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Escena de 'Iribarne'

Escena de Iribarne

'Iribarne', una sectaria e insultante obra sobre Fraga y la Transición pagada por todos los españoles

El director, Xavier Castiñeira, dice que no recrea la historia sino que le dan «una vuelta contemporánea sin acritud al pasado»

Esther F. Carrodeaguas, la autora e «ideóloga» del texto de Iribarne, dice que se le ocurrió el tema de casualidad en 2022, cuando se cumplían 100 años del nacimiento de Manuel Fraga Iribarne, y también una década de su muerte. Entre otras cosas, afirma que se interesó por la figura del político español que pasó «tantísimos años en el poder ya en democracia». Mal empezó el proyecto, puesto que Fraga solo fue vicepresidente y ministro de la Gobernación durante apenas un año, de 1975 a 1976, durante la Transición, antes de una democracia en la que fue durante 15 años presidente de la Junta de Galicia por decisión mayoritaria, incluso aplastante, de los ciudadanos.

Hay que revisar la historia de una España que no cerró heridas con la TransiciónXavier CastiñeiraDirector de 'Iribarne'

Menos mal que investigó Esther F. Carrodeaguas. Pero la exactitud de la investigación parece ser lo de menos en la escritora que asegura que su protagonista «casual» (una «casualidad» curiosa) fue un «creador de contenidos», antes de que existiera la expresión, porque «era capaz de dar al discurso lo que a él le convenía en cada momento». Qué hallazgo tan impresionante: un político que le da a su discurso lo que le conviene.

La no ejemplaridad de la Transición

Resultan fascinantes los orígenes y la construcción de esta «obra», Iribarne, cuyo director, el también gallego, como Fraga y como Carrodeaguas, Xavier Castiñeira, admite sin miramientos que es una revisión, «porque hay que revisar» la historia de una España que no cerró heridas con la Transición, de la que cuestiona su ejemplaridad y cree que esta creencia, la de la ejemplaridad de la Transición, está cambiando. Y lo dice con una superioridad moral que casi aterra, al mismo tiempo que dice revisarlo todo con humor para «cauterizar heridas».

No solo le critican, sino que también le dan la oportunidad a Fraga de explicarse con las propias palabras de quienes le están criticando

Parecen Carrodeaguas (autora de obras anteriores como Supernormales, donde se critica la sociedad neoliberal y patriarcal en el marco de «los prejuicios sobre la sexualidad dentro de la diversidad funcional», o de Feminissimas, texto en el que tres amigas de la infancia se reencuentran y empiezan a hablar del feminismo con tres miradas: la radical, la liberal y la de la teoría «queer», todas bajo el abrigo del Centro Dramático Nacional, sostenido por todos los españoles) y Castiñeira solo un poco obsesionados con un personaje al que el «desternillante» humor de Carrodeaguas y Castiñeira le hacen sin embargo un traje de odio mal (o torpemente) disimulado sin querer disimular nada.

Escena de 'Iribarne'

Escena de IribarneCND

Casi lo mejor es que Castiñeira dice que no solo se trata de criticar a Fraga, sino que también (en un ataque de condescendencia de verdadero alipori) le ¡dan la oportunidad de que explique lo que hizo! Sí, sí, han leído bien: le dan la oportunidad a Fraga de explicarse con las propias palabras de quienes le están criticando, y eso que empiezan diciendo (Carrodeaguas) que Fraga, el pobre Fraga a estas alturas, era un «creador de contenidos» porque daba el discurso que le convenía según el momento. Es como caerse de un guindo y luego intentar tomarle el pelo al espectador y a sí mismos después del topetazo.

La obra es todo una ficción, pero 'se basa en una realidad desde los detalles más pequeños'Anxo OutumuroActor

La guinda la pone otro de los actores, Anxo Outumuro, que salta (casi como una rana al acercarse uno a una charca) diciendo que la obra es toda una ficción, pero que «se basa en una realidad desde los detalles más pequeños», ¿en qué quedamos?: ¿es una ficción o una realidad absoluta? ¡Ay!, el plumero, como se ve, saliendo sin vergüenza por los techos metafóricos del Centro Dramático Nacional, es decir: público, es decir: pagado por todos los españoles que tienen que volver a pagar (si quieren) para ver este extraordinario «espectáculo» cargado de manipulación, ignorancia y sectarismo incluso antes de entrar al Valle-Inclán.

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