Hubo fútbol. Este domingo salgan, recen y retírense
España está en uno de los peores momentos de siempre, ¿iba a ser el fútbol una excepción? Imposible. Plantarse este domingo podría ser el grito del nuevo ¡basta ya! que necesita el país. Por los que nos dejaron, especialmente
Lo hicieron, sí: hubo fútbol. Todos los partidos de fuera de Valencia como si la tragedia fuera sólo suya. Los demás, a gritar gol y esas cosas. Resultado: todos los protagonistas consultados coincidieron en que no se debió jugar.
Valencianos, castellanos, catalanes, andaluces, aragoneses, extremeños, gallegos, baleares... Todos. Si en cualquier momento aparece uno a favor no se lo tendré en cuenta. La Liga de Tebas y tantos otros se quedó sola pues. No saben cómo lo celebro.
Iba a pasar pues era sencillísimo el diagnóstico: España no está para fiestas. Cinco palabras. Dudo que haya un responsable de algo, político, deportivo, que pise la calle. Y que diga la verdad. La ocurrencia no tenía un pase. No convenció la inaudita coartada de la patronal: abriendo los estadios se recauda dinero. No mientan.
Los estadios se abrieron porque era lo más cómodo. Y un fin de semana pasa rápido, también el bochorno: enseguida vendrá otro. El martes vuelve la Champions, vamos tirando. No. Jugaron porque resulta imposible encontrar fecha para una jornada entera.
El calendario, ese despropósito. La Federación tampoco pio, ahí no manda nadie. Mandar, mandan a los árbitros. Si hablaran, seguro que todos también hubieran preferido quedarse en casa. Pues sí, los árbitros valencianos pitaron. El luto vale en tu tierra, si vas fuera te lo tragas: ya volverás.
También el caso del Elche, que debe ser de Mönchengladbach. Como no jugaba en casa, a Éibar lo mandaron. Estuvo estupendo Sarabia, su entrenador. Como Michel, Luis García, Moreno, todos.
Y este domingo, más. A la decencia le queda una oportunidad. Los equipos convocados deberían saltar al campo, rezar cuando el minuto de silencio e irse a casa. No les sancionarían. Por asuntos delictivos no pasa nada. No serían los primeros.
Buscarían fecha y si llegara la sanción pasarían a la historia por haberse negado a jugar mientras tantísimos paisanos lloraban a sus muertos y a sí mismos, recogían cadáveres… y todo lo demás. Se negaron y les sancionaron. Histórico, sí. Y un monumento a la dignidad.
De todas maneras, nada sorprendente. España está en uno de los peores momentos de siempre, ¿iba a ser el fútbol una excepción? Imposible. Plantarse este domingo podría ser el grito del nuevo ¡basta ya! que necesita el país. Por los que nos dejaron, especialmente.
Llegó la hora de acabar con la farsa, la mentira, tanta vergüenza. En el fútbol y en todo. La losa pesadísima que soportamos se resume en ese sensacional «si Valencia necesita más recursos que lo pida» del llamado presidente del Gobierno. Mientras, se jugaba al fútbol. ¡Váyanse al carajo!