Sí, Julio, el Madrid: la vida sigue igual
Ganó el Madrid, incluso este que regaló un gol a los 27 segundos, desperdiciando la ventaja de la ida sin romper a sudar
Julio, Iglesias, ¿hay otro? Lo vio desde su Miami o allá donde tenga casa, pues le pasa como a Ábalos: tiene muchas y si no las alquila. Sin saberlo compuso otro himno del Madrid, cronológicamente el segundo tras Las mocitas madrileñas, hoy ya bisabuelas. El himno blanco de los derbis, un talismán.
Y sí. Otra vez le ganó el Madrid al Atleti. No hay envite importante que no se lleve, da igual cómo y dónde juegue. Gana y deja además momentos para la eternidad: el minuto 93 de Ramos, el palo de Juanfran, esta vez el resbalón del inmenso Julián en el segundo lanzamiento de su equipo. Cruel fútbol: eso le pudo pasar a cualquiera menos al delantero argentino, ¡qué futbolista!
Ganó el Madrid incluso este en el que regaló un gol a los 27 segundos, desperdiciando la ventaja de la ida sin romper a sudar, y Vinicius mandó un penalti al limbo. El ahora o nunca era sólo lo que compartían unos y otros. Y sí, a cualquiera que no fuera el Madrid y en la Copa de Europa, esos dos detallitos le habrían condenado. Pues no.
¿Justo? Depende. En dos partidos más prórroga, el Atleti no estuvo nunca por delante. 210 minutos más los alargues. Al Madrid de las lesiones cuya noticia avant match fue que Mbappé jugaría tocado si jugaba. Valverde, más o menos.
Sí es verdad que esta vuelta se jugó como quiso Simeone. Tanto que se guardó los cambios para la prórroga, en él es normal que agite como tarde en el minuto 70. Apostó por la frescura en la media hora final sabedor de que tiene más banquillo que Ancelotti ahora.
Entonces y antes no dejó correr al Madrid, le obligó a jugar un partido de balonmano… sin el tino para mover a una defensa que le dio una ocasión de pillarla y acabó en penalti. Mbappé dio una lección de paciencia. Minutos y más minutos rodeado de dos y tres rivales sin desesperar, esperando la suya. La tuvo, la arruinó su compañero.
El 9 y todo el Madrid eran puro Sísifo, el que empuja la piedra y se le cae una y otra vez. Y vuelta a empezar. Mil ataques, apenas remate. Desesperante, no en su torneo.
Más ocasiones tuvo el Atleti, que convirtió a Courtois en la figura madridista. Es legítimo que enarbole esa bandera. A los puntos ganó, pero en su fuero interno sabe que se le escapó una ocasión pintiparada para ganar la eliminatoria y cambiar la historia, al menos una vez. Hubiera eliminado a cualquier otro equipo, con casi toda seguridad.
Orgullo rojiblanco dicen técnico, jugadores y afición. Es cierto. Tanto como lo dicho: ni un minuto estuvo por delante, apuntó pero falló el tiro. Total, que para eliminar al Madrid hay que hacer más de lo que hizo el Atleti, que fue mucho. No lo suficiente. Ni en la ida ni en la vuelta.
Le llegó la fatalidad, contra la que el Madrid tiene antídoto: el penalti decisivo, otra vez Rüdiger, lo tocó Oblak pero no lo suficiente. Si la jugada es tiro atlético y portero madridista, no habría entrado. Pasó el Madrid y ahora, el Arsenal. Vuelta en el Bernabéu. Con muchísimo en contra, el Rey cabalga. City y Atleti. El Rey…