: He pensado mucho sobre la masculinidad, sobre los modelos de masculinidad que tenemos y si son posibles otros, y sobre cómo nos tratamos los unos a los otros. Y como actor, es verdad que hace tiempo que no hacía un proceso de ensayos así ni representaba una función durante tanto tiempo; me está me está viniendo muy bien para reconciliarme con el teatro y para investigar y probar nuevas cosas. Estoy como enamorándome de nuevo.

–Piera: Lo que me llevo es que se pueden hacer las cosas desde la amabilidad. No hace falta una figura tiránica o autoritaria para sacar un proyecto adelante que funciona y que emociona a la gente, sino que desde la amabilidad y desde el amor al teatro es posible. Beatriz Argüello es actriz y ha trabajado con nosotros de tú a tú. Me llevo eso, que las cosas hechas con amor y con la compañía a flor de piel y a tope, remando todos para un lado, salen. Y no estoy segura de que de otra manera salgan igual.

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