El Real Madrid sobrevive a una montaña rusa de emociones y se mete en la final de la Copa del Rey

La épica y el Real Madrid van de la mano. Y este martes ha vuelto a quedar claro. El equipo de Ancelotti aguantó lo que no está escrito y tuvo que esperar hasta el minuto 115 de la prórroga para poder respirar tranquilo y celebrar el pase a la final de La Cartuja del próximo 26 de abril gracias a un gol agónico de Rüdiger (4-4)

El Real Madrid arrancó la batalla frente a la Real Sociedad motivado, con ganas de marcar pronto el primer gol y desatar el éxtasis en el Bernabéu. La actitud de los pupilos de Ancelotti fue inmejorable y cada vez que llegaban al área de Álex Remiro la sensación de peligro estaba ahí. Jugando así, el gol iba a llegar.

Eso sí, la Real Sociedad no se lo iba a poner nada fácil al conjunto blanco. Ya sabían lo que era ganar al Madrid en el Bernabéu y los de Imanol iban a jugar su partido. Querían estar en la final de Sevilla y salieron con ganas de poner patas arriba el coliseo blanco.

Las primeras tentativas fueron madridistas, pero no hubo suerte. O se iban desviadas o Remiro las chafaba bajo palos. Eso dio alas al cuadro txuriurdin, que cada vez que salía a la contra le buscaba la espalda a los laterales. Y con esa táctica, llegó el 0-1 de la Real Sociedad. Zubimendi picó un balón que acabó en la cabeza de Pablo Marín y éste la peinó para dejar solo a Barrenetxea, que avanzó sin oposición y batió a Lunin por el palo corto de su portería.

La noche arrancó torcida para el Madrid, pero aún quedaba un mundo por delante. El conjunto blanco era consciente de ello y lejos de venirse abajo se puso manos a la obra para anotar el 1-1 antes del descanso. El Bernabéu volvió a apretar y el conjunto de Ancelotti notó ese aliento. El empate iba a caer de un momento a otro.

Y justo cuando se llegó a la media hora de partido, Endrick sacó la varita mágica. El joven delantero brasileño, que tiene más clase que un colegio, recibió un envío de su compatriota Vinicius desde la izquierda, avanzó con el balón en los pies, no le tembló el pulso y mostró una personalidad arrolladora para batir a Remiro con una vaselina primorosa.

Con 1-1 en el marcador, el encuentro se igualó y tanto Lunin como Remiro se permitieron el lujo de arriesgar algo más, pero tampoco demasiado. Todo apuntaba a que el partido se iba a ir al descanso con tablas en el marcador. Así sucedió.

Locura en el Bernabéu

El 1-1 le valía al Madrid para pasar a la final. El resultado global le era favorable, pero los de Ancelotti sabían que otro gol de la Real Sociedad mandaba el encuentro a la prórroga. Por lo tanto, el conjunto blanco iba a tener que volver a jugar como en la recta final de la primera mitad si quería dejar sin opciones de final al cuadro donostiarra.

En los primeros minutos de la segunda mitad, el Madrid tuvo el balón, pero no fue capaz de hilar dos jugadas seguidas. Los blancos estaban demasiado imprecisos y eso impulsó a la Real Sociedad en busca del 1-2. El partido estaba bastante abierto y podía pasar de todo.

Y vaya si pasaron cosas. El conjunto de Imanol se llegó a poner 1-3 arriba después de marcar dos goles en apenas ocho minutos. El 1-2 se lo marcó en propia Alaba y el tercero de la noche fue obra de Oyarzabal. La Real puso patas arriba el Bernabéu.

El problema para los donostiarras es que el Bernabéu jugó su particular partido. Se abrieron las puertas del manicomio y en cuatro minutos el conjunto blanco logró darle la vuelta al 1-3 adverso con un gol de Bellingham en el 82' y otro de Tchouaméni en el 86'.

Con 3-3 en el marcador, el global volvía a ser favorable para el Madrid. Y cuando todo parecía indicar que el conjunto blanco iba a ser capaz de aguantar, la Real le pegó otro estacazo para igualar (una vez más) la eliminatoria. Y el encargado de dárselo fue el capitán Oyarzabal.

El Madrid lo resuelve en el 115'

El destino quiso que la eliminatoria entre el Real Madrid y la Real Sociedad se decidiera en la prórroga. El pase a la final se iba a dirimir en algo más de media hora y el billete para la final de La Cartuja se lo iba a llevar el equipo que insistiera y empujara más.

Estaba siendo un partidazo y daba la sensación de que tanto el Madrid como la Real estaban por la labor de llevar el duelo de vuelta a los penaltis, un escenario en el que el conjunto blanco se siente como pez en el agua (la última que perdió fue en 2012 contra el Bayern de Múnich).

El encuentro subió de temperatura. Alberola Rojas empezó a desquiciar a todo el Bernabéu, pero el Madrid siguió a lo suyo. Insistió, lo intentó de todas las maneras y en el minuto 115 de la segunda parte de la prórroga, Rüdiger desató la locura en Chamartín con un remate de cabeza imperial. Ahí se acabó el partido. El Real Madrid se clasificó para la final de la Copa del Rey.