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Valverde y Ceballos celebran el gol del primero

Valverde y Ceballos celebran el gol del primeroEFE

Real Madrid 4-1 Mallorca

Un «nuevo» Madrid, con un gran Ceballos y goles maravillosos de Valverde y Rodrygo, remonta y acaba borrando al Mallorca

Excelente puesta en escena de los blancos, con la bajas de Benzema y Militao, que se sobrepusieron al gol y a la pujanza visitante, con el '21', Vinicius, el uruguayo y el sevillano como jugadores destacados

Ya casi no hay respeto para el público en las horas del fútbol. Se ha cogido la mañana, el mediodía, la hora de comer, la de la siesta, la de la merienda, la de la cena y la de la madrugada. Pero el Madrid es una fiesta a cualquier hora del día. Un equipo «novedoso» con Hazard, Ceballos y Rüdiger. Estaba fino, como es, Ceballos. Abajo en el corte con aplausos de sus compañeros y del público y rápido arriba como condensador de fluzo. Qué inteligencia la del Madrid y qué leña la del Mallorca, con Maffeo como jefe de la banda.

Kroos mandaba sobre una colina, desde donde divisaba sus huestes flanqueado por Ceballos y Valverde. Se le había ido antes el control al final de la escapada a Vinicius, en medio del alborozo de la grada, que veía carburar a su ídolo. Un balón suelto en los medios se lo encontró Ceballos para lanzar a Rodrygo, quien disparó alto. Se dejaba ver Toni, el capitán hoy, en el campo de batalla con su fusil. Mendy maravilló con un pase al área con la derecha. Alaba felicitó su posterior entrada a Maffeo.

Se adelanta Muriqi

Vini, Rodrygo y Hazard jugaban en un cuadradito. Los tres metidos en él y avanzando juntos como si saltaran en el mismo saco. Un terceto de filigranismo que sublimó Vinicius en una demostración pasmosa de control, habilidad y protección. Le tuvieron que parar de una patada de humillante inferioridad. Cómo se movía el Madrid. Parecía un barco en medio de una tormenta y los mallorquinistas una mareada tripulación que ya casi no recordaba el efímero inicio en que por momentos pudo dirigir la nave.

Mientras hablaban de la extraordinaria velocidad de Maffeo, Valverde lo adelantaba como Superman, se lanzaba a por la pelota, no tocaba al jugador y el árbitro le sacaba la amarilla. De ahí vino el lanzamiento de falta tras el que Muriqi, un jugador muy alto, marcó por alto en el segundo palo. Era un gol imprevisto tras millones de aproximaciones locales que iban a morir en el área: «Los ríos que van dar al mar, que es el morir», escribió Jorge Manrique. Había emoción en ese morir constante por ver cuando iban a salir bien la belleza y la porfía.

Rodrygo conduce el balón entre jugadores mallorquinistas

Rodrygo conduce el balón entre jugadores mallorquinistasAFP

Ceballos levantó al Bernabéu protegiendo la pelota con su vida y con su talento sevillano en esas botas negras como si fueran zapatillas de torero. Vinicius disparó y pareció una ilusión de gol. Por centímetros no fue un golazo impresionante de un jugador impresionante que sin Benzema se individualiza un poco, sintiendo esa soledad fraternal, pero lo que vino después fue el delirio humano.

Valverde recorrió el campo de lado a lado como una gacela elefantiásica esplendorosa en cuya carrera iban pintándose impresionismos. «Toma», le dijo Ceballos, y Federico corrió y corrió, imparable, llegó hasta el área, se perfiló y marcó por la escuadra de tirazo medido, contrapesado, pleno. Era el final de la primera parte y mientras aún resonaba el estruendo de los corazones latentes por la maravilla, la transmisión se dedicaba a promocionar que Muriqi era el tercer goleador de cabeza en Europa. «Cosas veredes, amigo Sancho, que harán hablar a las piedras», dijo don Quijote.

Falla Grenier

Ceballos siguió haciéndolo bien en la reanudación. En estos años extraños parece haber aprendido a contenerse, y de qué manera tan emocionante. Seguía buscando milímetros en la punta el Madrid, en el área y en las escuadras, como tras el disparo de Lucas que se fue al fondo casi rozando la cruceta. Se salvaron los blancos en una escaramuza balear que falló Grenier con la defensa superada y casi Courtois batido.

Había salido Modric, que buscaba la jugada yéndose para encontrar compañeros por los flancos. A un gran Ceballos lo sacó del campo Ancelotti, gallina vechia, por Camavinga. Lucas se puso malo, del adductor, y salió Carvajal. Fue el preámbulo de la magia delantera brasileña. Se fue por dentro Rodrygo con fortaleza, aguantando tarascadas, hasta que se la dio a Vinicius, por su izquierda, que cambió la inercia de la pelota, marchándose un poco y volviendo para marcar.

Lo de Vinicius y Maffeo iba a acabar con la reivindicación del talento superlativo del brasileño y los nervios al sol de los mallorquinistas. El delfín de O'Rei, el «21» del Madrid, iba a futbolear casi derribando defensas sin tocarlos, recorte y recorte, un circuito, y luego gol, el tercero del Madrid que no iba a ser el último, con Rüdiger cerrando el encuentro con goleada al segundo palo y la sensación del mejor Madrid, el más ordenado, irreverente, heterodoxo y devoto de los últimos años.

Ficha técnica:

Real Madrid 4: Courtois; Lucas, Rüdiger, Alaba, Mendy (Nacho, m. 58); Kroos, Valverde, Ceballos; Vinicius, Rodrygo, Hazard (Modric, m. 58).

Mallorca 1: Rajkovic; Maffeo, Valjent, Raillo, Nastasic, Costa; Rodríguez, Battaglia, Ruiz de Galarreta (Grenier, m.58); Muriqi (Abdón, m. 78), Lee (Lago Junior, m. 78).

Goles: 0-1 (Muriqi, m. 35). 1-1 (Valverde, m. 45+3). 2-1 (Vinicius, m. 72). 3-1 (Rodrygo, m. 82). 4-1 (Rüdiger, m. 92).
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