Los tres consejos del abuelo de Carlos Alcaraz a su nieto que le puso en la órbita del tenis
Al finalista del US Open le acompaña siempre la regla de las tres 'C' que su abuelo le recomendó
Si hay un sitio especialmente en España en el que en la noche de este domingo el tiempo se pare ese es El Palmar, pedanía de Murcia, lugar que quedará siempre ya como el sitio en el que nació el chico prodigio del mundo del tenis: Carlos Alcaraz. Allí, en su tierra, este domingo no se dormirá. Habrá pantalla gigante para que Carlitos «sienta la fuerza de su tierra y de sus paisanos», dicen desde el Ayuntamiento. No serán los únicos, ya que España tiene este domingo (y se alargará de madrugada) una cita de esas históricas con el deporte.
Allí, en El Palmar, vive otro Carlos Alcaraz, una de las personas más importantes de la vida del tenista. Es su abuelo, que a sus 86 años ha sido determinante en la historia profesional y personal de todo un finalista del US Open. Fue el mayor de los Alcaraz quien empezó a probar con el tenis, si bien se quedó únicamente en jugar con los amigos. El padre de Carlitos -también llamado Carlos- sí que llegó a despuntar, jugó algún torneo ATP, pero se quedó como tantos otros en el camino. El 'patriarca' de la familia se recorrió con su hijo España, pero faltó dinero y no llegó lejos. Por eso el éxito, y además tan tempranero de Carlitos, es un triunfo de toda la familia.
No ha ocultado nunca el ahora finalista de un Grand Slam que su abuelo es una figura fundamental en su vida. Fue él quien enseñó a Carlitos a jugar al ajedrez porque consideraba que eso le venía bien a la hora de ordenar su mente en la pista. «Le ponía a prueba y si me ganaba le regalaba una bolsa de chucherías», comentaba el abuelo a La Verdad de Murcia. Allí destacaba «la humildad, la fuerza de voluntad y esa forma de ser suya, con tanto respeto a los árbitros, a los rivales y al público» de su nieto. Esto último es ya una señala de identidad de Alcaraz, quien en varias ocasiones se ha ganado el cariño de rivales y aficionados por no solo no polemizar sino ayudar en jugadas polémicas o situaciones difíciles.
Cuando Carlos Alcaraz fue haciéndose ya un nombre en el circuito del tenis, especialmente con su victoria en el Masters 1000 de Miami a inicios del mes de abril, recordó el consejo que le dio su abuelo y que siempre ha mantenido en cada una de las citas que ha tenido, a cada cual más importante. «Siempre me ha dicho que me enfoque en las tres 'C': Cabeza, corazón y cojones», reconoció el tenista. Al decirlo públicamente, y tras ser recibido como un héroe en El Palmar cuando ganó en Madrid, el abuelo se emocionó. «Se lo ha tomado al pie de la letra», dijo entonces con el orgullo que solo los abuelos entienden de sus nietos. Él, siempre ajeno a los focos, cada vez los tiene más cerca porque su influencia en la hoy sensación del tenis es total: «Es algo muy grande y, aunque es verdad que desde pequeño se le veía que tenía algo, no creíamos que fuese para tanto y ni el abuelo se cree lo que está logrando».
El abuelo, Carlos Alcaraz Lerma, es el primer fan de su nieto, pero se lo toma también como un premio para su hijo, padre del tenista, que por causas económicas no pudo llegar a disfrutar de este deporte. Esa experiencia le lleva a ser cauto, no solo ahora cuando Carlitos está en lo más alto, sino también antes, cuando empezaba a despegar. «Llevo mucha carrera detrás en esto del tenis con su padre y estoy un poco curado en ese sentido», dijo el orgulloso abuelo de Alcaraz, que este domingo se volverá a poner «nervioso» al ver a su nieto disputar toda una final de Grand Slam.