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D. Juan Velarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense

D. Juan Velarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense

Diez economistas examinan a España (V)

Juan Velarde: «Hasta ahora Sánchez no ha hecho más que intentar empeorar los errores de Zapatero»

El profesor sostiene que Zapatero «lo hizo pésimamente mal»

Juan Velarde es uno de los economistas más brillantes de la historia de España. A sus 94 años, mantiene una actividad envidiable y una cabeza perfectamente en orden para analizar la realidad económica española. Su gran pasión ha sido la enseñanza, que ha ejercido desde la cátedra de la Universidad Complutense y de Barcelona. También ha sido consejero del Tribunal de Cuentas.

–¿Cuál es la mayor virtud de la economía española?

–Haber sabido que es imposible alcanzar un desarrollo aceptable sin abrirse al exterior.

–¿Cuál es su mayor pecado?

–Haberse dejado seducir por el romanticismo y crear, en el mapa nacional, adhesiones a planteamientos locales basados en proteccionismos y rupturas de la unidad del mercado interior español.

–¿Qué hicieron bien y mal, en economía, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez?

–En lo único bueno que coincidieron todos fue en aceptar la vinculación con la Unión Europea. Con el «milagro Aznar-Rato», la economía creció y la inflación fue mínima, recuperando a España de la tremenda crisis dejada por el gobierno González. Zapatero lo hizo pésimamente mal. Hubieran sido positivas sus conexiones con Iberoamérica si, automáticamente, no las hubiera utilizado para relacionarse, ahí, con tesis populistas, indigenistas y antiespañolas. Rajoy lo hizo francamente bien, superando la brutal crisis de 2008; y Sánchez, por ahora, no ha hecho más que intentar empeorar los errores cometidos por Rodríguez Zapatero, con uno máximo, a mi juicio, que es la sumisión a los planteamientos de separatistas.

–¿Tiene arreglo lo del recibo de la luz, o todas las soluciones que se indican pecan de populismo?

–A lo largo de la historia y hasta ahora, nos hemos equivocado: en primer lugar, aceptando la base del carbón durante mucho tiempo; y, después, desdeñando por intereses populistas y electoralistas la energía nuclear –que causó, por ejemplo, la renuncia, como vicepresidente del gobierno, de Fuentes Quintana–. En general, los enlaces del sector público y el privado ignoraron, una y otra vez, la conducta adecuada. Por eso, completado con una política exterior radicalmente equivocada en estos momentos por el Gobierno Sánchez, se ha convertido a España en una auténtica isla energética. Deberíamos aprender de Alemania, obsesionada por los enlaces con Rusia, o con Francia, con su aceptación, desde De Gaulle, de la energía nuclear. Ese es el error de mezclar problemas de medio ambiente con los puramente económicos, porque el medio ambiente adecuado tiene también sus costes.

–¿Por qué, década tras década, España tiene tan anómala tasa de paro, que no se corresponde con lo que se ve en las calles?

–La tasa alta de paro es el fruto de una pésima política laboral, desde Felipe González. Fueron buenos los resultados con Aznar y, sobre todo, con Rajoy. A causa del incremento de renta muy fuerte que ha tenido España, a partir de 1953 llegó la aparición importantísima del conjunto de las pymes, del trabajo individual y de la economía sumergida, lo que arregla, de manera significativa, el impacto de la curva de Phillips. Hoy día, España se sitúa, a pesar de ello, en cifras solo comparables con las de Turquía o Sudáfrica.

–¿Quién es el economista español que más admira y por qué?

–Manuel de Torres, discípulo de Zumalacárregui, porque fue orientado por este y por Einaudi, tras su estancia en Bolonia, hacia una buena preparación teórica que unió un patriotismo notable y una capacidad docente extraordinaria. Desde su cátedra y desde su literatura señaló siempre por dónde debería marchar nuestra economía, mostrando, además, qué modelos macroeconómicos debían ser utilizados. Lo combinó siempre con estudios minuciosos de aspectos concretos de nuestra economía, desde los agrícolas a los fiscales.

–¿Cuándo estima que España empezará a dejar atrás, con fuerza, las heridas del covid?

–Primero es preciso saber que el covid ha dejado de golpearnos; varias veces parecía desaparecer y volvía a surgir. En realidad, el covid actúa como los conflictos bélicos, que una veces desaparecen con rapidez y llega la paz, y en otras ocasiones perduran sus consecuencias, de modo extraordinario. De hecho, por las secuelas de la Gran Guerra, acabó llegando la 2ª Guerra Mundial. Lo que puedan lograr los progresos en la biología y en la medicina hará que continúe o desaparezca ese paralelismo con una crisis bélica.

–La inflación ha vuelto, ¿debemos asustarnos?

–Sí, porque se une a una lamentable política económica, por ejemplo, en el aspecto de un considerable déficit del sector público; de una equivocada política laboral; de las consecuencias de una pésima política exterior respecto a Estados Unidos y, también, a la propia Unión Europea, con añadidos tan lamentables como los de los intereses españoles en África; por causa de populismos, que rompen los lazos económicos con Iberoamérica; y, también, una especie de abandono de posibilidades en Asia, porque los enlaces derivados de Filipinas, en relación a Estados Unidos y a Japón, se nos han esfumado en una región mundial –no solo encabezada por China– que hubiera podido impulsar a España. Tengamos en cuenta nuestra situación de enlace entre el Mediterráneo y el Atlántico, que facilita conexiones con el área europea y americana, más potente, en estos momentos.

–¿Somos buenos trabajadores los españoles?

–El fortísimo incremento de la productividad que ha tenido lugar desde hace exactamente un siglo prueba que así es.

–¿Qué opina de que una vicepresidenta del Gobierno de España use el adjetivo «beneficios groseros» para referirse a los beneficios empresariales?

–En una economía abierta como la española, basada para su progreso en la competencia internacional, decir eso indica un desconocimiento radical de cuestiones fundamentales de teoría económica, intolerables en quien tiene una responsabilidad tan grande, lo que prueba el desastre que el Gobierno Sánchez genera como consecuencia de sus alianzas políticas para permanecer en el poder.

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