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Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull

Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull

Diez economistas examinan a España (I)

Santiago Niño Becerra: «El paro no ha provocado problemas de orden público gracias a la familia»

Este economista cita la falta de visión a largo plazo como el principal pecado de la economía española

Santiago Niño Becerra es uno de los economistas más mediáticos de España, y uno de los que antes vieron llegar la crisis financiera de 2007. Catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull desde el año 1994, ha escrito cinco libros sobre la crisis. Sus comentarios nunca le dejarán indiferente.

–¿Cuál es la mayor virtud de la economía española?

–Hoy pienso que ninguna. Hace 50 años la baratura del factor trabajo y la paz garantizada por el modelo político imperante (si es que eso pueden considerarse ventajas), pero hoy… Existen zonas en las que se está desarrollando tecnología punta, pero, en España, solo tienen impacto local.

–¿Cuál es su mayor pecado?

–La falta de visión de largo plazo y la búsqueda del beneficio inmediato desdeñando oportunidades por el riesgo que pueden conllevar; es lo que en el S. XIX se denominaba falta de espíritu burgués. En España, salvo contadísimas excepciones, se ha apostado históricamente por el negocio fácil, de baja inversión, intensivo en factor trabajo por la cantidad de mano de obra barata existente, y que rinda beneficio rápido aunque con otros planteamientos pudiera ser este superior. Los ejemplos paradigmáticos son la construcción y el turismo.

–¿Qué hicieron bien y mal en economía Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez?

–Pienso que hicieron lo que el gran capital y Bruselas les dejaron hacer. España pinta muy poco a nivel económico internacional, y es muy dependiente del exterior en muchos sectores (no solo en el energético, como se suele apuntar); en consecuencia, la capacidad de hacer de España es limitadísima. Si la lista de presidentes se amplía un poco, recordemos que España fue metida en la CEE (Comunidad Económica Europea) cuando convino y de la manera que convino; y ya en esa lista, España fue aceptada en el euro porque convino que estuviese. España como tal hizo poquísimo para estar per se en ninguno de esos ámbitos.

–¿Tiene arreglo lo del recibo de la luz o todas las soluciones que se indican pecan de populismo?

–Lo tiene. Consistiría en cambiar el modo de calcular el precio del MWh (megavatio/hora) de modo que cada energía contribuyese proporcionalmente con su precio y abandonar el actual sistema de cálculo marginalista. Ayudaría también que se controlase la especulación con respecto al precio de los derechos de emisión.

–¿Por qué, década tras década, España tiene tan anómala tasa de paro, que no se corresponde con lo que se ve en las calles?

–Le aseguro que en según qué calles de las ciudades de España se ven cosas muy chungas. En España, con respecto al desempleo del factor trabajo, hay dos momentos claramente diferenciados: el franquismo y después. Durante el franquismo la tasa de paro era reducida por el subempleo existente y por la emigración masiva al extranjero. El fin del franquismo coincidió con el fin del segundo elemento. La puesta en marcha de la contratación temporal por el primer Gobierno de Felipe González intentó acabar con el subempleo, pero no lo consiguió. El problema de España respecto al paro es doble. Por un lado existe un exceso endémico de población activa que su modelo productivo no es capaz de absorber (y eso que España cuenta con una de las tasas de actividad más bajas de Europa: 59 %); por otro tiene una estructura de PIB muy dependiente de actividades estacionales. Se suele apuntar que España tiene un nivel elevado de economía sumergida y de empleo ‘en negro’. Pero descontando de la tasa de paro total y de paro juvenil ese porcentaje de economía sumergida sale una tasa de paro desmesurada en relación a las economías referentes europeas, lo que nos lleva a los dos problemas antes apuntados. Si en España no han estallado problemas de orden público debido a la situación social provocada por el paro es debido a que la familia, al menos hasta ahora, ha actuado de amortiguador.

–¿Quién es el economista español que más admira y por qué?

–José Luis Sampedro, sin ningún lugar a género de duda. Es el padre de la Estructura Económica en España. Su obra Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1968) es un referente que se adelantó décadas al presente. Imprescindible.

–¿Cuándo estima que España empezará a dejar atrás con fuerza las heridas del COVID?

–El virus no ha hecho sino degradar más una situación que ya era mala. Cuando el virus llegó el crecimiento en España llevaba meses desacelerándose, la deuda ascendía al 95 % del PIB, España llevaba dos años lejos de los compromisos de déficit que había adquirido con Bruselas, la tasa de pobreza rozaba el 23 %, el desempleo juvenil el 35 %... Parece que el objetivo sea regresar al 2019, y en el 2019 España ya estaba vigilada por Bruselas. Paralelamente la situación se aleja mucho del 2019: en el 2019 no había rumores de que, por ejemplo, Renault fuese a trasladar producción de Valladolid a Corea, y ahora sí los hay.

–La inflación ha vuelto, ¿debemos asustarnos?

–La actual inflación pienso que es totalmente temporal, y que está provocada por un exceso de dinero: en el mundo sobra dinero que está siendo empleado por quienes tienen acceso a él, en especular en commodities, con los efectos que ello tiene. Es decir: la inflación es consecuencia de un exceso de oferta monetaria que el sistema no puede absorber. En pura lógica tiene que ser temporal, pero mientras dure puede causar muchos destrozos.

–¿Somos buenos trabajadores los españoles?

–Cuando en los años 60 los primeros españoles empezaron a llegar a las fábricas alemanas se encontraron con sistemas de cronometraje para medir el rendimiento horario del factor trabajo. Bien: pues aquellos trabajadores españoles… ¡rompieron los tiempos de los alemanes porque trabajaban más rápido que ellos! Campesinos españoles trabajando igual de bien que los alemanes y más rápido. ¿Dónde estaba el misterio? Pues en que España aquellos españoles no tenían incentivos. La respuesta a la pregunta es un rotundo sí.

–¿Qué opina de que una vicepresidenta del Gobierno de España use el adjetivo “beneficios groseros” para referirse a los beneficios empresariales?

–Bueno…. Un ministro de Industria español dijo que la mejor política industrial es la que no existe. Pienso que cuando una ministra o un ministro realizan este tipo de manifestaciones solo están haciendo política tras ponerse el gorro de político, solo eso.

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