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La familia Berlusconi se lleva Telecinco de España.

La familia Berlusconi se lleva Telecinco de España.Lu Tolstova

La semana económica

Telecinco se va de España, pero el Gobierno no lo critica, como hizo con Ferrovial

La compañía dejó de cotizar en nuestro país el pasado 2 de mayo, y se enfrenta a una reinvención difícil por la obsolescencia de su modelo de televisión

Mediaset España, la empresa que agrupa a Telecinco y Cuatro, dejó de cotizar en la Bolsa española el pasado martes 2 de mayo. Con ello desaparece otro vínculo más de esta compañía con nuestro país. La absorción de la filial española por su matriz Media for Europe (MFE), dirigida por la familia Berlusconi, fue aprobada el 15 de marzo. El domicilio social de MFE está en los Países Bajos.

El Gobierno criticó mucho que Ferrovial cambiara su domicilio social a Países Bajos, pero no ha hecho ninguna valoración sobre la marcha de Telecinco. Es verdad que hoy por hoy es propiedad de Berlusconi, pero empezó siendo una empresa española que surgió por una autorización administrativa; en concreto, por una concesión del Gobierno socialista de Felipe González. Como recordarán, Telecinco inició su andadura en el año 1989 junto con Antena 3 y Canal Plus. Los ministros de Sánchez arremetieron por un supuesto favoritismo de la obra pública hacia Ferrovial, pero en este caso no han dicho nada por la adjudicación de una licencia a una empresa que ahora se va, y cuya prestación de servicios a la sociedad española han sido productos como Gran Hermano.

El accionariado inicial de Telecinco estuvo compuesto por Fininvest (Berlusconi), la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) y el Grupo Anaya, los tres con un 25 % cada uno. A ellos se unían Ángel Medrano, empresario del sector turístico, con un 15 %, y Juan Fernández Montreal, de Chocolates Trapa, con el 10 %. En 1996 salió la ONCE y entró el grupo Correo. En 2004 la compañía salió a Bolsa. En 2009 se fue el ya grupo Vocento y entró Prisa tras la fusión con Cuatro. En 2015 abandonó Prisa y Mediaset fue recuperando posiciones hasta que MFE se hizo con el 82,9 % de las acciones el 15 de marzo de 2022.

Los accionistas han ido sacando partido de una empresa que durante muchos años ha sido una auténtica máquina de ganar dinero, y que sigue siendo rentable. En 2022 facturó 865 millones de euros y ganó 211 (resultado de explotación), pero sus cifras van bajando.

El problema actual de Mediaset no es tanto económico como de liderazgo y posicionamiento, también debido al creciente cambio de modelo de negocio de la televisión. Durante años ha habido tres cadenas entre las que estaba Telecinco que lideraban la audiencia con más del 20 % de cuota de pantalla. Este mes la líder ha sido Antena 3 con el 12,9 % y la segunda Telecinco con el 11,4 %, según los datos de Barlovento. Supone el peor mes de abril en audiencias televisivas desde que hay registros, y 2022 ha sido el peor año de la historia en consumo televisivo: ha bajado a 190 minutos por persona y día (en 2021 se consumieron cuatro horas, 240 minutos, por persona y día).

Estos datos influyen en las decisiones de inversión publicitaria, que destinó 2.000 millones menos a la televisión el año de la pandemia a pensar de que en ese momento la audiencia aumentó. Además, el consumo televisivo crece en otras plataformas y los anunciantes también quieren estar allí. La empresa de medición de audiencias Kantar ha constatado que YouTube es la plataforma audiovisual preferida por los menores de 44 años.

Todos estos datos influyen en que Mediaset tenga que replantearse su modelo de negocio, pero también su modo de hacer televisión, que se ha quedado obsoleto. Su fórmula de bajo coste, con contenidos de Gran Hermano o Supervivientes que se retroalimentaban en otros programas, productos de consumo fácil, poco exigentes culturalmente, muy populares, con famosos, conflictos, etc., resultaron bien en términos de audiencia mientras ha dirigido la cadena Paolo Vasile, entre los años 1999 y 2022, pero han ido claramente a menos. Un ejemplo claro es que Sálvame haya tenido que ceder la tarde a Ana Rosa Quintana.

Ahora Telecinco tiene que reinventarse, y no lo tiene nada fácil. Con el deporte, el cine y las series fuera de las televisiones en abierto por su elevado coste, la batalla por la audiencia se juega en buena medida en informativos, realities y concursos. Antena 3 es líder destacada en informativos, concursos y programas familiares y blancos como El Hormiguero. Mientras la cadena de Planeta ha invertido en los informativos como se puede ver a diario con su grafismo innovador, Telecinco hace muchos años que no cambia el formato ni sus decorados.

A Mediaset le costará mucho redefinirse tras la salida reciente de dos directivos que han marcado tanto la cadena como Alejandro Echevarría y Paolo Vasile. Echevarría fue el presidente de la compañía desde el año 1996 hasta que abandonó su cargo en abril del año pasado. Fue la cara externa de la empresa y aportó estabilidad institucional por su buena relación con el Gobierno y la oposición, con el mundo financiero, el de los grandes anunciantes e incluso con los competidores. Marcó una estabilidad y sensatez que contrasta con la polarización actual.

Por su parte Vasile llevó a la cadena al liderazgo de audiencia y rentabilidad con sus habilidades de productor, ideando espacios de bajo coste muy rentables, sin preocuparse mucho por el impacto moral que pudieran tener en una sociedad española que no es la suya. Todo pasaba por él: se inmiscuía en todo, decidía los presentadores, y no permitía que hubiera ni una voz disidente. El papel de Echevarría era institucional.

Ahora Telecinco no puede ir por ejemplo hacia un modelo de televisión familiar como el de Antena 3, porque ellos ya están muy bien posicionados, y tampoco Mediaset ha diversificado sus públicos como ha hecho Atresmedia con La Sexta. Por otro lado, hoy en día es más difícil ganar la partida de la rentabilidad por la reducción de los costes como hizo Vasile, porque hacer televisión en la actualidad es mucho más barato que antes gracias a la tecnología.

Con Echevarría y Vasile fuera de la compañía, el futuro queda en manos de Borja Prado, un gestor sin pasado en el sector de los medios de comunicación (procede de la presidencia de Endesa) y al que algunas fuentes sitúan en no mucho tiempo fuera de la empresa y otras no. Hijo del empresario Manuel Prado y Colón de Carvajal, tiene buenas relaciones, entre ellas con los intereses italianos en España. Con sus cualidades tendrá que entenderse con el hijo de Berlusconi, Pier Paolo, para reinventar Mediaset en España. De momento una de las cosas que está haciendo es mantener los informativos lo más neutros posible desde un punto de vista ideológico, a la espera de lo que ocurra en las elecciones.

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