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El padre de Novak Djokovic, Srdjan, durante las protestas en Serbia por la situación de su hijo en Australia

El padre de Novak Djokovic, Srdjan, durante las protestas en Belgrado por la situación de su hijo en AustraliaEFE

Novak Djokovic, ¿«Espartaco del mundo libre» o simplemente un antivacunas?

A la espera de la decisión definitiva sobre el serbio, aplazada hasta el lunes, las opiniones de partidarios y detractores sobre su postura se suceden, entre ellas las de Nadal y Federer

Hace una semana Djokovic dijo que no le gustaban quienes «aparentan ser perfectos dentro y fuera de la pista». Se alineaba de ese modo con Alexander Zverev y Daniil Medvedev, quienes habían elogiado previamente al serbio como el mejor tenista de siempre, por encima de Rafael Nadal y Roger Federer. «Nosotros queremos ser auténticos, respetar nuestros valores», dijo entonces el número uno sobre el alemán, el ruso y él mismo. ¿Era un mensaje el de Novak referido al español y al suizo? ¿Eran ellos a quienes se refería al decir que no le gustan quienes aparentan ser perfectos dentro y fuera de la pista?

Entre ayer y hoy parece entenderse en el mundo esa disyuntiva a propósito del caso Djokovic en Australia. El serbio es conocido por su oposición a la vacuna del covid, el caso contrario al de Nadal y Federer. «Me da pena por él. Pero al mismo tiempo, él sabía perfectamente las condiciones desde hace muchos meses. Él fue el que tomó su propia decisión (...) El mundo ya ha sufrido lo suficiente como para no seguir las normas», expresó ayer Nadal. Federer admitió que estaba satisfecho de haberse vacunado con Pfizer por todos sus viajes, que lo hizo por los demás, para no contagiar a otros, y recomendó tener cuidado y «ser prudentes».

Djokovic recurre la revocación del visado y Australia acepta postergar su deportación

Novak, retenido ayer durante nueve horas en el aeropuerto al negarle las autoridades el visado, enarboló una bandera en silencio (un silencio que se ha mantenido desde el principio de la polémica, a pesar de las constantes peticiones de que lo rompa), la de la supuesta libertad, que se encargaron de gritar a todas partes sus partidarios y su familia, sobre todo en la figura de su padre, quien declaró a los medios: «Mi hijo ha estado en cautiverio esta noche, pero nunca ha sido más libre. A partir de hoy, Novak se convertirá en un símbolo y líder del mundo libre, en el líder de los países y pueblos oprimidos. Demostró que incluso un país pequeño y heroico como Serbia puede tener al mejor deportista de todos los tiempos. Esto no se puede ocultar. Pueden encarcelarlo hoy o mañana, pero la verdad siempre encuentra su camino. Novak lucha por la igualdad de todas las personas del planeta, sin importar a qué Dios recen o cuánto dinero tengan».

«Es posible que el mundo rico no permita que Nole continúe jugando al tenis, pero revelará su verdadero rostro y así comenzará un juego mucho más serio. Por un lado, habrá miembros codiciosos y arrogantes de la oligarquía mundial, y por otro, un mundo libertario y orgulloso que aún cree en la justicia y la verdad», dijo Srdjan Djokovic.

Unas declaraciones que al menos por paternas, y sobre todo conociendo su gusto por las declaraciones pasionales, contundentes y concluyentes, exigen una primera distancia de un caso que trasciende el tenis sin que se pueda decir con certeza que tenga que trascenderlo. Y quien dice tenis dice cualquier ámbito de la vida. Henry David Thoreau dijo hace más de un siglo en su ensayo sobre la Desobediencia Civil: «Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el lugar apropiado para un hombre justo es también la prisión».

Pero en Melbourne no hay prisión sino una sala del aeropuerto de Tullamarine, primero, y la habitación de un hotel con pista de tenis después, a la espera de la decisión última sobre su deportación tras la apelación de sus abogados. La lucha silente de Djokovic (quien, como Thoreau, no parece creer que sean necesarias las mayorías para armarse de razón: «Cualquier hombre que sea más justo que sus vecinos, constituye ya una mayoría de uno», escribió el concordiano) continúa, mientras alrededor el ruido lo inunda todo.

«El Espartaco del mundo libre»

El ruido del padre, Srdjan, la arenga de la opresión y el mundo libre, la oligarquía y la justicia y la verdad. Lo último del progenitor en lucha es que «Novak es el Espartaco del mundo libre que no tolera la injusticia, el colonialismo y la hipocresía de la oligarquía mundial», palabras que parecen mayores donde se ve envuelto un hombre famoso, un deportista enorme y multimillonario y no un pobre, a conciencia, agrimensor.

Quizá todo sea una cuestión de aceptar o no, libremente, más allá de Espartacos modernos, las normas que rigen las sociedades del mundo, por desproporcionadas o «perfectas» que puedan parecer, o de simplemente asumir las consecuencias de no aceptar las normas que rigen las sociedades donde quieres jugar un torneo de tenis. Por muy hermosas o personales que sean las razones para no aceptarlas, como las asumió Thoreau cuando lo encarcelaron por no pagar impuestos, enfadándose cuando su amigo y tutor Emerson lo sacó de la cárcel pagando la fianza.

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